Todos quieren jugar conmigo, pues les mostraré quien es el mejor jugador; querían verme enojado lo consiguieron ahora van a sufrir todos, ya todo está en caminado, es hora de empezar a mover mis fichas, y ya empezaron las respuestas hasta que llegó mi mujer con ese carácter endemoniado.
¿En qué momento se volvió tan pesadita?
- Eres un idiota.
La miró mientras la escucho, se ve tan guapa, tan bella.
- Pensé que harías una locura, que matarías a Lucrecia, te enfrentarías a tu mamá, pero nada, desapareces como si fuera muy bonito tenerme corriendo de un lado para el otro.
Mientras discute solo puedo pensar lo molesto que estoy porque ella sabía esto y no me lo dijo - ¿si quiera me estás escuchando? Ya tienes esa actitud de Dios que nadie puede tocar.
Me levanto de mi silla, camino a la puerta y cierro con llave mientras ella sigue despotricando su rabia.
- Con responder una llamada y decirme estoy bien, no me moleste. Me hubiera quedado tranquila - mentirosa, hubieras insistido hasta saber dónde estaba. - pero no, el señor prefiere ser un egoísta y tener a su padre, a su cuñado y a mi buscándolo por todo el país. ¡No me ignores!
- No lo hago - le respondo - pero tenía cosas que hacer y aún estoy molesto contigo por haberme ocultado lo de mi madre y lo de Lewin.
Se voltea mirando a la ventana - eres un insensato, sabe que no puedo estar bajo estrés y tú ahí vas a causarme un ataque.
- Dijiste que estabas bien y que no te tratara como una desahuciada.
- Si, pero no significa que me vas a tener por toda la ciudad buscándote mientras tú tomas té con la zorra esa.
- No tomaba té y me ocultaste algo importante, desde que llegaste es lo único que has hecho, traerme de un lado para el otro como un juguete.
- Zigelmman...
- Me has insultado, me has humillado, me has despreciado, me has besado, gritado, desechado y te he dejado. He tenido que aguantar la arrogancia de tus pretendientes, verlos como te besan e incluso los he visto sin ropa frente a ti Meller.
- Ya sabe lo que se siente, yo tengo que aguantar eso diario contigo.
- ¿Entonces jugamos a yo te hice tú me haces?, ¿pagamos con la misma moneda? Estamos grandes para esa gracia. ¡Lucia, me ocultaste que fue mi madre quien te ayudo, me ocultaste que Emilia es la que está detrás de la anulación y me ocultaste que Lewin no es mi hijo y sabrá Dios cuántas cosas más que aún no me has dicho!
- Y todos eso tiene una razón y las conoces, te dije anoche que lo sentía.
- Puede que así sea, pero no deja de doler y sentirme una marioneta frente las mujercitas que me rodean incluyéndote.
- ¿Mujercita? ¡¿Me estás comparando con las brujas, víboras de tus psicópatas?! Esto es el colmo.
- Eso es lo que digo yo, regresaste y te desconozco.
- Tú no eres precisamente el mismo, la gente cambia; te dije que estoy contigo en esto, pero lo primero que haces es ignorarme como antes.
- ¡¿Ahora soy yo el que te ignora? Es que siempre soy yo el que hace algo malo, tú nunca haces nada.
- Me voy, contigo no se puede hablar cuando estás en ese plan.
- ¿Qué plan? El de decirte las cosas que no quieres escuchar, llegaste invadiendo mi barco y me faltaste al respeto frente a mis empleados, has dicho que soy tu marioneta. Ahora me dices que te ignoro cuando a todo el mundo le dices lo de Lewin menos a mí.
- Esto lo hablamos anoche, y dije que lo siento por no decírtelo, pero estaba buscando las pruebas.
- ¡¿Prueba?! ¡Pruebas y más prueba que no compartes conmigo! Y yo también fui engañado Lucia, tu sufriste y yo también pero no lo puedes entender porque estás pensando en ti, yo puedo ser un egoísta, pero tú también lo eres. Llegaste y mi vida es un caos nuevamente.
- Ay perdón, le perturbe el cuento de hadas al gran señor, Te odio Ziegermman.
- Y yo a ti Meller, te fuiste, me abandonaste, lloré, sufrí y no te importo. Lo único que tenía era ese niño que ahora dices que no es mío.
- ¿Que yo digo? Es decir que lo dudas aun cuando tienes las pruebas en la mano.
- Ahí vas otra vez poniendo palabras en mi boca que no he dicho juro que me provoca darte una paliza.
- Mira que somos dos porque a mí también me provoca caerte a golpe y si vamos a hablar de sufrimiento y lo que aguantaste yo también sufrí. Me trataste muy mal, me dijiste cosas muy hirientes, me hiciste sentir que no valía nada para ti y no era la primera vez, te lo pase una pero no dos además está vez tenía una prioridad.
- Lucia...
- ¡Te callas! Me dijiste que Lucrecia y ese niño eran tu familia ¿sabes lo que sentí? no, me dijiste que era un defecto que te quito tus sueños y te asfixiaba ¿Sabes lo que duele eso? no, Me dijiste que nosotros éramos un error y por eso buscaste otra.
- ¡Yo no te engañe!
- ¡Ya lo sé! Pero en ese momento te había visto con ella, tú lo confirmaste y te lárgate el día después con ella, te esperé tres días Gabriel, tres y no supe nada de ti - ¿Tres días?
- Me dejaste una nota Lucia, quién deja un matrimonio y un amor como el nuestro en una nota. - aún la recuerdo y me enfurece.
- Yo no te deje nada, mucho menos una nota lo que te tenía que decir lo hice en esa llamada lo demás era perder el tiempo. Tu fuiste quien no quiso contestar mis mensajes y llamadas esos tres días.
- Yo no recibí nada, yo te llamé a la casa, a tu celular y tú fuiste quien no contestaba y si asumí que estabas molesta, pero no que te habías ido.
- ¡Igual, me provoca darte una paliza por idiota! - ¿por qué tiene que verse tan bella enojada?
- ¡Y yo quiero... ¡Te largaste!
- Si lo hice, y lo volvería hacer porque tú querías quitarme algo que amo y no te iba dejar hacerlo.
- ¿Qué demonios te podría quitar?
- ¡Aa ah! Eres...
- ¡¿Soy que habla?! Dime lo que quieres hacer, vamos ¿qué te quería quitar?
- Quiero...- me mira molesta, frustrada.
Lo último que sentí fue su boca sobre la mía mientras se aferraba a mi cuello, reclamaba mi boca y yo la de ella, la rodeé con mis brazos la bese con el deseo y las ansias que tengo de ella, esto era la vida, éramos nosotros.
Se aparta agitada - tú eres un ser insufrible Ziegermman, mejor me voy.
La tomo por un brazo y la pego a la ventana.
- Tu no vas a ningún lado y está vez terminas lo que empezaste.
- Yo no...
La callo con un beso, sus manos me rodean el cuello mientras las mía pasean su cuerpo, invadí su boca saboreando cada parte de ella embriagándome con ese sabor a fresa que tanto he añorado.
Sus manos se apoderan de mis brazos, aferrándose a ellos hasta que me quita el chaleco, desabrocha mi blusa exponiendo mi pecho, al cual besa, toca y esto me gusta es ella la que me busca invitándome a entrar al paraíso que hace dos años no toco.
- Esto no cambia el hecho que estoy furioso contigo.
- Hablas mucho y haces poco Gabriel - está engreída.
La volteó haciendo que apoye sus manos al ventanal mientras beso su cuello y desabrochó su vestido. Huele delicioso y sigue teniendo esa piel tan suave, aparto su cabello, y me da acceso a tocar lo que es mío; la vuelvo a besar hasta llevarla a la mesa donde la siento, mis manos pasan a sus muslos y abre sus piernas dándome acceso.
Ella es mía, lo sabe, sabe que soy su dueño y nadie más; acaricio su cuerpo esas curvas que me enloquecen mis manos pasan a su hermosa cabellera y la aparto de mí.
- Eres mía.
- Dime algo nuevo - toma mi barbilla y me besa con ansia.
Me quiere volver loco, paso mis manos por su espalda desabrochando lo que le queda de ropa hasta exponer ante mí esos hermosos pechos, rosados y provocativos, aprieto uno mientras saboreo el otro y escucho mi sonido favorito.
- Aaaah...
Me deleitó con ellos, me tomo mi tiempo en jugar y saborearlos mientras la tengo totalmente sensible y deseosa, aunque, saben raro, ella me aprieta más mienta su mano está en mi cabello y la otra tocándome.
- Aaaaah...- la veo morderse los labios está totalmente ansiosa, nada más saboreando sus pechos, que está vez sobre salen de mis manos.
Una vez los dejo erectos la acuesto en la mesa mientras voy dejando besos en su abdomen y acariciándola, mis manos vuelven a posarse en sus senos y me mira con esos ojos deseosos. Está tan hermosa, sexy y dispuesta...
- Son dos años Lucia y temo que te haré daño al entrar - se ríe
- El Ziegermman que quiero ahora no es precisamente el cuidadoso. - me mira con picardía y se muerde ese labio que me enloquece, ella sabe lo que está haciendo, está mujer me quiere matar.
- ¿En qué momento te volviste tan descarada?
- Soy descarada con lo que considero es mío.
Con una de sus piernas me envuelve la cintura me trae a ella mientras se sienta tocándome el pecho, besándolo y lamiendo cada parte de él, luego me ve y llevo mi boca a la suya.
- No te contengas mi marinero llevas mucho tiempo haciéndolo - no sabes cuánto - yo siempre estoy lista para ti.
Me desabrocha el pantalón y ahí está mi invitación, introduce sus manos y sentir el calor ya me deja sin defensas, la vuelvo a besar hasta dejarla sin aliento, hasta que mi cuerpo se siente a punto de explotar aparto sus manos y la llevo encima de su cabeza al acostarla.
- Vas a gritar mi nombre.
- Mirándote directamente a los ojos - responde, le muerdo el labio.
Me aparto tomando su cadera y la llevo al bordillo de la mesa, me siento bajo su mirada empiezo a besar sus muslos, hasta llegar a su inglés, puedo verla, puedo olerla está tan mojada que no se si resistiré hago lo mismo con la otra pierna. Beso su abdomen mientras mi mano toca su humedad, Dios está tan lista que voy a reventar.
- Voy a hacerte pagar por besar a otros.
Empiezo a mover mis manos, mientras la otra sostiene las suyas sobre su cabeza, mi boca saborea y muerde uno de sus pechos
- Ahhh mi Dios.
Responde a mis movimientos y voy más rápido, quiero entrar en ella de una vez, pero aún no, aunque me cueste me tomaré mi tiempo.
- Eres altanera, desafiante y provocativa.
- Gabo...- introduzco dos dedos en ella - ahhh... - me encanta volverla ver así.
- Soy el único en tu vida, sirena, ya es hora de que lo recuerdes.
- Aaaah Aaaah por favor... - sigo mordiendo uno de sus pechos mientras juego con el otro y entre sus piernas, está a punto de llegar cuando me detengo - ¡No!
Llevo mis dedos a mi boca - exquisita.
- ¿Por qué?
- Silencio... - la beso y me rozo a ella tragándome sus gemidos.
Suelto sus labios, beso su cuello, sus pechos, su abdomen, su pelvis y llegó a mi lugar favorito abro sus piernas; y hago algo que, no hecho en dos años, toco su ropa interior de encaje que hace juego con su brasear, la miro y sonríe sabe lo que hare lo espera; agarro el borde del encaje y la rompo y ahí está mi paraíso; me siento en mi silla como el dueño y jefe que soy, tomo sus piernas y me deleito probando el elixir de mi fresa.
- Mi Dios... - que rica está, es mi mujer, es ella, la saboreo cómo llevo años queriendo hacer, llevo mis manos a sus pechos mientras ella se aferra en mi cabeza. - Gabo...
Dios voy a explotar si no la tomo ahora, mi fresa, mi sirena, mi mujer.
- Aaaah por Dios Gabriel - sigo mordiendo, lamiendo, saboreándola con calma, pero con todo el deseo del mundo mientras juego son sus picos.
Cuando va a llegar me vuelvo a detener.
- ¡No! Me estás matando Zigelmman. - lo dice muy molesta y golpeando la mesa.
- Aún no sirena - vuelvo a besar todo de ella hasta llegar a su boca - estoy molesto contigo.
- Eres cruel.
- Dime algo nuevo - uso sus palabras, trata de besarme y me aparto - ¿me deseas?
- No es evidente.
- Bien, porque quiero probar esa boca ahora, la extrañado.
- ¿Esa es tu manera de pedirme que haga algo?
- Lo quieres, lo tomas.
Me aparto y me siento en la silla esperando por ella, Dios que se apure porque voy a explotar. Me mira con esos ojos que me reclaman, pero me seduce.
- Yo no me arrodillo ante ningún hombre marinero - me agarra mi collar y me atrae a su boca - ¿quieres mi boca? No la tendrás no te la has ganado y estás a punto de explotar te conozco.
- Lucia...
Me empuja y me ve abriendo sus piernas ante mi - tú decides Ziegermman o te quedas con las ganas.
Odio que me conozca también, se supone que yo soy quien tiene el control en el sexo, pero ella viene y juega conmigo.
- Te odio Meller.
- El sentimiento es mutuo Zigelmman.
La tomo por la cintura y no tengo piedad entrando en ella de una vez.
- Aaaahhh. - decimos los dos al mismo tiempo, se aferra a mi espalda y entierra su cabeza en mi cuello, está tan apretada, mientras yo me agarro a su cintura, es el placer exquisito estar dentro de ella. La siento tensa y es como la primera vez.
- ¿Te estoy quitando tu virginidad otra vez? - la escucho reír
- No creo que se pueda hacer eso - me mira y me pierdo en sus ojos - Te amo, marinero.
Escuchar esas palabras me hace perder la poca razón y control que tenía, la apego a mí y empiezo a salir y entrar en ella sin piedad, disfrutando de cada estocada, sintiéndola mía, reclamándola, marcándola. Que su cuerpo recuerde que solo yo puedo tocarla, besarla y amarla.
- Aaah... - salgo - Lucia... - entro - Mi sirena. - me besa, me muerde, entierra sus uñas en mi espalda, en la oficina solo escucho el choque de nuestras caderas, nuestros gemidos.
Me aparto un poco y me afinco en sus pechos, los aprieto, no sé qué tienen de diferente, pero me encantan sentirlos así, tan sensibles a mi tacto, los aprieto mientras entro y salgo de ella, debo estar soñando, no me puedo contener quiero verla explotar, quiero que sienta que es mía, pero recuerdo mi enojo, se ha ido, me abandono y ahora me miente; no le puedo dar ese placer cuando va a llegar me aparto; pero me atrapa entre sus piernas.
- No te atrevas... a dejarme...a la mitad... porque te ahogo... marinero - sabe que mi manera de castigarla siempre fue dejándola con las ganas cuando está a punto de llegar.
Me muevo y ella conmigo, siento que llegaré, pero mi mujer es astuta así que me empuja en la silla y se sienta encima.
- Se lo que haces - le digo.
- Yo también se lo que haces - me besa y empieza a subir y abajar mientras la abrazo, no me importa si estoy molesto o no, está vez la quiero escuchar.
La dejo moverse a su gusto cuando está a punto de llegar veo que se contiene y eso me sorprende me mira a los ojos veo su sonrisa, se aprieta más a mí y siento como mi cuerpo empieza a quemar, la abrazo mucho más duro.
- Mírame marinero.
- Siempre sirena.
Sube y baja dos veces más y llegamos juntos.
- ¡Gabo!
- Ahh.
Siento como suelto todo lo que llevo dentro por ella, solo por ella, he vuelto a la vida, me ha regresado mi alma sirena hechicera. Empiezo a sentir como su cuerpo, se va relajando encima de mí, la aparto un poco para verla, toda roja, mordida, marcada se va a enojar mucho cuando se vea al espejo, pero me río.
- Hola, Guapo.
- Hola, Morenita.
- ¿Sigues enojado?
- Mucho, no me has dado esa boca. - se ríe y me besa dejándome sin aliento.
- Te extrañe - me abraza - y mira estoy viva no me has matado por no contenerte.
- Mala broma en este momento Meller- aparto su cabello de su cara, veo sus labios hinchados, siento su cuerpo erizado- ¿tienes frío?
- Solo un poco, pero tú me calientas.
- Estás osada, eso me gusta.
- Me ibas a dejar con las ganas eso es muy cruel de tu parte.
- Te lo mereces por mentirme.
- Me has obligado hacer esto - me río
- ¿Te obligue? No te vi defendiéndote, más bien disfrutaste mucho de esto.
Tomo mi saco y se lo pongo encima, sin apartarla de mí, acariciando su espalda, duramos un rato de esa manera, temo moverme y ella desaparezca.
- Estás pensativo ¿Qué pasa por tu cabeza?
- En que tú cuerpo está diferente - eso es extraño.
- ¿En el buen o mal sentido? - me mira enojada y la observo. Se levanta y empieza a cambiarse - han pasado dos años no puedes pretender que siga igual y lamento no tener el cuerpo de Barbi que tienen tus...
- No completes esa frase si no quieres terminar con esos glúteos rojos de las nalgadas que te voy a dar.
- ¿Entonces porque me haces enojar? ¿Tienes que decir que no te gusta lo que vez?
- Ahí estás buscándome pelea otra vez, ¿En qué momento dije que no me gustaba lo que vi, toque, saboreé o disfrute? - se queda callada con su cara haciendo puchero, y veo la expresión de niña que me gusta ver.
- Dijiste que mi cuerpo está diferente.
- Y es cierto - me empiezo a cambiar mientas recuerdo su cuerpo - tienes los senos más turgentes, redondos, sensibles y saben raros. Además, tienes las caderas más anchas.
- Yo siempre he sido así, Gabriel. Cadera ancha, curvas gruesas y senos grandes no sé porque te extraña.
- ¿Por qué estás nerviosa?
- No lo estoy, solo que no es agradable que tu esposo te diga que te vez gorda.
- Estás poniendo palabras en mi boca que no he dicho, ¿Por qué eres así? Yo no he dicho que estas gorda, me llamo la atención, conozco muy bien ese cuerpo para no saber sus diferencias, tus pechos siempre encajaron bien en mis mano, esta vez sobresalen y responden mucho más rápido que de costumbre y no es porque estás yendo al gimnasio. Hacíamos ejercicios antes de irte y no estabas así.
- Si es así pues tú también has cambiado.
- Eso ya lo sé, estoy mucho mejor que antes.
- Eres un vanidoso, engreído eso no es lindo. - dice enojada.
- Es una de las cosas que te encantan de mi - me evade la mirada y se termina de arreglar.
- Di lo que quieras, pero tu cuerpo esta diferente en el buen sentido, pero me extraña y quiero saber por qué.
Que me ocultas Meller.