El estruendo de golpes fuertes en la puerta se escuchó por toda la casa de Nora, interrumpiendo abruptamente la atmósfera llena de tensión carnal que los tenía envueltos. —¡¿Quién diablos está golpeando así la puerta?! —gritó Declan, girando la cabeza hacia la entrada. Su cuerpo desnudo y musculoso se tensó, listo para la acción. En ese preciso instante, Nora rodó de entre las sábanas y almohadas poniéndose de pie de un solo intento, y sin más se fue corriendo hacia su habitación mientras gritaba por encima del hombro: —¡Rápido! ¡Transfórmense en lobos y luego abran la puerta! —gritó la muchacha para que no los vieran desnudos. Los tres hermanos, con sus p***s aún erectos, se miraron entre sí, dudando. El deseo que los había consumido momentos antes ahora luchaba contra la urgencia de