Debí quedarme, no debí ser impulsivo y que la rabia hablará por mí, pero ella me hubiera esperado, ella sabe mi temperamento, sabe que la amaba y jamás la hubiera cambiado por nadie, fui realmente un estúpido.
- ¿Qué se siente volver a la vida donde las mujeres te persiguen?
- Nunca han dejado de perseguirme Sebastián, pero antes estaba prohibido.
- ¿Ya no lo estás?, cierto, eres un hombre divorciado.
- Aún no - me incómoda solo pensar que estaré divorciado de Lucia - ella tiene que aparecer para que lo firme y eso no ha pasado.
- Según tú madre puedes decir que te abandono y tienes testigos que no pueden negarlo.
- ¿Podemos dejar ese tema?
- Claro, me conformo con haberte ganado hoy. Se está haciendo más fácil ¿Es verdad que sales con Emilia?
- Somos amigos, le dije que lo iba intentar, pero no es fácil que no vayas a crear historias.
- Mm ¿la bruja no ha hecho de las suyas?, porque estoy seguro de que contaba con que volvieras con ella ahora que... “Ella” se fue.
- Hasta lo que sé, no. Lucrecia no es tonta, sabe que no volveré con ella, aunque esté Lewin.
- Es un niño muy lindo, pero si lo miras bien no se parece mucho a ti, tiene algo de ella, pero de ti no.
- ¿Qué insinúas?
- Nada, solo digo que no se parece a ti. Quién diría Gabriel Ziegermman papá, ¿Te gusta el papel?
- No está mal, tampoco es que lo vea mucho Lucrecia no pierde oportunidad para estar cerca. Es un niño muy inteligente, a veces creo que no le agrada mucho.
- Con ese temperamento que tienes, y lo poco que lo ves es normal.
- Eso puede ser, no es nada fácil este tema.
- Siempre dijiste que querías hijos, pero luego dejaste de hablar de eso cuando... Ella no podía darte hijos, decías que no quería.
- ¿Quién no quiere tener hijos con la mujer que ama? Eso sería una bendición, el mejor regalo, pero no a costa de su vida, eso no me lo podía permitir.
- Nunca me has dicho que sucedió ese día que discutieron, solo algo superficial.
- Dije estupideces porque tenía rabia y no me di lo que decía, se me olvidó que ella toma las cosas literalmente, pero no creo que fuera razón para irse de esa manera.
- Quién sabe, ustedes siempre fueron tan orgullosos e impredecibles. ¿seguro no le dijiste algo o hiciste algo para que se fuera? Es que no concibo que Lucia se haya ido así porque sí. - no quiero pensar en eso, me mira rindiéndose – no he dicho nada. Ahora seguirás con tu vida, pero la prensa tarde o temprano se va a enterar de Lewin.
- Eso es lo que no quiero que su vida sea un escándalo.
- Conociendo a Lucrecia me extraña que no lo saqué a relucir, se beneficiaría muchísimo, tal vez ha cambiado.
- Que sabe Dios lo que planea esa loca. - veo llegar a Emilia está molesta…
- Aquí estás.
- Aquí estoy, ¿Estás bien? ¿Por qué entras así?
- ¿Es cierto que tienes un hijo con Lucrecia? - Sebastián y yo nos miramos.
- ¿Quién te dijo eso?
- Ella me lo acaba de decir, me lo restregó en la cara, no le creí, pero es muy convincente.
- Hablé muy rápido, se estaba tardando - dijo Sebastián, Emilia lo ve molesta. - tu coraje es con él no conmigo y no hay razón para que estés molesta con él, ni que fueras la esposa.
- ¡Sebastián! - le digo y ella queda sorprendida por esas palabras.
- Es la verdad, aunque si ella que no es nada tuyo lo toma así, no sé porque te sorprendió que Lucia lo tomará como lo hizo.
- ¿Es verdad lo que dice esa mujer? ¿Tienes un hijo con ella?
- Los dejo solos, hablamos luego recuerda firmar esos papeles. - sale de mi oficina y Emilia me mira enojada.
- Quita esa cara, para ser mi amiga lo tomas muy mal.
- Somos más que amigos.
- ¿Desde cuándo? Emilia hemos salido como amigos y dije que intentaría seguir adelante pero no tengo una relación contigo ni con nadie soy un hombre casado.
- Por poco tiempo, pero aun así debiste decirme lo del niño.
- Baja la voz, solo mi familia lo sabe, debe seguir así.
- ¿Esa es la razón de porque se fue Lucia?
- Las razones porque se fue Lucia son mis asuntos y no las voy a hablar contigo. ¿Cuándo te dijo Lucrecia lo del niño?
- Hace unas horas, fue a mi oficina a reclamar que le quiero quitarle el papá de su hijo. ¿Por qué no me lo habías dicho?
- Porque no tenías que saberlo, a su momento todos lo sabrán y no tengo porqué contarle mis asuntos privados a nadie.
- Creí que éramos…
- Amigos, somos amigos Emilia; y yo decido que decirles a mis amigos y que no; no permito que se me cuestione eso.
- Está bien, no te enojes, solo que esa mujer me desespera; así como me lo dijo a mí también lo hará con otras.
- Yo hablaré con ella, yo sé cómo tratarla, está demás decir que nadie debe saber de esto.
- Yo no diré nada, pero ¿por qué no quieres que la gente lo sepa?
- Porque es un niño y es mi vida privada, yo decidiré cuándo decirle al mundo.
- Te voy a dejar para que sigas con tus asuntos, luego hablamos ¿Estamos bien?
- Si, claro que estamos bien no te preocupes.
- ¿Nos vemos está noche para cenar?
- Después te aviso, tengo muchas cosas que hacer.
Sale de mi oficina, problema, problemas y más problemas, como si no tuviera suficiente. Mejor voy a hablar con Lucrecia de este asunto de una vez, le doy un par indicaciones a mi secretaria, luego de esquivar tráficos llegó a casa de Lucrecia.
- Buenas tardes señor. - me abre la joven del servicio.
- Buenas, ¿está Lucrecia?
- No señor, salió con la señora Selena.
- ¿Con mi madre? - no debería extrañarme, pensé que se habían distanciado.
- ¿Y el niño?
- Está en su habitación.
- Voy a verlo, prepárale algo para comer.
Subo y está jugando con sus carritos, apenas me ve se asusta.
- No te asustes ¿Puedo jugar contigo?
- Si, mamá dice que debo ser amable contigo.
- Conmigo y con la gente, pero no puedes hablar con extraños.
Tomo uno de sus carros - ¿Puedo jugar con este?
- No - me lo quita rápidamente - este me lo regaló mi…
- ¿Quién?
- Mamá dice que no puedo hablar de eso - me da otro carro - juega con este.
- ¿Tu mamá te trata bien?
- ¿Qué es tratar?
- ¿Juegas mucho con tu mamá?
- Señor...- entra la joven - aquí está lo que me pidió.
- Gracias, Zoe.
- ¿Desde cuándo estás con la señora y cuidas al niño?
- Desde que nació.
- Dime la verdad, conozco a Lucrecia y no es la clase de persona que tiene el sentido maternal desarrollado. ¿Trata bien al niño?
- Si, lo trata bien.
- ¿Lo cuida, está pendiente de él, de sus necesidades? - me evade la mirada - no me gusta que me mientan.
- Se encarga de que yo cumpla con mi deber y que el niño esté bien.
- Es decir que tú eres quien lo cría. No he podido evitar notar que actúa contigo como un niño con su madre, muy diferente a Lucrecia.
- No diga eso, ella es como muchas mamás.
- Que no tienen tiempo para sus hijos y le importa más su vida social. - me preguntó ¿por qué después de dos años es que decide decirme de su existencia?
- Ella ama a su bebé solo que no sabe cómo demostrarlo.
- Tienes mi número, llámame si algo le pasa o necesita, después de todo es mi hijo.
Jugamos un rato más hasta que llegó Lucrecia, bastante pasada de copas.
- Gabriel no sabía a qué venías.
- Ya veo, estabas divirtiéndote mientras que el niño estaba solo.
- No está solo, está con su niñera, tengo derecho a divertirme de vez en cuando como tú lo haces.
- Es tu vida, lo que quiero es que dejes de andar gritando a los cuatro vientos que tienes un hijo mío, eso afecta al niño.
- ¿Te molesta que tú nueva novia lo sepa?
- Me molesta que indaguen en la vida de un niño, merece una vida normal y ya es bastante raro que sus padres no se lleven bien para que después la prensa esté encima atosigando, si a ti no te preocupa eso a mí sí.
- Claro que me preocupa es mi bebé, tú eres quien se ha ido con otras en vez de estar pendiente de tu hijo.
- Lucrecia, quieres que vuelva contigo y eso no va a suceder tú y yo terminamos hace tiempo acéptalo de una vez.
- Pero la zorra estúpida de Lucia ya se fue…
- ¡Cuidado con lo que dices, cuidas tus palabras! ¡a ella la respetas!
- Se largo y aún la defiendes.
- Mira Lucrecia no voy a discutir contigo, solo ten cuidado con lo que dices del niño.
- Tu nueva novia no es tan inocente como crees, puede ser peor que yo cuando quiere algo y eso eres tú.
- Yo resolveré eso con ella, no te preocupes. Lucrecia no quiero que estés fastidiando, ni metiéndote en mi vida, fui benevolente con lo que sucedió la primera vez no me hagas arrepentirme de eso.
- No te enojes, te vez guapo cuando te enojas, recuerdas cómo nos divertíamos juntos, lo bueno que éramos, extraño esos momentos ¿Tu no?
- No, no extraño nada que ver contigo. Me voy, cuídate y compórtate.
Cuando llegó a casa, mi Nana me está esperando con mi respectivo café y la charla.
- Gracias Nana, pero no tengo ánimos de regaño.
- No te quiero regañar, ya estás grande para eso, más bien me alegra que estés divirtiéndote, saliendo, y no aquí encerrado.
- Tarde o temprano debía salir de esa miseria dónde me dejó la innombrable.
- ¿Así la llamaremos?.
- Yo la llamare, para los demás sigue siendo la señora, ¿está claro?
- Está claro. Por cierto, llegó un documento que puse en tu escritorio.
- Ahora lo leo gracias Nana.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Igual la harás.
- ¿Qué harías si la señora regresa?
- No la recibiría, ella se fue y yo seguí con mi vida y listo.
- ¿Lo dices en serio?
- Claro Nana, ya me conoces, la ame, una parte de mi la seguirá queriendo, pero si la vuelvo a ver ya no existe para mí. - le doy un beso en la frente - ve a descansar.
Me quedo dando vueltas por la casa como un alma en pena, meditando mis palabras, ¿Que haría si Lucia vuelve? Eso haría, no la recibiría, sé que fui idiota con ella, pero no tenía por qué irse, menos de esa manera, siempre hablamos claro, sin mentiras, si teníamos problemas lo resolvíamos.
- No puedo Sirena, es difícil odiarte y amarte después que me has hecho tan miserable, me has destrozado, me has roto el alma, no puedes culparme por seguir con mi vida.
El sonido de mi teléfono suena, que impertinente, veo la pantalla privada. - ¿ahora quién me molesta?
- Aló...- no responde nadie - aló, aló... Si no va a responder para qué llama.
Cuelgo, hay gente que a veces es tan... Lucia ¿y si era ella? no, no podría ser. ¿Para qué me llamaría? Veo el sobre que me dijo mi Nana, seguro es más trabajo. Necesito un descanso, tanto trabajo me va a matar. Se me viene a la mente uno de los muchos recuerdos con mi sirena.
*Flashback*
- Amor deja de trabajar tanto.
- Si no trabajo no tenemos ingresos, además tú trabajas el triple de lo que yo trabajo.
- Mi marinero, ¿de qué sirve ser tan multimillonario si no puedes descansar y hacerle el amor a tu hermosa esposa?. - levanto mi mirada y ahí está toda ella tan seductora.
- Hubieras empezado por ahí, porque mi trabajo primordial es hacerte a ti feliz y más si estás vestida así.
- Te estaba esperando, pero ya que no subes me toca a mí bajar por ti. - se sienta en mis piernas y me olvidó del trabajo, solo ella me importa, descubro su levantadora y admiro lo que tanto me gusta.
- Linda lencería, me gusta.
- Sabía que te iba a gustar, aunque no estaba muy segura del color no eres muy amante del fucsia.
- Tu tampoco, pero todo lo que tú te pongas a mí me encanta ¿qué te hizo escogerlo?
- El modelo, es muy fácil y práctico a la hora de quitarlo. Mira el broche que tiene entre el pecho y la parte de abajo se quita con solo tirar de las cintas así que no la tienes que romper.
- ¿Dónde está lo divertido si no la rompo?, me encanta hacer eso, aunque lo del broche me gusta.
- No puedes seguir rompiendo mi lencería señor Ziegermman, la joven de la tienda va a decir que soy una obsesiva por comprar todos los días uno nuevo.
- Dile que es culpa mía, que tienes un marido un poco compulsivo y las rompe.
- ¿Un poco? Yo diría que bastante y ni loca le digo eso, a ver qué se imagina la pobre.
- ¿Te he dicho que me encanta acariciarte, besarte y tenerte así toda para mí?
- Hoy no porque estás metido en estos papeles. - la tomó por la cintura y la acuesto en el escritorio.
- ¿Qué papeles? Yo solo veo uno que necesita ser dibujado con mis manos.
- Ese es el mejor pincel que tienes, lo amo señor Picasso.
- No soy Picasso, pero sí se puede hacer arte con estas manos.
La beso, ese rico sabor a fresa que me consume, esa suavidad de la seda que envuelve su piel y esa fuerza que tienen para embriagarme con su tacto.
- No creo que pueda vivir un día sin ti.
- ¿Y para qué quieres vivir sin mí? – me mira con picardía.
- No quiero.
- Yo tampoco. – lo decía en serio.
*Flashback*
Buena broma me hiciste, menos mal no querías vivir sin mí, no duraste en irte, decido decirte lo que me molestaba y en vez de entenderme te fuiste. ¿Qué nos pasó sirena? Éramos felices, en qué momento empezamos a tener tantos problemas ¿Por qué no me esperaste? Habríamos encontrado la solución juntos, pero decidiste la vida sin mí.
- Entiende que no puedo seguir esperándote como un idiota, yo no soy así, no puedo vivir con un fantasma, necesito aprender a vivir sin ti.
Espero que te estés cuidado, que te estés tomando tu medicina y estés haciendo tus sueños, aunque sea sin mí.