Un murmullo de asombro recorrió la sala. Evangelina abrió los ojos de par en par, con su mente ya calculando las implicaciones de esta información. —Es imposible que un licántropo pueda correr tan rápido —intervino uno de los doctores, con su escepticismo científico en pugna con la evidencia presentada—. Posiblemente hubo un error en la medición. El cazador negó enfáticamente. —¡No hubo error, doctor! Estábamos en el auto siguiéndolos, ¡y parecían unos leopardos por lo rápido que corrían, fue algo asombroso! —Hizo una pausa para dar más dramatismo a sus siguientes palabras—. Dos de esos mismos que vimos correr, estaban comiendo en un establecimiento de comida rápida con la Saltadora del Tiempo y uno de los "bibliotecarios" de la biblioteca Galway. Según los informes que nos dieron, los