Los ojos de Aidan se entrecerraron, y al instante su mente viajó al día anterior. El recuerdo surgió con nitidez: la llegada de la joven, y luego, el incidente que ahora cobraba un nuevo significado. El manojo de llaves había caído al suelo, y en un giro inesperado del destino, todas habían aterrizado directamente sobre la cabeza de Declan. El impacto, aunque breve, había sido lo suficientemente notorio como para dejar una impresión en él. Una sonrisa divertida se dibujó en los labios de Aidan al rememorar la escena. El pelirrojo recordaba vívidamente cómo su hermano, siempre tan serio y compuesto, había intentado fingir que el golpe no le había afectado en lo absoluto. Aidan había tenido que contener una risa en ese momento. Ver a Declan, normalmente imperturbable, esforzándose por man