Capitulo 29- Gabriel

4857 Words
No mataré a nadie, seré pacífico, me comportare como un caballero, respetable con clase. Repite esto varias veces Gabriel y sácate la imagen de Benjamín besando a mi sirena y al otro recién llegado medio desnudo en su departamento. - ¡Hermanito! - entra Sabrina a mi oficina y abro un solo ojo. - Hermanita ¿Que nueva locura te trae por aquí? - Cuando hablas así pienso que hago muchas y en realidad no es así. - Ya veremos, ¿Cómo estás? - Yo bien, o eso creo ¿y tú? - Estoy bien, cansando, pero nada del otro mundo. - mira a todos lados. - ¿Qué quieres saber Sabrina? - Se que Lucia está en el país y que tú lo sabes. - la miró y continua - ¿Quiero saber cómo estás? - Estoy bien - sonrió - nada por qué preocuparte. - ¿Qué vas a hacer ahora que llegó? - Hacer que no se vaya. - Aún la quieres contigo ¿Dónde queda Emilia? - Emilia es una amiga y abogada, no es más que eso y ya estoy cansado que me pregunten lo mismo como si tuviéramos algo. - No te enojes, pero pareciera que querías estar con ella. - Pues no, solo quiero estar con la mujer que escogí hace cinco años con nadie más. - ¿Te dijo dónde ha estado todo este tiempo? - Ya lo averiguaré, Lucia no es la de antes, está bastante recia y con el sarcasmo a mil, es difícil hablar con ella. - Se va sin explicación y regresa sin una. - Explicaciones tiene, pero son asuntos privados hermanita. - ¿Secretos conmigo? Increíble, ella dijo que te merecías que estuvieras sufriendo. - Tal vez tenga razón, aunque se pasó con el castigo. - ¿Es decir que si paso algo entre ustedes que la hizo irse? - Si, pero ya me encargaré de solucionar eso; ahora dime tú ¿cómo estás? Sé que regreso cierta persona y no te alegra mucho. - ¿Debería? Quien se alegra del regreso de la mujer con la que tu marido casi se casa y que es un amor de persona. - Estás celosa, no es necesario Sebastián te ama. - ¿Desde cuándo el amor es impedimento para que le sean infiel a uno?, por favor. Tú estás enamorado de Lucia y bien que te acuestas con otras. - Yo no me acuesto con nadie que no sea mi mujer, porque la amo y sé que en el momento que la traicione soy barco a la deriva capaz de hundirse en un agujero n***o marino o enfrentarse a una ola pícara provocadas por ella que me lleve al infierno, y lo sé con propiedad, Sebastián no se va a arriesgar a eso. - En los hombres no hay que confiar, además ¿Que tiene que estar ella cenando, saliendo o viendo a mi esposo? - Existe algo que se llama casualidad. - Me importa poco la casualidad, quiero a esa mujer lejos de Sebastián, si lo quiere ver qué agarre una foto que debe tener bastante. - Yo que creía que Lucia era la única con ese nivel de celos. - Uno no cela si no le dan motivos ¿Cenaras con mis padres hoy? - No sé, no tengo ganas de oírle la lengua a mi madre porque Lucia está en el país. - Mis hijos están saltando de la dicha, ya Sara me dijo que fue ella quien fue a su presentación y la defendió de su maestra, debería ser yo. - No estés celosa porque Lucia la defendió o tiene más confianza en ella, las tías son como el diario vivo de las sobrinas les dicen a ellas lo que no le pueden decir a sus padres. - Pues deberías darme una sobrina en vez de quitarme a mi hija. - Sabes que no es posible. - Claro que es posible, que yo sepa no eres estéril. - La mujer que escogí para toda la vida no puede y si ella no es la que va a hacer y acunar a mis herederos no me interesa. - Pero tienes uno, que es una belleza, pero es muy retraído. Deberías decirle a Lucrecia que lo lleve al médico capaz tiene un problema, y ya debería ir a la escuela. - Veo que hablas con Lucrecia. - Mamá me llevo a verla y aproveché ver a mi sobrino, porque si es por ti nunca lo conoceré. - Lewin fue un accidente que aún estoy tratando de entender como sucedió porque soy muy delicado con eso, pero ahí está; y si no los llevo a verlos ya viste porque, no se da con las personas. - Si y eso no es normal, y confirmaste tu paternidad, tienes un papel que lo dice por lo tanto no puedes dudar de Lucrecia. - Ya lo sé, pero es el único sobrino que tendrás. - ¿Gabriel de verdad quieres volver con Lucia a pesar de su estado y de que no puede darte hijos? - Si Sebastián te dice que tiene una enfermedad que le puede costar la vida ¿Lo dejas o lo apoyas? - Es mi esposo y lo amo, jamás lo dejaría por mucho estrés que me provoque. - Ahí tienes mi respuesta. Ella es mi mundo, es una parte de mí, yo no sé respirar sin ella, y creo que muchos lo notaron cuando se fue. - Pero no eras tú cuando estaban juntos, no sonreías, vivías preocupado. - ¿Quién puede sonreír cuando sabe que su vida se le está yendo de las manos y no puede hacer nada para evitarlo? Y eso no es culpa de ella, más bien se desvivía por hacerme feliz. - Eso no se lo puedo discutir, pero aún estoy molesta con ella por hacerte sufrir, poner a mis hijos tristes y sin explicaciones. - Sabrina, dime que estás enojada porque perdiste una amiga, siempre has estado acostumbrada a que te tomen en cuenta, te digan lo que les pasé y darles consejo, eres la buena samaritana de tu grupo de amigas; te encariñaste con Lucia, era como una hermana después que perdiste a Lucrecia y un día se va sin decirte nada; yo perdí a mi mujer y tú a una hermana. - Puede que tengas razón y no se lo perdono. - Yo también tuve mi culpa en eso Sabrina, pero deberías hablar con ella, su amistad no tiene nada que ver con lo nuestro. - Lo voy a pensar, ¿Dónde está mi esposo? - No lo sé, debe estar con un cliente. - No quiero ir sola a la casa de mis padres, ve conmigo y los niños. - Sabrina eso va a ser una tortura. - Por favor, no quiero que empiece a preguntarme sobre Sebastián y que Darla está en el país y todo eso. - ¿Mejor que se enfoque en mí y Lucia? – sonríe. - Mejor es que nos apoyemos y salgamos de eso rápido. - Lo que hago por mi dulce hermana. – aplaude, meda un beso. - Eres el mejor, nos vemos esta noche. Sale de mi oficina, nada más pensar en esa cena ya me duele la cabeza, pero por lo menos vere a mi papá, pienso sobre lo que me dijo de Lewin, debo hablarlo con Lucrecia, y después de unas hora de trabajo la llamo. - Hola, amor, que gusto escucharte. - Deja el tonito meloso Lucrecia ¿dónde estás? - En tu club, no me cansare en decir que de tus obras es lo mejor que has hecho. - Tuve inspiración cuando lo hice, ¿el niño está contigo? - No, está en la casa, no puedo traerlo cuando estoy con mis amigas. - Claro es más importante tus amigas que tu hijo. - Gabriel no voy a discutir por eso, ¿para qué llamabas? - Para hablar de mi hijo, es la única conversación que podemos tener tú y yo. - Está bien aquí estoy o nos vemos en la tarde en la casa. - No quiero interrumpir tu vida social, deberías hacer algo productivo. - Te quejas de que no soy productiva por estar en el club, pero tu insípida y estúpida esposa no pierde su tiempo ¿verdad? - Cuida tu maldita boca cuando hablas de mi mujer – espera ¿Por qué dice eso? - ¿de qué hablas? - Hablo de que me críticas a mi cuando ella se pasea aquí creyéndose dueña y señora, y con su amigo. - otra vez con uno de sus amiguitos – no le importa que la gente hable de ella, pero en ella si está bien en mi no. - Lucrecia ella no se cree, ella es dueña y señora de cada centímetro de ese lugar y cuida lo que dices. – le cuelgo. ¿Con quién demonios esta Lucia? Ella me quiere enloquecer, quiere jugar con mi mente. Llamo a José. - Señor buenas tarde. - Eran buenas ¿Con quién esta Lucia? - Estamos en el Golden Teen Z. - Eso ya lo sé lo que quiero saber es ¿con quién esta? - Con el señor que estaba en su departamento la otra noche, el del nombre italiano. - Giuseppe, otra vez ese tipo. No los pierdas de vista, es más no te separes de ella por ningún motivo. - Si señor. Este tipo cree que puede tener a mi mujer pues no, yo soy el único que la hace reír, que ama y es hora de que ya lo recuerde, necia. - Señor. - Voy saliendo, cualquier cosa llama a Sebastián. - Pero él no está. - ¿Qué sucede? ¿Es importante? - Son los chilenos quieren confirmar su asistencia al evento del fin de semana. - Si por supuesto, dos personas. - ¿Usted y la señorita Emilia? – la miro con ganas de matarla ¿es en serio? - ¿o no? - Voy con la señora, me voy. - ¡¿La señora Lucia?! - ¿Tengo a otra? Que pregunta. En minutos le digo a Nicandro que me lleve al club lo más rápido que pueda. - Nicandro ese amiguito nuevo de Lucia que llego, ¿se ha quedado a dormir en la casa de la señora? - No señor, él se está quedando en el hotel Golden Teen Z al parecer vino por el congreso de medicina que hay. Cierto, que hay un evento durante esta semana, ¿así que esa es la razón de porque vino? - ¿Has visto algo raro entre ellos? - Nada comprometedor en mi presencia señor. - Bien, esto es un infierno, ¿por qué debe tener tantos hombres alrededor? - La señora sabe darse su lugar y hacerse respetar señor. - Más le vale. Una vez que llegamos al club entre buscando a mi mujer. - Señor Gabriel, que gusto verlo. - Hola Rafael ¿Cómo está todo? - Bien, estamos que no damos abasto con tanta gente de afuera, muchos médicos por todos lados. - Me alegra que todo está desarrollándose bien ¿has visto a mi esposa? - Si señor está en el congreso, en estos momentos debe estar en el salón de conferencias – por eso está aquí. - ¿Has visto a la señora Lucrecia? - Si está en el área de la piscina. - Gracias. Voy hasta donde esta y como es de costumbre la encuentro haciendo lo que más le gusta. - Ya veo lo ocupada que estas, es más importante tomar sol que pasar tiempo con tu hijo. - También es tuyo y apena lo vez. - Lo quiero en la escuela ya va a cumplir los cuatro así que es hora de que se integre con otros niños. - Tú también con eso. - ¿Cómo que también? - Lo que quiero decir es que lo he considerado, mis padres también me dijeron lo mismo, que es hora de que se integre con otros niños. - También creo que hay que llevarlo al médico no es normal que a su edad no hable con fluidez y sea tan retraído – me mira como si estuviera delirando. - Gabriel, el niño habla más que un periodista de chisme, pero tiene que agarrar confianza y con la fluidez, es normal siempre está en casa. - No me parece, conmigo apenas menciona palabra, con Sabrina y mi madre tampoco habla, no puede ser que los tres coincidamos en eso. - El niño apenas los ve ¿por qué debería hablarles? Si lo vieras con otros niños o con gente con la que está a gusto te sorprendería, mis padres más bien lo mandan a callar. - No confió en tus padres, no saben separar lo personal con los negocios. - Ya supera eso, paso hace mucho y aquí esta tu hermoso proyecto. - Buenas tardes – Emilia ¿qué hace aquí? – ¿interrumpo? - Si, estamos hablando algo privado así que sigue tu camino. – le responde Lucrecia. - No sabía que estabas aquí Gabriel. - Y yo no sabía que tu estabas aquí. - ¿Y que, no sentamos los tres a tomar café o margaritas? Emilia pareces GPS persiguiendo a Gabriel. - Yo no lo persigo, tú eres quien lo busca como víbora. - Eso es porque lo soy, no lo niego y eso Gabo lo sabe, no como tú que aparenta lo que no eres. – ay no estoy para estas escenas. - Se compartan las dos, no estoy para escenas de mujeres celosas. - Gabo no quiere verte, no lo entiendes debes dejar de arrastrarte buscándolo. – reclama Emilia a Lucrecia. - Deberías seguir tu consejo. - ¡Basta! Y no me llamen Gabo – me miran calladas - ¿qué haces aquí Emilia? - Estaba viendo un cliente y te vi, me acerqué porque conociendo a Lucrecia seguro te estaba molestando. - ¿Es que ahora pasaste hacer guarura en vez de abogada? digo para andar defendiendo al pobre e inocente de Gabriel que no se sabe defender. - Ustedes dos me colman la paciencia. No termine de decir eso cuando me agarran por sorpresa y medan un beso de esos que te quitan el aliento, un beso que te lleva hasta el cielo, te devuelve la vida y te despierta todos los sentidos; le respondo como se merece con la misma entrega y deseo, que ella me lo da, no me importa que nos vean, la abrazo y la pego a mi cuerpo comiéndome su boca de fresa, mi fresa, porque ella es mía y la disfruto. - Hola Marinero, te tardaste en llegar – la veo sin entender nada, se llamó ¿marinero? Hace mucho que no escuchaba ese apodo, por favor si estoy alucinando no me saquen de aquí. - veo que te tropezaste con la basura. - ¿A quién llamaste basura? – dice Lucrecia - A lo que estoy viendo – responde. - ¿ustedes no tienen nada que hacer? Es decir, no hay casos legales que atender – le dice a Emilia y después ve a Lucrecia - y tú, tú no sabes hacer nada. - Para tu información el vino hablar conmigo – dice Lucrecia y Lucia se ríe. - Corrección vino a buscarme a mí y aprovecho de hablar contigo así que no te hagas ilusiones, y tu… - mira a Emilia - creo que ya se te paga por vigilar los pasos de mi esposo que por solventar asuntos legales. - Yo no estoy siguiendo a Gabriel, no me hace falta igual sabe dónde encontrarme cuando me necesita - ¿eso que significa? - Búsquense algo útil que hacer que estar detrás de Gabo, es un hombre ajeno, ocupado, fuera del mercado. En la vida hay mucho más, yo sé que el mío es único y es un Dios alemán que provoca comérselo todo el tiempo, pero eso solo me lo como yo así que maten el hambre por otro lado, cansan. – no te rías Gabriel, aguanta. - Creo que eso lo decide Gabo. - dice Emilia e insiste con llamarme así. - Que no me… - Se llama Gabriel para ti y tiene el mal concepto de creer que eres su amiga cuando buscas meterte en sus sabanas, pero esas ya las ocupo yo, aunque les duela. - Vaya sí que has sacado las garras – dice Lucrecia. - Yo no estoy sacando ningunas garras, estoy recordándoles a un par de… meretrices como son las cosas porque se les olvido. - ¿Me estás diciendo zorra? – dice Emilia y yo estoy siendo ignorado. - ¿Y cómo se le dice a la cualquiera que busca meterse con un hombre casado? Además, lo dijiste tu no yo. - Gabriel me está insultando ¿no vas a decir nada? – ahora si soy visible. - No tiene que decir nada porque no se está hablando con él. - ¿Perdón? – Miro a Lucia. - Has silencio que no estoy hablando contigo, esto es un asunto entre tres, así que usted calladito Zigermman. - si fuera en otra circunstancia pagaría muy caro en este momento esas palabras, pero quiero ver donde terminara. - ¿Vas a dejar que te hable así? – me reclama Emilia. - nadie te habla así – es cierto. - Lo he visto todo, ¿Dónde está el Gabriel que no se deja por nadie? Si fuéramos nosotras nos estarías ahogando en la piscina ahora mismo – me dice Lucrecia. - Esta delante de ustedes – me interrumpe Lucia – lo que no entienden es que ustedes y yo no somos iguales, ustedes no son nadie y yo soy su sirena, su dueña, la señora – eso me gusta - lo que significa que yo tengo el poder de hacer con él lo que me dé la gana ¿O no es así? – me mira, ahora si me pregunta y no sé cómo responder ante eso. - ¿Ahora si puedo hablar? – le pregunto aguantando la sonrisa. - No, mejor camina que tengo cosas que hacer y estas mujercitas me quitaron tiempo. - Con permiso – nos interrumpe Rafael – ¿necesitan algo? - Tráeles a las amiguitas algo de beber que lo necesitan – ordena Lucia – y es cortesía de la casa, para que vean la amabilidad de los dueños. Adiós. Se da media vuelta y antes de seguir caminando y yo de poder decir algo me jala de un brazo, y debo admitir que estoy brincando de la dicha, porque acabo de ver a mi sirena reclamando lo que es suyo. Llegamos hasta el lobby en silencio - ¿Se puede saber porque la sonrisita de engreído? – me dice. - Es mía, ¿o también me vas a prohibir sonreír? Ya que no me dejaste hablar. - ¿A cuál de tus dos zorritas ibas a defender? - Cuida esa boca Lucia que esta afilada y si allá no dije nada es porque no quería un escándalo. - ¿Te ofende que te las insulte? - Me ofende es que digas que puedes hacer conmigo lo que quieres – aunque así sea no lo tiene que exponer – ¿de verdad crees que puede jugar conmigo? - Tú has jugado conmigo, ahora me toca a mi – se da media vuelta y ¿Dónde cree que va? La sostengo y la pego a mi cuerpo. - Deja de estar yéndote cada vez que estamos hablando, me molesta, además dijiste que íbamos a comer y tengo hambre. – y sí que tengo mucha sobre todo después de ese beso. - Ahí tienes varios restaurantes y mesas desocupada, come a tu gusto. - Lo que me quiero comer no puedo degustarlo en la mesa de un restaurante, o por lo menos no ahora que hay gente; sería un escándalo. – me mira con esos ojos que me derriten. - Pues te morirás de hambre y suéltame que me están esperando – tenía que recordarme ese detalle. - No juegues conmigo Lucia, no puedes llegar comerme la boca como lo hiciste, hacerme una escena de celos y luego dejarme para irte con tu doctorcito extranjero. - Claro que puedo. - Estas jugando con fuego y el diablo se puede enojar. - Qué bueno que soy yo quien maneja el fuego y sabe domar al diablo. - Me estas tetando Sirena y te va pesar. - No puedes hacer nada al respecto marinero. – me lanza un beso – te dejo con tu víbora mayor - se va – adiós. Esta mujer realmente vino con ganas de acabar con mi cordura, miro a José. - Señor no me he apartado de la señora. - Eso me alegra, ¿algo que deba saber? – se queda pensando. - Si, pero la señora y su mamá me dijeron que si le decía me despellejaban. - Para que mi suegra diga eso es que no quieren que me entere por nada en el mundo y posiblemente si te despellejen ¿Qué es? - Resulta que… - ¡Gabriel! – me llama mi mamá, la que me faltaba para cerrar con las mujeres que me enredan la vida y ahora entiendo el comentario de mi sirena. - Hablamos después, ve a cuidar a mi mujer. – se retira – madre que sorpresa. - No has ido por la casa – la miro y esta apagada, ojerosa mamá no es así - ¿te sientes bien mamá? - No mucho, tu papá y yo tuvimos una discusión y esta vez está costando entenderme. - eso no me agrada. - Vamos al restaurante – nos sentamos y pedimos algo de tomar – ¿me quieres decir? ¿que paso entre papá y tú? - Ya lo resolveremos entre nosotros no te preocupes, solo una arpía que hablo de más pero ya lo resolveré. - ¿De qué hablas mamá? - De nada, no me hagas caso, solo diré que estoy poniendo todo en orden en esta familia, arreglando las cosas que nunca debieron pasar. - ¿ahora de que hablara? - Mamá, me preocupas. - No tienes porque, ahora me entere que esa mujer regreso – y toco el tema - ¿has hablado con ella? ¿Qué quiere? - Mamá eso es algo entre Lucia y yo, no quiero hablar de eso. - Hijo soy tu madre me importas, te deje casarte una vez con ella, le di el beneficio de la duda, pero mira como terminaron las cosas no me pidas ahora que me aleje, debes resolver ese asunto. - En eso estoy, lo resuelvo a mi manera. - Bien, vas a firmarle el divorcio, ¿o es mucho lo que te pide? Salvador o Emilia pueden ayudarte, tienen buenos amigos en el juzgado y si ya está la anulación en proceso será más fácil. - ¿Anulación? ¿Como sabes que hay una anulación? – me mira sin decir nada – mamá… - Tú lo mencionaste una vez, en la cena que podías meter una anulación. - Si dije que era una posibilidad si no sabíamos dónde estaba, pero no dije que había uno y mucho menos que está en el juzgado. - Yo tampoco dije eso, solo dije que si estaba en proceso es más fácil pensando en que tú ya te habías decidido; además estas con Emilia que es una niña que siempre ha sido juiciosa, inteligente y de buena familia. - Y no la amo, es solo una amiga y eso es lo que seguirá siendo – mamá respira profundo – no te metas en mis asuntos privados madre, la última vez que lo hiciste no terminaron bien las cosas. - Hijo, mi familia es lo que más me importa y quiero lo mejor para ustedes, deje que tu hermana se casara con Sebastián, aunque no es el hombre para ella. - Mamá, no empieces con eso, se aman y son felices; con una familia hermosa. - Puede ser, pero tu hermana tenía un mundo brillante antes que él la embaucara. - No voy a hablar de la vida de mi hermana contigo. - Veremos si sigue siendo tan intachable ahora que su exnovia volvió. - ya tenía que meterse en eso. - No te metas en eso mamá que Sabrina no quiere ni tocar el tema. - Por algo será - me mira y sonríe – tienes razón no estamos hablando de tu hermana sino de ti ¿cuándo firmaras el divorcio? - Mamá, Lucia es mi esposa y no pretendo que deje de serlo – me mira molesta. - Gabriel no puedes estar con una mujer que te dejo, se fue dejándote a la burla del mundo, además no puede darte lo que tu mereces, una familia. - Mamá basta con ese tema, y te informo que no estoy dispuesto a volver a tolerar la presión que ponías encima de Lucia por eso. - ¿Yo? - Si, tu. ¿crees que no me daba cuenta de que en cualquier oportunidad le mencionabas lo maravilloso que sería tener un nieto?, que se pareciera a mí, que necesitaba un heredero y seguir con el apellido, que soñaba con una familia. La hacías sentir mal madre y eso se acabó. - No le decía nada que fuera mentira. - Mentira o verdad, se acabaron esos comentarios. – se queda callada. La observo y recuerdo el reclamo de Lucia. – Mamá, el día antes de mi viaje a Grecia, cuando Lucia se fue ¿no paso nada extraño en la casa? - ¿Algo extraño como qué? – no puedo decirle si Lucia me vio con Emilia. - No se algo que hiciera que Lucia saliera enojada o creyera que la engañaba. - No hijo, ella nunca piso la casa esos días, sabes que se presentaba era contigo o con Sabrina, pero nunca sola. - Porque nunca la hiciste sentir cómoda, es como con Sebastián esperas la mínima oportunidad para hacerle sentir que no está a la altura. - ¿Yo tengo la culpa que tanto Sebastián y Lucia no sean los indicados para ustedes?, pero ahí van a meterse contra la pared. - Mamá es nuestra vida y si somos felices solo disfrútalo por nosotros ¿Qué te cuesta? - ¿Felices?, Gabriel dejaste de ser el gran poderoso Zigermman cuando te topaste con esa mujer, vivías preocupado y estresado por ella, no puedes tener decendencia, ni dormir puedes porque se puede morir mientras lo haces, ella se va y respiraste, aunque después de hundiste en la depresión y la miseria mientras ella disfrutaba de su vida, montaba un negocio, conocía al doctor con el que esta y tenía una vida feliz. - ¿Tu como sabes todo eso madre? ¿Que no me estás diciendo? - Porque conozco a mi hijo. - Mamá a mí nunca me peso preocuparme por Lucia, ella para mí no era una enferma, si no una mujer llena de vida que disfrutaba cada momento y que me hacía valorar cada minuto de ella, y si me preocupaba era porque esa misma enfermedad la enseño a no tener miedo a nada y no veía el peligro así lo tuviera al lado y si lo veía se le reía. Me estresaba que desafiara la muerte aun cuando podía perder, así estuviera al borde de la muerte se reía de ella y aun lo hace, por eso me sentía así, porque ella no tenía miedo a morirse. - Es una inconsciente. - Es una mujer como pocas y la amo mamá, así que mantén tu distancia en esto. No me quiero enterar que te estas metiendo en mi vida porque no te lo voy a dejar pasar. Mejor concéntrate en arreglar las cosas con mi papá- le doy un beso en la frente – nos vemos después. No quiero pensar mal, pero es imposible no hacerlo, mi mamá es la única que es cercana a mí que conoce gente en los juzgados, le interesa que me separe y podría falsificar mi firma. - Nicandro, cuando lleguemos a la empresa quiero que busques a Víctor a ver como sigue y si ya está bien, le digas que tengo un trabajo para él, pero nadie puede enterarse. Ni su sombra. - Listo jefe. - Nicandro ¿recuerdas mi viaje a Grecia hace dos años? - Como olvidarlo señor. - El día anterior estuviste todo el día con la señora, ¿sabes a dónde fue? - Tendría que pensar un poco, pero estoy seguro de que fue al hospital, luego se encontró con el señor Alessio y en la tarde fuimos a casa de sus padres. - ¿Mis padres? - Si, ella me dijo que necesitaba hablar con usted y que estaba ahí pero luego salió sin decir nada, fuimos a casa de doña Esther y luego a la mansión - ¿Estás seguro? - Por supuesto si Anna nos acompañó. - entonces me están mintiendo. Ay, madre más te vale no tengas nada que ver en este enredo que tenemos Lucia y yo.
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