—Eso no cambia el hecho de que yo tendré mi primera cita con Nora —ese era Lugh —y tú serás el último —dijo el rubio entre quejidos y risas, tratando de aligerar el ambiente tenso. Sin embargo, Declan les hizo ver la cruda realidad: —¿No se dan cuenta? Nuestras destinadas son del clan Harrington y Sullivan... Esto es una catástrofe... es peor de lo que hubiésemos imaginado, cuando nuestro padre se entere… será difícil. La voz de Declan estaba llena de preocupación, dolor por el engorroso viaje y angustia. Pertenecer a clanes rivales solo complicaba aún más su ya de por sí delicada situación. ¿Cómo podrían vivir felices con mujeres las cuales mantenían una enemistad histórica entre sus familias? —Es una locura, pero ¿qué podemos hacer? Por algo los dioses hicieron esto. Los lazos del d