Capitulo 38

2177 Words
Duro horas que son eternas, cuidando a Gabriel pendiente de sus heridas, Sebastián vino un rato y lo vio, llamo su médico para decir que mañana venía a verlo al igual que Petter. - Él dijo que te amaba, que lamentaba adelantarse porque quedaron en irse juntos y que te esperaba en la otra vida - me río después de escuchar a Alessio - Chistosito, no pensé que se acordará de eso y pensé que estaba sola. - ¿Se lo vas a decir? Lo de Gaby. - Ahora no es el momento, quiero saber que idiota quiere matar a mi esposo para pasarle un camión encima. - ser ríe. - ¿Cuál es el chiste? - Es la primera vez que te veo enojada, tus gritos en el despacho se escuchaban en toda la casa. - Estoy furiosa Alessio, Gabriel podría estar muerto ahora y de solo imaginarlo me da un no se qué… es un necio. - Tal para cual. – lo miro – parece que va a estar bien. - Eso espero. - ¿Tú vas a estar bien? – afirmo - Voy a ver a mi esposa. - Gracias por tu ayuda, siempre apareces como mi san miguel arcángel. - Eso me agrada, aunque me gane ser tu ángel hace mucho. - No abuses de tu suerte Italianito, su ángel soy yo – entra Santiago y Alessio sale riéndose. - ¿Cómo estás? – le hago señales para que salgamos a la piscina. - A ti no te puedo engañar – me abraza mientras se me sale las lágrimas. - Tranquila va a estar bien. - En toda mi vida nunca le he tenido miedo a nada, desde niña siempre fui arriesgada y después que me enteré de que estaba enferma mucho más, a lo único que le tenía miedo era a dejar a mi mamá sola en este mundo. Del resto sabía que todos van a estar bien incluso Gabriel iba estar bien el día que yo muriera hasta hoy...- respiro profundo - te juro que cuando vi a Gabriel ahí sin color, sangrando, tan débil, tan sin vida mi alma se partió en pedazos sentí que no podía respirar que me estaba muriendo de verdad. Es como si me hubieran quitado una parte de mí y fue horrible... - Trata de respirar, que con uno en cama es suficiente. - Se pudo morir Santi, casi lo pierdo y no conoce a su hija y cree que...- casi meto la pata. - Que no lo amas. – que tu hijo es de él, me abraza tratando de calmarme - ¿Sabes quién lo pudo hacer? - No, pero hay algunas ideas. Es como si alguien quisiera hacerle daño de todas las maneras posible. - ¿Por qué lo dices? - Por los problemas de su empresa, su matrimonio en pedazos, su vida está enredada y ahora esto; además me preocupa que ha hecho cosas y no se acuerda como hacerme infiel. - ¿Tal vez lo drogaron? - Lo pensé, pero ¿en casa de sus papás? Y si así hubiera sido Anna y Gloria estuvieron ahí vieron todo, le dijeron al igual que su madre. - ¿Una bruja que no te quiere con su hijo y dos empleadas que obedecen a su jefa? De verdad crees que le pudieron decir, yo lo dudo. - Buen punto, pero Anna me es fiel. - Pero te fuiste y la dejaste a su cargo, y hablamos de la madre de Gabriel, no va a poner a su madre por encima de una empleada. - O su esposa. - Eso no lo creo, recuerda que se reconcilio con ella por ti. - Después pienso en eso, ahora quiero que este bien. - Míralo por el lado positivo, ya sabes cómo se sintió el cuando moriste por unos minutos y luego volviste a la vida. Ya puedes entender un poco sus cuidados y su intensidad para no perderte. - Si Gabriel sintió una mínima parte de lo que yo sentí, jamás volver a decir que exagera en sus cuidados, pero sus extremos fueron por que el sonso en vez de preguntarme que me pasaba pensó que mi cuerpo rechazaba el trasplante. - ¿Por qué pensaba eso? - Porque su hija estaba haciendo desastres en mi cuerpo y él no lo sabía. - Hablando de la niña, no quiero preocuparte, pero si quieren hacerle daño a Gabriel ¿qué te hace pensar que no irán detrás de ti o la niña?. - Nadie sabe de ella. - Pero si de ti, eres su esposa y si te siguen o te investigan llegaran a ella. - ¡José! – aparecer como relámpago. - Señora. - Vete al departamento y no te despegues de mi mamá ni de Gaby, no dejes que nadie se les acerque. - Pero señora, tengo ordenes de no moverme de aquí - ¿Ordenes de quién? - Del señor, de Nicandro y Petter. - Eso es porque ninguno de los tres sabe que existe y la jefa aquí soy yo o crees que tu jefe esta en condiciones para mandar. - Se va a enojar. - Se enojará mucho más si alguien le hace algo a su hija. - Buen punto, mejor me voy, las cuidare con mi vida. - Más te vale. – se retira y trato de llamar a mamá. - ¿No crees que es mejor traerlas aquí? - ¿Aquí? ¿Estás loco? - Alo, hija. - Mamá, que bueno que contesta y rápido. - Tu no deberías estar disfrutando de una fiesta, - Hago todo menos eso, José va para allá las va a cuidar, no le habrás la puerta a nadie y no dejes a la niña sola en ningún momento. - ¿Qué paso? - Alguien intento matar a Gabriel a noche y esta delicado, ahora estamos en la casa, pero por cualquier razón prefiero que tú y la niña estén con seguridad. - ¿Pero el niño Gabriel va a estar bien? No quiero que algo le pase a mi yerno favorito. - Es el único que tienes. - Tengo dos en puerta y aunque son guapos mi voto siempre será para Gabrielito. - ¡Mamá! - Esta bien, no le abriré la puerta a nadie, no me apartare de la niña. - Las amo. - Cuídate. – miro a Santiago. - Creo que es mejor que las tengas aquí, están mejor cuidadas y bajo vigilancia. - Y Gabriel sabría que existe y no está en los planes. - Lucia Meller, tu esposo el padre de tu hija acaba de sufrir un atentado por sabrá quién, casi se muere sin conocerla ¿y aun quieres arriesgarte que algo les pase? - Santiago no quiero discutir ese tema ahora. - Está bien, pero piénsalo, esta casa es grande, la conoces y puedes mantener a la niña aquí sin que Gabriel se entere, puedes ordenarles a los empleados no decir nada mientras se recupera y se lo dices, que tenerla en casa y tu aquí, porque me imagino que no querrás separarte de él. - Odio que me conozcas bien. - Mejor me voy a pasar la noche en tu casa, no voy a estar tranquilo sabiendo que están solas. - Gracias. - Para que estoy sino es para eso, es lo que hacen los hermanos. Entro y Gabriel sigue dormido, pero está sudando, al tocarlo esta caliente, le regreso la fiebre. - Tranquilo vas a estar bien – le pongo compresas de agua fría y le administro medicamento. - Señora, ¿quiere comer algo? – me dice Anna. - No tengo hambre. - Pero debe comer algo, recuerde su salud. - ¿Los señores? - La señora Hannah y Alessio se retiraron dijeron que mañana vendrían y la señora Sabrina y el señor Sebastián están en la sala de aquí arriba. - Gracias. Cuida al señor mientras regreso. Los encuentros entados, nerviosos y distantes. - ¿Comieron algo? - No tengo hambre – mencionan ambos – ¿quiero saber quién hizo esto? – termina de comentar Sabrina. - Ya lo sabremos y sufrirá con sangre por hacer esta estupidez. - Suenas a Gabriel – dice Sebastián – me alegra que estes aquí para él. - Quisiera pedirles que nadie se entere, después tendremos prensa, chisme y no creo que estemos para lidiar con eso, sobre todo tu madre – le digo a Sabrina – sé que me dirás que es tu mamá y debe saber, pero la conocemos y tendremos a todo el comité de viejas del té regando el chisme. - Está bien, pero… me mira ya le dije a mi papá. - ¿Por qué hiciste eso? - Llamo a preguntar sobre la fiesta y le conté. - Ya tu madre debe saberlo. - Espero que no, le dijimos que debe ser discreto – menciona Sebastián. - Por que no se van a casa, los niños deben estar esperándolos. - No me atrevo a dejar a Gabriel – dice Sabrina. - Entonces porque no se ponen más cómodo me imagino siguen teniendo la misma habitación que les dio Gabo. - Si, te hare caso voy a cambiarme; Sebastián tu también estas todo manchado de sangre, vamos. - Traten de descansar si pasa algo los llamo, Sebastián ¿Y Erick? No lo veo muy seguido con Gabriel. - Todo esta bien entre ellos, que yo sepa. - Está bien, descansa. - Tu igual Pasan horas y Gabriel mejoro de la fiebre aunque aún delira; Sabrina vino hace un rato, Sebastián da vuelta por la casa, habla con los de seguridad, Hannah y Alessio preguntan cómo va. - Marinero, tienes a todos preocupados; así que procura ponerte bien porque debemos darle una lección a esa gente que nos quiere hacer daño. - Lucia… - Señor Ziegermman, no lo esperaba a esta hora – miro detrás de ella, pero no veo a su esposa. - ¿Como esta? - Inconsciente, perdió mucha sangre a noche y hoy, se le infecto la herida, pero esperemos mejore. – se acerca a él. - Mi muchacho, no lo veía tan frágil desde que tuvo el accidente hace un año. - ¿Cómo dice? - Es un largo cuento, parece tan frágil como cuando era un niño, no se parece a él fuerte y frio. ¿Nadie sabe quien fue el desgraciado que intento matarlo? porque juro lo matare. - No si yo lo encuentro primero. - ¡Ay dios! Pero si parece un niño frágil y delicado. - escucho a mi madre, al voltearme la veo y detrás de ella a José con mi hija dormida en brazos. - ¿Qué hacen ustedes aquí? - Pregúntale a él – me dice mi madre señalando al señor Zigermman. Lo miro y me ve con una sonrisa - Se lo que dirás, pero tu eres mi nuera lo que te hace mi hija, Esther es tu madre lo que la hace parte de la familia y esa es mi nieta, debo velar por ustedes aun si Gabriel no lo sabe. - Señor Ziegermman. - Ya te he dicho que me llames Gabriel. - No puedo llamarlo como a Gabriel, es confuso y raro, el punto es que se cuidar a mi hija y no debe estar aquí. - Mi hijo acaba de sufrir un atentado, no voy a arriesgarme que les pase algo ni a ti y mucho menos a ellas, así que este es el mejor lugar en el que pueden estar ahora y tu madre estuvo de acuerdo. - ¡Mamá! - Tu seguridad y la de mi nieta son primordiales, así que no me mires así. Mejor llevo a esta niña a tu habitación, digo a tu otra habitación. - Esa no se puede – dice mi suegro – Gabriel la tiene bajo llave, solo él puede entrar. - ¿de verdad? - Chanfle, ¿tendré mi antigua habitación? – pregunta mi madre. - Si, nada en esta casa a cambiado Esther. - Bueno llevare esta niña a dormir y luego vengo. Grandulón vamos – le dice a José. - Gabriel me matara cuando se entere y su esposa no quería… - No lo sabe, tranquila. - Sabrina y Sebastián están aquí, en su habitación. Gracias por traerlas y cuidarlas. - Ustedes son mi familia y me diste una nieta eso es grandioso, hay que cuidarla. Mejor ve con ella, date un baño y cámbiate aun llevas el vestido y con sangre. – no me había percatado. - No tengo ropa aquí. - ¿Tu crees? – sonríe – nada ha cambiado Lucia. - Mi cuarto está bajo llave. - No creo que te moleste usar algo de tu madre o Gabriel. - Me lo cuida. - Es mi hijo. Esto es lo ultimo que me faltaba mi hija en lo que debería ser su casa y sin que su padre lo sepa, así no es que debió entrar, con su padre en cama, ella dormida y el ignorante de la situación. Esto va a ser un desastre.
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