De repente, los tres hermanos O'Brien, lobos alfas temidos y respetados, se transformaron como en jóvenes nerviosos ante la perspectiva de ser elegidos. Aidan soltó el palo que había recogido para "disciplinar" a los lobos del futuro, y un silencio tenso se apoderó del claro. Declan, incapaz de soportar la espera, explotó: —¡Ya di el orden, mujer, por todos los santos! —vociferó con su impaciencia muy evidente en cada sílaba. Nora, lejos de intimidarse, lo miró con una mezcla de diversión y malicia. —Bien, ya que estás tan afanado como siempre, te lo diré —declaró, observando cómo Declan se tensaba visiblemente—. Tú serás el último con quien tenga una cita y también sexo. El rostro de Declan pasó por una gama de emociones en cuestión de segundos: sorpresa, incredulidad y finalmente, un