Mi fantasma es un fantasma antiguo, tan viejo que ya casi nadie lo busca excepto yo. Como aquellos palacios o castillos que tienen su propia aparición, yo también tengo un espectro personal que habita en mi cabeza y no lo puedo echar de ahí, entre otras cosas, porque para echarlo primero tendría que encontrarlo. No sé dónde está. Nadie lo sabe. Desde hace quince años está en paradero desconocido, en busca y captura. Mi fantasma no es travieso, ni misterioso, ni un fantasma de leyenda como cuentan las guías turísticas de los sitios encantados, mi fantasma es un monstruo que devora vidas y que tiene nombre y apellidos. Carmelo García. Ese es su nombre. En su barrio de las Veredillas lo conocían como el Chata. El apodo venía por su profesión de chatarrero. Aunque decir profesión es decir m