El miedo comenzó a apoderarse de Nora, y su cuerpo al instante comenzó a temblar ligeramente mientras procesaba la gravedad de su situación. Con voz quebrada, preguntó: —¿Entonces... nos quedaremos aquí en el pasado... para siempre? Joe, el mayor del grupo, exhaló un suspiro cansado antes de responder. Su voz era la de alguien que ya ha visto ese tipo de situaciones en el pasado. —No para siempre —explicó, frotándose la sien como si quisiera ahuyentar un dolor de cabeza—. Las recompensas permanecen vigentes un mes. La manada sabrá que nos resguardamos cuando vean que seguimos "en venta", por decirlo así. Mientras los avisos sigan vigentes durante cuatro semanas, dejarán de buscarnos. Nora sacudió la cabeza, incapaz de compartir el optimismo de Joe. El miedo se reflejaba en cada línea d