Cuando Aidan y Lugh salieron corriendo por el mismo lugar donde Nora había entrado, sus corazones latían con fuerza, impulsados por la urgencia de su búsqueda. El aroma de su destinada, aunque tenue después de dos días, aún persistía en el aire, guiando en excelente olfato de Lugh a través del edificio desconocido. Sus pasos resonaban en los pasillos mientras descendían velozmente hacia la planta baja, ajenos al mundo moderno que los rodeaba y esperaba. Al llegar al nivel inferior, se encontraron con una escena que no esperaban. Un hombre, vestido con el uniforme característico de la tienda, estaba meticulosamente colocando cajas de zapatos en su lugar. El empleado alzó la vista al escuchar la llegada abrupta de los dos hombres, y sus ojos se abrieron de par en par ante la visión que tení