Capítulo 02

848 Words
Katherine —No puedo creer lo que me dices... — me dijo Dani cuando terminé de contarle lo que "soñé" (yo aún no aceptaba que sea un sueño). —Es verdad, yo estoy segura de que eso fue lo que pasó. —Katherine, soy tu amiga, pero esto es muy loco. Es una completa locura. ¿Dioses? ¿Nosotras siendo semidiosas? ¿Te estás escuchando siquiera? —Dani, créeme, yo sé lo que viví, eso es real. — rompí en llanto. Ella me recibió con los brazos abiertos y me fundió en un abrazo. Ella dio un largo suspiro mientras acariciaba mi cabeza. Era reconfortante en cierta medida. —Está bien, Kath, te creo. Ese “te creo” no era muy sincero. Pero escucharlo aun sabiendo que es mentira era reconfortante. Cuando Dani tuvo que irse, me quedé sola en mi habitación y preparé mis cosas para volver a clases al día siguiente, como si nada hubiese pasado. Tomé mi mochila y metí media docena de cuadernos dentro. Separé mi ropa para mañana y me di una buena ducha que no tomaba hace mucho tiempo. Preparé un baño de burbujas y me quedé ahí esperando que el agua me llevara con Lucas. Cerré los ojos y me recosté en la bañera. “Pronto, hija mía, pronto. Aquella voz volvió a interrumpir mis pensamientos. ¿Quién era el dueño de esa voz? ¿Mi padre? ¿Estaba volviéndome loca? Lo último era lo más probable. Olvídate de eso, Katherine, supéralo, no hay tal Hades. Eso decía mi subconsciente tratando de que olvide todo eso. Cuando se hizo de noche fui a comer pizza en casa de Dani. Siendo honestas solo habíamos tenido un día juntas, pero habíamos congeniado de maravilla y podría jurar que la conocía muchísimo más tiempo. Ella me puso al día con todo lo que había ocurrido en todo el último año que había pasado fuera de la escuela. —Sí, y entraron unos chicos nuevos hace un mes. Probablemente los expulsaron de su anterior escuela. No lo sé. —¿Chicos nuevos? — aquello llamó mi atención enormemente —Si, son tres. Siempre están en grupo. Al parecer son parientes o algo así. Pero yo no encuentro el parecido en absoluto. Son completamente diferentes. —¿Primos? — me aventuré a decir. —Si, eso dijeron. —¿Será posible...? — murmuré. —¿Qué es posible? — me preguntó ella comiendo su pizza de pepperoni. —Que sean ellos. Los semidioses de los que te hablé, se llamaban Peter, Niko y Jason. Ella abrió los ojos como el plato de su pizza. —¡¿Cómo sabes eso?! ¡Se llaman igual! —Jensen, Addazio y Thunder — dijimos al mismo tiempo. —Dani, ¿tienes idea de lo que me estás diciendo? — yo comencé a reírme como loca, no podía contener la emoción. Ella negó con la cabeza. —Ni la más remota idea. — dijo sinceramente, tan linda. —Dani, todo lo que te dije sobre mi sueño... ¡Es real! —Pero Kath, tú dices que tuviste una vida en un refugio o algo así, si eso fuera real... ¿Cómo pudo haber pasado todo? Te vi Kath, estabas en coma. Eso es una locura. Podría ser solo una coincidencia. —Yo no lo creo. — dije renegando, debía aferrarme a esa esperanza. —Relájate. Tal vez mañana podamos conseguir respuestas. Pero por ahora sigamos comiendo, la pizza es mejor caliente y está especialmente deliciosa hoy. — ella le dio otro bocado a su pizza. Volví a mi querida casa, donde mi madre estaba mucho mejor, mis hermanastras también me recibieron con un fuerte abrazo. Estuve discutiendo algunos detalles de la casa con mi madre y lo mucho que habían redecorado en este año. Mi habitación, en particular, se sentía mucho más grande… más vacía. Estuve en la computadora, repasado algunos detalles de aquel vívido sueño. Si todo en realidad no fue un sueño entonces las cosas deben concordar con la realidad, ¿no es así?. Estuve pensando mucho tiempo en eso, pero jamás encontré algún indicio que me diera la razón, ni una señal, nada. Resignada y con menos esperanzas, me quedé dormida al fin. Estaba en una montaña, se sentía el frío envolverme por completo. Estaba inmersa en la oscuridad, como si alguien hubiese apagado la luna y las estrellas. —¡¡Aerum!! — gritó una voz muy familiar — ¡¿Dónde estás, amigo?! — y entonces la reconocí, era Lucas. Busqué en todas direcciones y no veía nada, todo seguía en la oscuridad. Fue hasta que Lucas estalló en llamas cuando por fin pude verlo con claridad. Su cabello moreno rizado estaba revuelto y su rostro de preocupación por su amigo. Intenté correr hacia él, pero no puede porque un dragón de metálico casi me pisa. Aerum regresó con Lucas rápidamente y este le acarició el hocico metálico. —Vamos a casa, amigo, hoy es día de enchiladas. Lucas montó a Aerum y me dejaron en medio de la fría oscuridad otra vez.
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