La joven, ahí acompañada con Declan en el baño, era consciente de la brecha temporal que los separaba, por eso se dispuso a explicarle con paciencia cada elemento del baño al hombre lobo que la observaba como si ella le estuviera explicando algunos complicados conjuros de hechicería que él estaba haciendo su mayor esfuerzo por comprender. —Mira, esto es una ducha, y eso que está ahí abajo es una tina —explicó Nora, señalando la combinación de ducha y bañera que adornaba el espacio. Con un movimiento suave, giró la perilla cromada, permitiendo que el agua fluyera libremente desde la regadera. Declan observó maravillado cómo el líquido cristalino brotaba de la nada, cual manantial mágico. Sus ojos azules se abrieron de par en par, reflejando una mezcla de asombro y recelo ante lo que para