Se me está olvidando algo, pero por más que trato de acordarme no sé qué pueda ser; ya revisé todos los pendientes para poderme ir tranquilo.
- Señor - entra mi secretaria a la oficina.
- Menos mal que vienes, necesito que entregues esto a los japoneses y este documento a los italianos.
- Si señor.
- Me voy el fin de semana de viaje, si ocurre algo le avisas a Sebastián probablemente esté fuera de cobertura y se te hará difícil contactarme.
- Está bien señor, por cierto, le mandaron este documento proviene…
- Gabriel…- Entran Emilia y Sebastián a mi oficina.
- ¡Se toca antes de entrar! - ya me cansa decirlo.
- Lo sentimos, pero tenemos un problema, ya retírate- le dice Emilia a mi secretaria y obedece.
- Debe ser algo importante para que invadan mi oficina de esta manera.
- Resulta que tenemos un problema con los japoneses, quieren que el edificio esté en menos tiempo del que está planteado. Se le ha dicho que no es posible, pero dicen que nos demandarán por eso, y Emilia les acaba de decir que lo haremos sin nuestro consentimiento - ¡¿Qué demonios?!
- ¡¿Qué?!¿Por qué le dijiste eso? - trato de que mi rabia no me controle.
- Son personas muy importantes Gabriel, no podemos defraudarlos además que hay mucho dinero en juego.
- ¡Esto no se trata de dinero y tú deber no es meterte en las negociaciones! - le grita Sebastián.
- Hice lo que creí que era conveniente. Gabriel, si no supiera que puedes hacerlo no hubiera accedido a esos terminamos.
- Se nota que no sabes nada porque no se puede hacer en ese tiempo y nadie te pidió que te metieras, las negociaciones son nuestra prioridad no la tuya. - son muy pocas las veces que he visto enojado a Sebastián y esta es una de ellas
- ¿Entonces quieres perder un buen contrato y mucho dinero por no cumplir con su pedido?
- Esto no son los juzgados Emilia, aquí no mandas aquí obedeces, y las negociaciones son nuestro asunto no tuyo, a ver ¿Cuándo adquiriste el titulo de ingeniero o de arquitectura para decidir?
- Cómo …
- ¡Ya basta! - intervengo, cuando creo resolver un problema aparecen nuevos. - Emilia no debiste hacer eso, las negociaciones no son de tu área si se presenta un problema lo resolvemos nosotros, no vuelvas a meterte en esos asuntos.
- Gabriel solo quería ayudar y evitar un pleito legal.
- Igualmente, eso lo resolvemos nosotros si se presenta un problema legal ahí te avisamos. Sebastián tampoco exageres, Emilia hizo mal pero no hay razón para ser tan odioso.
- ¡¿Bromeas?! Tu te pones peor por cualquier estupidez y no porque te la lleves a la cama le da derecho a meterse - me mira molesto
- ¡Sebastián!, Emilia déjanos solos por favor y no vuelvas a interferir con las negociaciones a menos que nosotros lo solicitemos.
- Está bien, no pensé que esto traería problemas si lo hice es porque creo que son capaces de hacerlo y quería ayudar.
- Nadie te pidió ayuda - le responde Sebastián con mala actitud.
- Emilia por favor. - sale de la oficina molesta y veo a Sebastián furioso, - Sebastián eso fue inapropiado y no es para exagerar.
- ¡¿Exagerar?!, ¿Qué rayos pasa contigo? Antes solía ser implacable en los negocios, pero cuando se trata de Emilia pareces un muñeco.
- Sebastián…- eso sí me molesta.
- ¡¿Que?! No estoy mintiendo, en los últimos meses manda y ordena como si fuera dueña y señora, no porque se meta a tu cama se tiene que meter en los negocios.
- Sebastián te estás pasando de la raya.
- No, ella es la que se está pasando de la raya y mi paciencia tiene un límite, ni Sabrina ni Lucia se metieron en nuestros asuntos a menos que se lo pidiéramos y sin embargo mantenían su límite, ella no.
- No la metas en esto, sabes que no la puedes nombrar.
- Es la verdad, y aunque no la nombre no cambia las cosas - respira profundo - Gabriel controla a tu noviecita porque eres el único que no quiere ver sus atribuciones y busca cómo solucionar ahora este problema porque lo que ellos quieren no lo puedes construir en ese tiempo.
Sebastián sale furioso de mi oficina y no es para menos, ahora debemos resolver este problema. Llamó a los japoneses y trato de llagar a un acuerdo justo para ambas partes, pero no quieren ceder.
- Mi abogada se tomó ciertas atribuciones que no le corresponden pensado que era por nuestro bien, pero no esta capacitada para decidir sobre estos temas.
- No puede demandarnos, hemos invertido mucho, pero entienda que lo que pide no es posible.
- Lo siento, pero ella habló por ustedes así que tienen esa fecha o los demandaré, deben saber hacer su trabajo señor Ziegermman.
- Está bien, nos vemos en los tribunales, de ahora en adelante nuestros abogados se entenderán.
- ¿Prefiere una demanda que obedecer?
- El arquitecto e ingeniero somos nosotros y se lo que se puede y no hacer si usted no entiende no es mi culpa.
- ¡Haga su trabajo, mande a su gente y construya!
- A mí nadie me dice como hacer mi trabajo, y mucho menos me grita.
- Dese por demandado
- Perfecto, nos vemos en los tribunales - le cuelgo, esto es insólito.
En la noche en casa de mis padres, mis sobrinos están muy callados, mi madre igual de comunicativa halagando a Emilia, mi hermana apenas y comentaba algo y Sebastián no hablaba.
- Esta cena parece todo menos una cena familiar- dice mi papá.
- ¿Por qué lo dices? - preguntó.
- Nadie dice nada, apenas mencionan alguna palabra y ¿ustedes niños están callados? ¿No quieren contar nada?. - Los niños se miran.
- No abuelo todo va bien en la escuela y en el deporte - menciona Santiago.
- ¿Y tú princesa no tienes nada que contar? - sube sus hombros como si nada, y le dice algo a Sebastián al oído, después se levanta y se va.
- ¿Qué tiene? - le pregunto, y luego Santi hace lo mismo y se va.
- ¿Qué tienen estos niños? - pregunta mi madre.
- No lo sé, desde hace días qué están así, lo que hacen es preguntar por Anna. - dice Sabrina.
- ¿Mi muchacha del servicio? - le pregunto. - ¿Por qué?
- No lo sé, creo que se han encariñado con ella.
- Voy a ver qué tienen.
- Gabriel, déjalos hay que enseñarlos a no ser tan malcriados. - dice mi madre.
- Mis hijos no son malcriados madre, siempre han sido muy respetuosos y obedientes, pero tienen su personalidad. - dice mi hermana enojada.
- Además, quién la entiende, si hablan es porque son irrespetuosos y se meten en conversación de grande ahora sí están callados también le molesta. - comenta Sebastián.
- Mientras ustedes discuten, voy a verlos. - me levanto a buscarlos, pero no los consigo.
Luego de un par de minutos encuentro a mi princesa, en una esquina sentada viendo a un punto fijo, se ve triste y preocupada.
- ¿Puedo sentarme aquí? - le pregunté aun cuando ya me había sentado y aun así no dijo ni una palabra. - estás muy callada ¿Me quieres contar? - niega, por lo menos sé que algo le pasa - ¿pasó algo en la escuela? - se queda en silencio. - sabes que me puedes contar, si alguien se mete contigo o te hizo algo yo te defenderé.
- No tío, ya mi tía se ocupó de eso, pero no funcionó - ¿Su tía?
- ¿Qué tía?
- Solo tengo una tía - imposible que hable de Lucia - ella me dijo que se iba encargar de todo, y yo le creo.
- Princesa ¿hablas de tu tía Lucia? - afirma - ¿Cuándo hablaste con ella? - me mira y empieza a ver a todos lados.
- Este… mi papá me llama me debo ir. - se me intenta escapar, pero la retengo.
- No señorita, ¿a ver dime cuándo hablaste con tu tía? - se tapa la boca y no dice nada, los niños son muy imaginativos sobre todo a su edad. - ¿es uno de tus amigos imaginarios?, la quieres mucho y la extrañas por eso la imaginas. Está bien.
- Yo no la imagino, mi tía es de verdad y está muy linda, aunque estaba muy molesta cuando se peleó con mi maestra. Ahora entiendo porque está molesta contigo da miedo
- ¿Se peleó con tu maestra? A ver princesa no te entiendo. - vuelve a mirar el cielo y taparse la boca, la imaginación de esta niña.
- Yo estoy molesta contigo, dije que no te iba a hablar.
- ¿Y porque estás molesta?
- No fuiste a mi escuela a mi presentación, y dijiste que no te molestara.
- ¿Qué? Yo no…
- Está bien, igual no hizo falta que fueras, saque excelente nota, pero sigo molesta contigo. - sale corriendo Dios estos niños van a acabar con mi existencia.
Hablando de niños recuerdo el mío y decido llamar a Zoé.
- Señor, buenas noches.
- Buenas noches, ¿Cómo está Lewin?
- Bien, señor jugando. - lo escucho reírse, nunca lo había visto tan feliz.
- Ya escuchó, no lo acuestes tarde, ¿Su madre dónde está?
- La señora dijo que tenía una cena de negocios.
- ¿Otra cena? Ayer estaba en una, no puede desatender tanto al niño. - lo escucho reírse, pero también hay mucho ruido - ¿Estás en la calle?
- Si señor, estamos en el parque que hay una feria, pero ya vamos camino a la casa.
- Si, es muy tarde para que estén en la calle. Te mando el coche.
- No hace falta señor, ya estamos por llegar.
- Bueno, que descansen y cualquier cosa me llamas.
- Si señor. - cuelgo y la rabia se me sube a la cabeza al ver el desapego que tiene Lucrecia con el niño.
¡¿Dios, en qué momento se me complicó tanto la vida? Todo es un desastre.
- Tengo una respuesta, pero no te va a agradar así que mejor no te respondo.
- Muy gracioso Sebastián, por cierto, hablé con los japoneses.
- Si, me enteré de que le dijiste que nos demandarán, te hicieron molestar.
- No tienes idea, no sé cómo Emilia pudo decir que haríamos ese trabajo en ese lapso tan corto.
- Espero que hables con ella y le pidas que no se meta en los asuntos laborales que no sean de su jurisdicción.
- Sebastián solo quiso ayudar y al no conocer…
- Nos metió en problemas, a veces digo que estás ciego con ella, no digo que sea mala persona, pero hay algo en ella que no me agrada, es como si fuera falsa.
- ¿Te has dado cuenta de que todas las mujeres que se me acercan dices lo mismo?
- Y nunca me he equivocado, aunque eso no es del todo cierto, no pensé así de Lucia. - lo miro molesto - si ya se, está prohibido hablar de ella. Me preguntó si regresa y la tienes al frente ¿qué le dirías? - no sé cómo responder a esa pregunta, son tantas cosas.
- No lo sé, pero sé que no va a ser de una forma agradable.
- El mundo es extraño.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque a veces el mundo te responde lo que quieres saber, pero como no es lo que deseas escuchar o ver lo ignoras, sin embargo, te da una respuesta.
- ¿Me quieres decir algo? - está extraño.
- No, me voy nos vemos mañana.
- Los niños no cenaron.
- Tranquilo, no mataría de hambre a mis hijos.
Qué día tan extraño, estresante y molesto, mejor me voy a casa, entro despidiéndome de mis padres.
- Supe que te vas de viaje este fin de semana. - menciona mi madre.
- Si, probablemente no tenga señal.
- ¿Te vas solo o con Emilia?
- Déjalo tranquilo mujer, tu y la manía de emparejarlo con tu amigas. - dice mi padre.
- Yo no lo estoy emparejando con mis amigas, son sus amigas no mías.
- Cómo sea, déjalo tranquilo. Vete a descansar hijo te lo mereces hace un buen tiempo que no te tomas unas vacaciones.
- Solo será el fin de semana, nos vemos.
Preparé todo y el plan era ir con Emilia, aunque aún no me siento cómodo con un viaje en plan de pareja que no sea… no pienses en ella Gabriel, ya no existe. Mande a Nicandro para que arregle todo y en la mañana voy al gimnasio. Vi entrenar a Marcelo y a Santiago, me preguntó si ellos sabrán algo de Lucia, desde que se enteraron de que tengo un hijo, solo nos saludamos cordialmente pero no es como antes que teníamos una amistad.
Me imagino que piensan que le fui infiel a Lucía, pero tampoco se los voy a explicar, es mi vida privada y ellos no tienen por qué saber.
- Estás distraído - me reclama Petter. - si no vas a estar concentrado para que me haces perder el tiempo.
- Deja de ser amargado, estaba pensando.
- Pues deja de pensar en boberías y mente en el entrenamiento.
- Es que tengo un asunto en la empresa con demanda incluida.
- ¿Qué hiciste?
- No hice, querrás decir. Los japoneses con los que trabajaba cambiaron la fecha de entrega y no se puede hacer, ellos no lo entienden y Emilia prometió que lo haríamos sin consultarnos ahora nos demandan porque dije que no lo íbamos hacer en ese tiempo.
- Espero lo soluciones, estás viniendo a entrenar en las mañanas ¿Por qué?
- Porque tengo tiempo y me gusta drenar aquí, que tiene de malo.
- Nada, es que me extraña.
- Ya sabes que así soy ¿Cómo va tu embarazo?
- Bien, con náuseas y antojos, pero creciendo.
- Me alegra, ¿y seré el padrino?
- Mi amada no tiene problema que seas el padrino, sabes que ella no tiene amigos ni familia así que puedes ser el padrino.
- ¿Puedo ser? ¿Por qué no lo sería?
- Porque tal vez no te agrade la madrina.
- ¿A quién escogiste que no me agradaría?
- No es que sea de tu desagrado, es todo lo contrario, pero ahora no están en buenos términos. - me pongo a pensar quién podría ser que me agrade, pero ahora no estemos bien, no compartimos amigas en común.
- Estoy en ascuas no se de quien hablamos.
- A su tiempo lo sabrás.
- Espera si no me agrada, ¿la escoges a ella antes que a mí?
- Los escogimos los dos, pero si tú no estás de acuerdo no te podemos obligar. Y concéntrate, vamos.
Seguimos practicando hasta que se hizo tarde, llegue a la oficina solucione todo para irme, despejar mi mente.
Escucho la puerta y una voz que dice: ¿Se puede entrar?
- Si Emilia pasa. - me alegra que toques la puerta.
- Ayer parecías muy molesto.
- Estoy molesto, lo que hiciste estuvo mal.
- Lo siento, no pensé que fuera a traer problemas, ahora aceptaste una demanda. – me entrega unos papeles.
- Emilia en cuestión de asuntos arquitectónicos no te debes meter, tus asuntos son estrictamente legales, ¿estamos claros?
- Solo quería ayudar.
- No se te ha pedido ayuda - veo su cara triste - sé que quieres ayudar, por eso te he dejado meterte en asuntos de la empresa, pero en los negocios no.
- Está bien, no va a volver a suceder. ¿Sigues molesto conmigo? ¿Nos vamos a ir de viaje?
- No lo sé, déjame ver de aquí a la tarde te digo, hay mucho trabajo que hacer.
- Me dijiste que ibas a sacar tiempo. - abro la carpeta y veo la demanda de cuanto nos va a costar este proyecto.
- Eso fue antes de que tuviéramos un problema con los japoneses que tu misma creaste. – me mira sorprendida y molesta por mi comentario. – este precio es absurdo.
- No tienes que ser tan odioso, sé que hice mal y si lo vi, pero no quieren ceder.
- Tu hiciste esto, arréglalo, busca la manera de que esto no sea un abuso.
- No me hagas sentir mal, Gabriel.
- Cuando hay errores se paga el precio, ahora resuelve ese si es tu trabajo, si fuiste capaz de meterte en el trabajo de los demás y causar problemas, puedes hacer el tuyo y resolverlo. - estoy que la rabia me consume.
- Esta bien, yo vere como soluciono esto, pero no te molestes conmigo, mejor nos tomamos el fin de semana y pensamos que hacer.
- Emilia no me presiones ahora, debes resolver esto.
- Cuando estas de ese humor no hay quien te aguante, me provoca irme.
- Había alguien que lo hacía. – digo más para mí que para ella.
- ¿Qué dijiste?
- Que nada te detiene, cierra la puerta al salir.
- Si mejor me voy, si cambias de opinión sobre el viaje de fin de semana me avisas. - no le digo nada y me concentro en la computadora.
En estos momentos estoy irritado con ella, como fue tan entrometida vamos a perder un gran proyecto y perder una cantidad de dinero sin sentido.
- Emilia salió como alma que lleva el diablo.
- ¡Se toca antes de entrar! ¿tanto cuesta tocar la puerta?
- Ay que humor, relájate que yo no soy tus mujeres quien te aguantan el mal carácter bueno no todas.
- Ahora no Sebastián
- ¿Qué te tiene tan molesto? – le entrego la carpeta que me dio Emilia, la lee y me mira sin creerlo.
- Esto es absurdo demandan por una cantidad de dinero mucho mas alta de lo que cuesta el proyecto.
- Lo sé
- ¿Qué dice Emilia?
- Está tratando de resolverlo.
- Debería, ella nos metió en este problema, ¿cómo se supone que saldremos de él?
- Necesito descansar la cabeza me va a explotar del estrés y el dolor.
- ¿No te ibas de viaje con tu nueva novia? – lo miro molesto.
- ¿Crees que me puedo ir con este problema? Y no es mi novia– le señalo la carpeta.
- Es viernes no vas a poder solucionar nada, capaz si despejas la mente puedes encontrar una solución.
- No tengo ánimos de estar con Emilia ahora.
- Vete sin ella. Yo voy a ver a mis hijos porque en la escuela me llamaron.
- ¿Paso algo con los niños?
- Al parecer tu princesa se metió en problemas.
- Ayer la vi extraña, sabia que paso algo en su escuela, pero no me quiso contar según ella su tía se encargó.
- ¿Su tía?
- ¿Qué te digo?, la imaginación de esa niña cada día está más avanzada.
- Me voy a ver que sucedió y piensa lo que te dije, yo tratare de pensar también en una solución. – sale de mi oficina dejándome con mis pensamientos.
Termino algunos proyectos, vuelvo a ver la carpeta de los japoneses y me irrita, tal vez no es mala la idea irme por el fin de semana, igual necesito descansar y pensar bien qué hacer con esto.
Llamo a mi secretaria le doy las ultimas ordenes y me voy a casa arreglar todo, al llegar mi nana ya me tiene una maleta hecha con lo más básico, no cambia.
- ¿Dónde lo llevo señor? - me pregunta Nicandro.
- Vamos al puerto quiero navegar un rato, pero primero debo ir a casa de mi hermana.
- Si señor.
Una hora después estoy en casa de Sabrina y Sebastián, quiero ver que sucedió en la escuela.
- Hola, no te esperaba – dice Sebastián al verme.
- Quería saber que paso con mi princesa y verla antes de irme.
- Me vas a hacer caso y despejarte, que milagro.
- Capaz tienes razón y encuentre la solución a mis problemas y mal humor, regreso más feliz.
- ¿De verdad lo crees? - no, pero por lo menos estaré en el mar.
- Quien sabe, pero cuéntame ¿qué te dijeron en la escuela?
- Resulta que tu sobrina se le dio por ser karateka y golpeo a un par de niñas en la escuela.
- ¿Por qué? Ella no es violenta.
- No sé, no quiere decir nada solo dijo que la maestra era una mentirosa y que cuando fuera su tía para defenderla iba temblar de miedo.
- Insiste con Lucia
- También nos dieron quejas de que no está haciendo sus tareas algo que es muy extraño en ella porque siempre fue aplicada y Sabrina la ayuda a realizarlas.
- ¿Qué explicación te dio?
- Ninguna, la castigamos en su habitación, pero aun así no quiere hablar con nadie solo dice que quiere ver a Anna.
- ¿Que tienen estos niños con mi muchacha de servicio?
- No lo sé, pero ¿puedes decirle que venga el lunes?
- Claro ¿y Sabrina?
- Esta arriba con los niños.
- Voy a ver a la princesa.
Subo a su habitación y veo a Sabrina tratando de que mi princesa le diga algo, se ve tan linda y triste, levanta su mirada y me ve, Sabrina voltea.
- No sabía que estabas aquí.
- Vine a ver a esta princesa que me dijeron que se ha portado mal en la escuela y no quiere decir por qué.
- Esta muda, no dice nada solo dice que quiere ver a Anna o…
- ¿A quién? – ya me imagino a quien quiere ver.
- A nadie, cosas de niño capaz mamá tiene razón y la estamos malcriando demasiado.
- ¿Me permites a ver si yo le saco información?
- No creo, está molesta contigo, por cierto, gracias por ir a la escuela por su proyecto si no es porque la maestra nos dice que fue la nota más alta después de que venia reprobada no nos hubiéramos enterado, Sebastián y yo no lo recordamos de tantas cosas que teníamos.
- Somos tres – me mira sin entender- yo no he ido a su escuela, también se me olvido su proyecto si no es porque me lo menciono anoche.
- ¿Si no fuiste tu quien fue?
- Déjame y lo averiguo.
Sale del cuarto y me siento al lado de mi princesa, esta con sus muñecas.
- No tienes tu Tablet para jugar.
- Mamá me la quito porque me porte mal en la escuela.
- ¿Por qué le pegaste a esas niñas? - se queda en silencio. – tampoco has entregado tus tareas, y sé que las realizas.
- Ya no va a volver a pasar lo prometí, y las promesas se cumplen. – por lo menos algo aprendieron de mi… ella.
- Dijeron que te fue muy bien en tu proyecto, ¿a quién llevaste?
- No importa, a mi maestra le gusto mi proyecto.
- ¿No me quieres contar quien fue? – niega. - ¿por qué dijiste que tu maestra es mentirosa y le dijiste que tu tía le va a dar su merecido?
- Por que yo no hice nada de lo que dijo, es decir; si lo hice, pero ella sabe las razones y no dijo nada, mintió y cuando se lo diga a mi tía se va a enojar mucho.
- ¿Cómo se lo dirás?
- No te lo puedo decir tío, es una sorpresa.
- ¿Sorpresa?
- Si, aunque la sorpresa es para quien se porte bien y tu no te portas nada bien.
- Mira quien habla – la abrazo - es muy tarde para que estes despierta.
- ¿Me contaras una historia para dormir?
- Para mi princesa lo que quiera ¿qué quieres leer?
- Quiero que me cuentes la historia de la Sirena y el Marinero. - de todas y ella pide esa.
- A ver te cuento la historia.
La acuesto en su cama y empiezo a contarle la historia y se va queda dormida, la termino de acostar, paso por la habitación de Santiago y esta dormido.
- ¿Como te fue te dijo algo?
- Nada, que es una sorpresa, pero insiste que la maestra miente, y en cuanto a las tareas me dijo que a alguien le prometió que iba ser obediente, me imagino que fue a uno de ustedes.
- No – dicen los dos al unisonó- ¿qué pasa con esta niña? – pregunta mi hermana toda preocupada.
- Quizás es la edad, todos pasamos por eso – le digo.
- No sé, creo que hay algo más, pero no quiere contarnos, esta muy callada, rebelde, solitaria y ella no es así.
- Aunque en estos días ha estado mas feliz y juiciosa hasta hoy que nos llamaron de la escuela. - menciona Sebastián.
- Démosle una oportunidad a ver con que nos sale ahora, ¿y Santiago?
- Él está juicioso, mientras no le hablemos de ti o te vea por televisión, periódicos o r************* con Emilia u otra mujer.
- Me voy, estaré en el yate, navegare por el fin de semana a ver si resuelvo algunos problemas.
- Algo, me conto Sebastián, espero lo puedan solucionar.
Me despido y vamos directamente al puerto, después de una hora llegamos, ya se siente la tranquilidad, pero nada mas basto con ver mi yate y recordar las mil veces que vine con Lucia. “El barco”, ella y sus cosas.
- Señor bienvenido – me dicen los de la tripulación.
- Buenas noches, espero estén bien.
- Si señor, todo esta listo como lo pidió. - me dice Anna.
- Por cierto, mi sobrina está loca por hablar contigo ¿podrías ir el lunes a casa de Sabrina?
- Por supuesto que sí señor.
- Esta bien, pueden poner el yate en curso necesito despejarme. - todo se miran entre si como si hubiera dicho algo malo. - ¿Por qué me miran así?
- Pensé que usted iba a navegar y querer estar solo – me dice el capitán.
- Esa era la idea, pero estaré ocupado.
- No lo dudo – dice la acompañante Valery
- Lo dejamos solos. Vamos – dice Anna.
- Señor… - me llama el capitán cuando voy subiendo – ¿nos vamos ya?.
- Si ya, pon en marcha el barco, digo yate – se ríe, se que lo hace porque cada vez que veníamos Lucia peleaba conmigo delante de ellos para que asumiera que era un barco.
- Señor la dama quiso subir hasta la parte de arriba, aunque le dijimos que usted no había llegado. - dice José – intenté detenerla, pero no pude.
- ¿La dama? – Emilia, no puedo creer que haya venido hasta aquí sin que le dijera seguro mi mamá se lo dijo. - ¿por qué la dejan entrar sin autorización?
- No habría manera de detenerla señor además es…- interrumpo a Nicandro
- Si ya se – estúpida prensa que dice que es mi novia, subo buscándola y no está en ningún lado. No se atrevería subir al jacuzzi, nadie ha entrado aquí desde que Lucia se fue. Mucho menos a nuestra área favorita.
Subo corriendo hasta arriba molesto, ahora si me va a ver enojado, puedo ser cordial pero no tolerare que invadan mi espacio. Al terminar de subir me llega ese olor que invade mis sentidos, el que me embriaga, ni siquiera molesto puedo dejar de pensar en ella, este lugar sigue oliendo a ella. Reacciono y termino de entrar.
- Emilia ¿dónde estás? – miro y no la encuentro – ¡te dije que te avisaba, no puedes subir aquí! – demonios odio jugar a las escondidas. De repente siento ese escalofrió en mi cuerpo que solo reacciona cuando tiene cerca a… me volteo y ahí está, una ilusión.
- Buenas noches Zigelmman. – es ella está aquí.
- Lucia.