Tú me vas a matar del susto un día de estos, madre.
- ¿Yo? No. Tu eres quien me va a matar a mi desde pequeña dándome sustos.
- ¿Cómo se te ocurrió venir y con la niña?
- ¿Qué pretendías? No iba a pelear con tu suegro, tiene el carácter del hijo ya sé a quién salió, no podía con eso.
- ¡Ay, madre, por favor! Te has enfrentado con personas que son peores así que no me salgas con esa que tú te le hubieras enfrentado e incluso lo hubieras golpeado no te conoceré yo.
- Soy una persona mayor con una niña, no podía hacer algo estúpido lo más sensato era venir con él.
- Tú lo que quieres es que le diga a Gabriel que Gaby existe.
- Obviamente el niño moribundo debe saber que mi pequeña Lucia existe, y más si hay un loco por ahí queriendo matarlo.
- No me recuerdes eso mamá - la abrace porque lo necesitaba - me asusté tanto creí que lo perdería para siempre, fue horrible. No sabes lo que sentí.
- Claro que lo sé, perdí a tu padre, y a ti te pierdo dos veces y a mi nieta - la observó.
- ¿Como has sobrevivido a tanto dolor? sentí que iba morirme en ese instante.
- Con tu padre no fue fácil, aun me duele, se me fue la mitad de mi vida y mi ser con él, pero te tenía a ti que me dabas fuerza para seguir, cuando casi te pierdo a ti rece mucho para que no te llevarán a su lado si no era conmigo.
- No quiero morirme mamá, no quiero causarte ese dolor de nuevo o a mi hija.
- ¿Y a Gabriel?, después de todo el también sintió eso.
- Es horrible, Gabriel es un tonto y necio arriesgo su vida por un evento.
- Su motivo debería tener.
- No me dijo nada y eso que se lo pregunté muchas veces, incluso le pegue en el abdomen, seguro lastime su herida y no me dijo nada.
- No pienses en eso, más bien piensa que se pondrá bien y arreglaran sus problemas para ser felices como solían serlo.
La abrazo mucho más fuerte - ¿Que haría sin ti?
- Volverte loca porque no sabes vivir sin mí, ahora ve a bañarte que me llenaste de sangre.
- Esta seca mamá, no exageres y es de tu niño Gabo.
- No importa, ve a bañarte ahora.
Lloro como tonta bajo la ducha, pero imaginarme a Gabriel muerto, me parte el alma, mucho peor que cuando me fui.
- Amor, como no me dijiste que esto se sentía tan horrible, marinerito está sirena no sabe nadar sin su capitán, no se te ocurra dejarnos.
- ¿Hija estás bien? - entra mami y yo estoy consolándome a mí misma hecha un ovillo en el piso de la ducha. - mi vida.
Entra mi madre cerrando la ducha, me abraza - ya pasó a mi vida, él va a estar bien, solo fue un susto, ahora estás aquí y lo cuidaremos.
- Casi lo pierdo de verdad mamá, no lo iba ver más nunca y un desgraciado quiere quitármelo, estoy tan molesta que quiero su vida, quiero destrozar a quien solo lo pensó.
- Es normal que tengas rabia, pero respira que te vas a poner mal y ve que no te conviene. Gabrielito te necesita fuertes para él, eres la señora Ziegermman no lo olvides.
- Tienes razón, el me necesita. No puedo pensar en lo que no fue, si no en que se ponga bien y mantenerlo a salvó.
- Así se habla.
Termino de calmarme en los brazos de mi mamá, me cambio, le doy de comer a Gabriela y luego salgo ver a Gabriel.
-*-
Encuentro al señor Ziegermman perdido en sus pensamientos.
- ¿Por qué no duerme un poco?
- No tengo sueño, prefiero velar su sueño tu deberías descansar has tenido un día agitado.
- Bastante, pero estoy acostumbrada. - me siento a su lado - ¿Por qué no le dijo a Gabriel de… ya sabe?
- Porque se lo deberías decir tú y nadie más, necesitará respuesta y creo que no lo tomara muy bien si se lo dice alguien más, pero se lo debes decir.
- ¿Se lo dijo a su esposa? - hace un mal gesto - ¿le dijo que Gabriel está herido?
- No le he dicho nada, después de saber que vio a nuestro hijo sufrir y no le dijo dónde encontrarte; ¿Cómo perdonarle?
- La ama, es su esposa la madre de sus hijos...
- Lo es, por eso duele más.
- No le mentiré señor Ziegermman, su esposa me odia, nunca le he caído bien y disimulaba muy bien frente a los demás y yo la dejaba pasar, pero uno tiene un límite. Ver la satisfacción con que me dijo que se alegraba que no haya nacido su propia sangre es mucho para mí y al saber que estuvo en Alaska mucho más.
- ¿Estuvo allá? ¿Cuándo?
- El mismo mes que nació mi hija, no sé porque piensa que murió, pero me alegra, sin embargo; no quiero a su familia cerca de mi hija.
- ¿Mi familia o mi esposa? - no digo nada.
- Lucia... - escuchamos a Gabriel.
- Aquí estoy Gabo - me le acercó y lo reviso.
- Campeón ¿cómo te sientes?
- Lucia... No me dejes, regresa. - lo observó y está delirando.
- ¿Aún crees que no te ama?
- Tiene fiebre. – miro a mi suegro - Lo único que sé, es que ama a su madre; y su esposa y yo no podemos estar en el mismo sitio, lo lamento, pero Gaby es primero y ella adora a su nieto que es producto de la mujer que ella quería para su hijo.
- A penas y lo trata – se queda pensando afligido - no sé en qué momento se volvió así, pero yo la mantendré al margen de ti y mi sobrina.
- No se ofenda, pero su esposa ha hecho muchas cosas a sus espaldas y usted no se ha dado cuenta, con que no le diga que nació estoy bien. Apenas vea que Gabriel este bien me las llevo de aquí y espero que no lo sepa.
- Lucia... Quiero que tú se lo digas, pero no significa que yo no lo haré, si tú no se lo dices. - eso es presión.
- ¡Qué voy hace con los Ziegermman? – se ríe.
- Voy a descansar, trata de hacerlo.
Miro a Gabriel, ¿por qué debías tener una madre como esa?
- Sirena - lo veo y tiene los ojos abiertos.
- ¿Cómo te sientes?
- Morí y estás aquí, sonara horrible, pero me da gusto que no puedas vivir sin mí y me siguieras.
- No estás muerto y yo tampoco, trata de dormir.
- Te amo sirena, ¿tú me amas?
- Siempre tonto, ¿cómo lo puedes dudar?
- Entonces deja de besar a otros si no quieres quedarte sin amigos. - se vuelve a dormir.
- Estas delirando y eso es lo que me dices.
- Eres mía – vuelve a cerrar los ojos y su temperatura sube.
- Mañana no recordarás nada de esto.
-*-
Me despierto y Gabriel ya no tiene fiebre, pero aún está inconsciente, Sabrina entra en el cuarto y me mira con los brazos cruzados y ¿Molesta?
- ¿Buen día? - le digo.
- Hay una niña que es la misma imagen de Gabriel en el pasillo y me dijo tía.
- ¿Te dijo que? Está niña, nunca habla y cuando lo decide hacer es cuando no debe.
- ¿Me quieres explicar? - veo a Gabriel, me levanto y saco a Sabrina de la habitación.
- No grites que es temprano y Gabriel apenas se le bajó la temperatura.
- Lucia Meller explícame porque hay una niña con los ojos, la piel y el cabello de Gabriel y tu sonrisa y podría decirse que tú carácter, en la sala.
- En realidad, no tiene mi carácter, aunque a veces puede que sí, pero para mí es el carácter de tu hermano. - me mira sorprendida.
En eso llega Sebastián preguntado.
- ¿Son ideas mías o hay una versión de Gabriel en miniatura en el salón, pero femenina?
- Lo hay y Lucia iba explicarlo ahora.
- ¿En serio debo explicar?
- ¿Espera me estás diciendo que esa niña es tuya y de Gabriel? - me pregunta Sebastián.
- ¿Necesitan que lo confirme aun cuando la están viendo? - dice mi suegro al entrar con mi hija en brazo.
- Tata – me mira señalando a mi suegro - tía, tío - señala a Sebastián y a Sabrina, estas son las locuras de mi madre enseñándole a esta niña lo que no debe.
- ¿No es la niña más inteligente que han visto es como tener a Gabriel otra vez en miniatura? - dice mi suegro dándole un beso.
- La inteligencia la heredó de su madre, no de Gabrielito porque bien que da mucho que pensar y es hermosa como ella. - dice mi madre.
- Mamá - Gaby me estira los brazos y la cargo.
- Esto es grandioso, tengo una sobrina - dice Sebastián - Gabriel va a estar feliz.
- ¿Cómo fue posible? ¿Desde cuándo lo sabes papá? ¿Por qué no sabemos de ella? El médico dijo que podías morir o el bebé, pero aquí están.
- Que importa, ya están aquí las dos, vivas y sanas ¿Están sanas las dos? – Sebastián me mira asustado.
- Hasta ahora ella está bien y sana. - respondo.
- ¿Y tú? Conocíamos los riesgos, Gabriel va a estar feliz pero furioso contigo ¿Lo sabes? - pregunta Sabrina.
- Estoy viva, en tratamiento y cumpliendo con mi deber.
Sebastián me la quita de los brazos y llora hasta que le empieza hacer maldades y se ríe...
- Dios es una ternura, hola princesa soy tu tío/padrino.
- Hay muchos en cola. – le advierto.
- Es mi sobrina y Gabriel es mi mejor amigo debería ser el padrino ¿verdad suegro?
Sabrina se le acerca y le da besos - es hermosa - se limpia el cachete.
- Eso lo saco de mi hija, así era Lucia cada vez que le daban un beso que no fuera su padre o yo.
- Aun lo hago.
- ¿Como se llama está tremenda? – pregunta.
- Lucia ... - le digo, mamá y el señor Ziegermman me miran - Gabriela Lucia. - termino de decir.
- Esto es increíble yo que le digo a Gabriel que me dé una sobrina y resulta que ya la tengo.
- Él no puede enterarse - digo.
- Pero Lucia, Gabriel va a amarla con lo que desea un hijo de ustedes dos. - ¿De verdad?
- Yo sabré cuando decirle, por lo momentos nadie se lo va a decir y eso no está en discusión. - les digo - y tú madre no se puede enterar de ella - señalo a Sabrina.
- Pero ...
- Sabrina, es su decisión y se va a respetar, tu madre no va a saber y Gabriel tampoco. - dice mi suegro
- Por mi ni se preocupen yo no diré nada, me la como a besos, diré algo mi hija estará celosa cuando sepa que ya no es la única princesa de la casa – dice Sebastián.
Me llevo a mi hija y mi madre me sigue - ¿Ves en qué lío estamos metidas? No debiste venir madre ahora todos saben que ella existe menos Gabriel.
- Eso lo va a enojar mucho más, todos saben menos él, debes decirle.
- Mamá no me estreses y tu jovencita – me mira con esos ojitos del padre – ¿Por qué se te ocurre hablar y frente a ellos?
- No querías que hablara, ahí la tienes.
- Esto es tu culpa le has enseñado quienes son ellos porque yo solo le he mostrado a Gabriel no a la familia completa.
- Esa niña es muy inteligente y no me culpes a mí, más bien ve pensando como decirle a Gabriel que tiene una hija.
Me baño y le doy de desayunar, aunque Sabrina y Sebastián se han apoderado de ella en la sala de juegos, se supone que Gabriel lo sabría primero no toda su familia y medio cuerpo de seguridad. - ¡Dios!
- Señora – me habla Xavier – están buscando al señor Gabriel allá afuera.
- ¿Quién? – se queda callado y esto no me agrada sin embargo voy y le hago señal que suba a la niña, sea quien sea no me voy a arriesgar que la vean.
Mientras me acerco a la puerta ya estoy escuchando los gritos nada amables de esa voz chillona y arrogante.
- No pueden prohibirme la entrada, hare que Gabriel los bote, y tu sabes muy bien que esto te va pesar – le dice a José. – son unos ineptos, llama a tu jefe ahora.
- Si quiere hablar con alguien puede hablar con la señora Ziegermman – le dice José con burla y es la primera vez que lo veo con esa actitud.
- ¿La señora Ziegermman? No sabía que Selena estaba aquí.
- Creo que se refiere a mi – le digo y se voltea sorprendida de verme. - en esta casa solo hay una señora Ziegermman y esa soy yo.
Me mira de arriba abajo molesta, sorprendida, se le va a reventar el hígado, pero no es a la única, porque yo quiero saber con que atrevimiento viene a mi casa.
- ¿Qué haces aquí? ¿Dónde esta Gabriel? – intenta entrar a la casa y la detienen.
- Emilia no se si te has dado cuenta, pero no estamos en día de semana para hablar de asuntos laborales y a menos que sea urgente; que no creo, puede esperar a mañana en la oficina.
- ¿Por qué no me dejas ver a Gabriel? ¿Qué hiciste para que no me responda mis llamadas?
- Gabriel no es un niño que se le pueda prohibir algo, si quiere verte o hablarte, lo hará y si no lo ha hecho es por que hay momentos para hablar con su empleada y anoche estábamos ocupados cuando se despierte le diré que viniste.
Se me acerca molesta y los muchachos le cierran el paso – esta bien déjala que se acerque. – le dan paso y llega hasta donde estoy.
- No te vas a salir con la tuya, no sé qué estas tramando, pero Gabriel y yo tenemos una relación que no va a terminar porque tu llegaste. Me quiere acéptalo y que estes aquí, en esta casa no va a cambiar el hecho que ha estado conmigo, en mi apartamento, en mi carro, en mi oficina hasta en esta, su linda casa – la voy a despellejar, calma Lucia piensa antes de hablar. – se siente culpable por hace dos años, pero cuando lo convenza de que no tiene que sentirte obligado contigo te dejara otra vez.
- Mientras haces eso, te quedaras con las ganas, ahora no vuelvas a pisar mi casa, ni a insultar a mi personal porque no me va a importar que seas mujer y les pido que te traten como la… rata que eres.
- No me van a tocar porque saben que Gabriel se enojaría.
- ¿No me digas? ¡Alguien que saque esta mujer ahora mismo de mi casa!
- Si señora – dijeron algunos
- Como ordene – respondieron otros.
Se voltea y evita que la toquen, les digo que se detengan con una señal.
- ¿No me dijiste que tú eras la señora y que ellos te obedecían a ti? - me burlo – ya vez, aquí la jefa sigo siendo yo, aunque seas la zorra con la que mi marido se divertía mientras yo estaba de viaje y si es que eso es verdad.
- Regresa adentro y disfruta de la que fue tu casa porque cuando Gabriel reaccione te iras por donde viniste, mientras tanto yo lo esperare en mi departamento.
- ¿Tu departamento? – me rio otra vez en su cara – te aconsejo que le digas a esa amiga tuya de bienes y raíces que te consiga un lugar donde vivir y rápido. Adiós Emilia, seguiría hablando contigo, pero… - me acerco y le susurro al oído - tengo a un marido que atender, y tu entenderás que dos años, son dos años. – le guiño un ojo y se que arde de rabia.
- Te odio.
- Eso es un sentimiento muy feo, pero no serias la primera así que busca membresía en el club de las que me odian, y creo que sabes quien es la presidenta de ese club. ¡Acompañen a la abogada a la puerta! – le digo a los hombres.
Mientras entro enojada a la casa, dame paciencia porque me va a dar algo, más le vale a Gabriel que sea mentira que esa mujer a pisado esta casa porque la quemo con el adentro.
- Es mentira – escucho a Sabrina – todo lo que te dijo o lo que logre escuchar, es mentira.
- No importa si es o no mentira, él y yo estamos separados y ya conocemos como es de caliente tu hermano.
- Ha cambiado Lucia, en esta casa la única mujer que ha entrado además de Anna y mi nana, somos mi mamá, Sara y yo, y lamento decir que son contadas desde que te fuiste; es lo único que volvió hacer como antes, extraño nuestras cenas y las reuniones de fin de semana. Gabriel jamás ofendería tu recuerdo.
- Si lo que dices es verdad, ya sabes la clase de amiga que tienes; no me vuelvas a decir que solo son amigos.
- Lo son o por lo menos de parte de él.
- Cuando despierte hablamos eso con calma, voy a verlo.
- Está bien, iba a salir a ver a los niños me preocupa dejarlos solos tanto tiempo.
- Sabrina, no te estoy corriendo, pero Sebastián y tu pueden ir a casa, estar con los niños, descansar bien y hablar, necesitan arreglar sus cosas. Si algo pasa con Gabriel yo les aviso o pueden regresar más tarde.
- Me da miedo dejarlo, siempre fue el más fuerte nunca lo había visto tan frágil excepto cuando se entero de tu enfermedad y tenia miedo que no salieras viva de la cirugía.
- Yo lo voy a cuidar bien, lo prometo – sonríe
- Si lo prometes si te creo, voy a ver como convenzo a Sebastián y a papá, pero esta noche venimos a cenar ¿si te parece bien?
Entra Nicandro y Xavier a la casa – puedes venir las veces que quieras esta también es tu casa, no me tienes que pedir permiso.
- Eres la señora de la casa, por supuesto que debo pedir permiso – me guiña un ojo – me despediré de mi sobrina.
Sube y veo otra vez a los muchachos hago que me sigan al despacho.
- ¿Cómo llego hasta la entrada de la casa? Se supone que hay vigilantes y en la reja esta alguien para que se anuncie ¿O me equivoco?
- No señora, kelvin la dejo pasar porque le dijo que el señor lo botaría y el necesita el empleo y como ha visto a la señorita con él.
- ¿Aquí? – niegan - ¿Es decir que si alguien viene, amenaza con decirle a Gabriel que los bote, puede entrar a la casa? No me vengas con estupideces Xavier, eres el encargado de quien entra y sale de esta casa y solo los que en este momento están en casa son los que tienen permiso de entrar y salir, nadie más. Que no se repita, ve y diles que la próxima vez que dejen entrar a alguien que no esta autorizado yo soy quien los va a botar.
Sale del despacho y la taquicardia va a mil, trato de respirar profundo.
- ¿Te sientes bien? – pregunta Nicandro.
- Cuando Petter se fue te nombro jefe de seguridad, el encargado de cada uno de esos hombres y de nuestra seguridad, lo has hecho muy bien, pero últimamente me estoy preocupando por tus habilidades Nicandro.
- Señora yo…
- Gabriel esta herido y al parecer aquí puede entrar quien le plazca. Encárgate de que mi esposo, mi madre, mi hija, mi suegro y mi cuñada estén bien cuidada por tus hombres porque al próximo error tú vas a hacer quien me responda. ¡Ahora ve a poner orden a ese grupo de hombres!
- No volverá a pasar – cuando esta por salir me llama – Lucia, no porque soy el chofer y el guardaespaldas del señor le mentiré, esa mujer jamás a pisado esta casa, y el señor no tiene nada con ella que no sea una amistad, se lo aseguro.
- No puedes asegurar algo así Nicandro.
- Yo escucho, lo cuido, el señor no se mueve a ningún lado sin mí, conozco cada uno de sus pasos, le puedo asegurar que no hay nada entre ellos.
- ¿Me dices que eras su sombra? – afirma – hasta las sombras desaparecen en algún momento.
- Solo me aparte del señor cuando usted llego, para cuidarla.
- ¿Me quieres cuidar? Entonces cuida a mis amores.
Sale y voy a ver a Gabriel, y encuentro a Gabriela acostada a su lado, se ve tan bello, la mejor imagen de mi vida. Mi hija en el regazo de su padre.
- Mi cielo ¿qué haces aquí? papá duerme, no puedes estar aquí porque él está enfermo- hace puchero.
- Papá…
- Ya le diremos que estas aquí, y espero que te ame como yo lo hago.
- ¡Aquí esta! – entra mi mamá al cuarto y mi hija me abraza – me tiene buscándola por todos lados.
- Ya veo.
- Igualita a ti, que hacías travesuras a cada rato, Gabriel sufrirá con esta niña – me rio.
- Mientras la ame. – mamá la carga y se la lleva.
- Zigermman debes despertar tu marinera proclama tu atención.
Me doy cuenta de que tiene una cadena envuelta en su cuello, se la quito y me percato que es mi cadena, la que le regale en su cumpleaños con la cola de sirena, nunca se la quitaba solo que esta vez también tiene nuestro anillo de boda. No puedo evitar sonreír.
- ¿Aun me amaras Gabriel?
- Con mi vida y eso es mío.
- No sabía que aún lo conservaras.
- Conservo todo, hasta tu colección de lentes y de ropa interior – me rio.
- ¿Como te sientes?
- Débil, con sueño, confuso, no se si esto es un sueño o es verdad.
- Tranquilo, ya te pondrás mejor.
- Si te tengo a mi lado, así será, descansa.
- No te vayas a ir.
- Aquí voy a estar marinero. - cierra sus ojos.
- ¿Dónde está? - me pregunta
- ¿Dónde está quién? – pregunto sin entender.
- Mi hija - Ay no me va a dar algo cálmate, respira, inhala/ exhala Lucia - mi sirenita.
Se vuelve a dormir.