Mi mirada está fija en los archivos sin saber que hacer o qué pensar. Suspiro restregando mis ojos y calmando los latidos de mi corazón que amenazan con volverse más rápidos y constantes a medida que mis ojos se desplazan por la lectura de mi investigación. Lo que encontré de Kagome Higurashi no es nada bonito, de lejos esa chica no tuvo una infancia normal, ninguna infancia que conlleve un asesinato es normal.
Aunque, la infancia de Kagome Higurashi no conllevó un asesinato, conllevó dos asesinatos, dos a manos de una pequeña niña de ocho años.
La niña maldita
El día 8 de octubre de 2003 fueron encontrados muertos los señores que habían estado cuidando de una niña a la cual adoptaron desde su primer año de edad. La cual nombraron Kagome Tumiko, la hija de la actriz Naomi Higurashi.
La niña mató en defensa propia a estos señores que la maltrataban y trataron de jugar sexualmente con ella. La historia se conoce como la niña maldita ya que ningún niño sano sería capaz de matar a sus padres sin saber que era adoptada.
Se encontraron indicios de que la niña no comía bien, había una jaula que al parecer era el lugar de castigo y se descubrió que aquellos señores eran en realidad dos prófugos de las justicia que mataban y robaban, dos delincuentes que solo jugaban con la paz mental de las personas.
La única sobreviviente de aquella noche de lluvia fue la pequeña niña que se auto nombró Kagome Higurashi, dijo que no usaría un apellido sucio de sangre, mentiras y atrocidades.
Un año luego del suceso, Kagome Higurashi escapó del olfanato donde permanecía, fuentes confirmaron que su padre se haría cargo de ella, pero al parecer no se supo más de la niña maldita al cumplir nueve años.
Cierro la laptop y dejo caer mi cabeza hacia atrás. La biblioteca está solitaria, miro al hora y me doy cuenta de que ha oscurecido. Al parecer invertí todas mis horas en investigar de ella. Ahora si debo mantenerme alejado porque puede acabar con mi vida. Ella realmente es una asesina, ella no juega a serlo, ella no juega a intimidar, ella habla en serio cuando me advirtió no meterme en su camino, eso haré. Aún no quiero morir.
Borro los archivos luego de hacer una copia donde solo yo podría descubrir su ubicación. No necesito que nadie se entere de mi investigación, lo último que quiero es a esa chica cerca de mi, no ahora.
Cuando me levanto escucho mis huesos tronar. Recojo todo y cuelgo mi mochila al hombro. Camino fuera sin mirar mi celular donde seguramente encontraré algunas llamadas de mi madre o mi idiota primo.
El frío de la noche hace que mis dientes castañeen. Aunque ya no hay rastro de lluvia, la luna brilla con esa naturalidad que hace envidiala. Me quedo unos segundos observándola, como su destellos me parecen tan atrapantes, es algo tan coditiano, tan normal a la vista de los demás, pero tan asombrosa a mi vista.
Como tengo un camino que recorrer, comienzo. Hoy perdí todas mis clases, pero no me importa, conozco a unas personas que encantadas me prestan sus apuntes, no es como si fuese algo dificil, investigué de ante mano los temas que se impartirian hoy, nada difícil.
El camino a casa es tan solitario como la mirada de Kagome Higurashi. No comprendo por qué la tengo tanto en el pensamiento, pero luego de saber parte de su historia siento la necesidad de saberla completa. Entiendo que ellos no eran unos Santos, pero como una niña de solo ocho años fue capaz de cometer esa masacre. El padre fue asesinado cuando ella le cortó el cuello, según los forenses el corte parecía de un profesional si no fuese por la fuerza que se empleo, ella era fuerte, pero no tanto como para hacer un corte perfecto. La madre en cambio, fue a causa de un disparo certero en la cabeza. Ocho años.
El frío me hace ser conciente de que casi llego a mi casa. Cuando me encuentro frente a la casa no dudo en entsr para resguardarme de la fría noche.
Una cabellera oscura junto a un tono de piel que conozco bien me hacen sonreír. Su sonrisa dulce y cálida es todo lo que necesito para estar tranquilo conmigo mismo. Mi madre me mira y sus ojos se achican gracias a la sonrisa que me regala todos los días al volver a cada, ver esa sonrisa es una de los momentos que más añoro cada día.
—Bienvenido a casa cariño—se acerca a besar mi frente y su aroma a frutas me envuelve, mi madre siempre huele agradable.
—Gracias, ya estoy en casa—beso su mejilla—¿Llegó papá?—pregunto quitando mi abrigo gracias a la calefacción de la casa empiezo a entrar en calor.
—Si, tu hermano también pasó de visita hoy—asiento caminando al comedor—por cierto—Su voz me detiene—tu primo quiere hablar contigo, está en su habitación—me comunica—tu hermano estará una temporada con nosotros y no duren mucho. Los quiero para cenar—asiento.
—Gracias, iré a ver que quiere ese idiota—subo trotando las escaleras y al llegar al segundo piso, no lo pienso pata ingresar en su habitación sin siquiera llamar—¿querías hablar conmigo?—pregunto cruzando mis brazos y mirándolo desde el marco de la puerta donde dejo caer mi peso.
Sus ojos azulados me observan y veo algo que jamás vi en él: miedo. Miroku tiene miedo y eso me hace suspirar. Estuvo a punto de que la loca, pero hermosa señorita Higurashi acabe con su vida como si nada.
¿Esa chica no conoce el valor de la vida? Habla de matar como si hablara del clima y eso me inquieta mucho. No mucho, demasiado.
—Si—murmura y esa es mi señal para yo entrar a la habitación y sentarme en una silla frente a él. Su cabello es un desatre que viaja en vías contrarias—quiero pedirte disculpas, por mi culpa ya van dos veces en las que te expongo al peligro, al mismo peligro—comenta y asiento.
—Y uno muy peligroso—él asiente y suspira luego.
—Inuyasha, yo... En realidad no sabía que ella hablaba en serio, pero ahora temo encontrarla y que acabe lo que empezó. El chico de antes me confesó que ingresó a una pandilla—abro mis ojos.
—¡¿Tus amigos son pandilleros?!—él cubre mi boca y me hace señas, y entonces recuerdo, Sesshomaru está en casa. Suspiro y me acomodo para mantener la compostura en todo momento.
—Yo no tenía idea de eso ¿Bien? Fue hoy que me enteré y fue gracias al escándalo de esa chica—él suspira—al parecer él era nuevo y tuvo como primer trabajo divulgar una información que no me quiso decir cual era, le tiene miedo a la chica y por eso no me contó—asiento en comprensión—pero su pandilla y ella están en guerra. Esas chicas no son más ni menos que la tan aclamada pandilla Shikon. Todas ellas son delincuentes y nosotros nos estabamos involucrando en terrenos que desconocíamos—ruedo los ojos, no nosotros, él se estaba involucrando mucho en el camino de esa chica—tenemos que andarnos con mucho cuidado Inuyasha—suspiro.
—Lo sé, ella no es solo alguien que amenza, ella cumple sus amenazas—Miroku vuelve su cabello más desastroso—ahora vamos a cenar, muero de hambre—él me sonríe.
—Yo igual—me levanto y antes de bajar lavo mis manos porque luego mi madre me hará hacerlo si no las tengo limpias.
Al llegar al comedor la conversación que Sesshomaru y papá mantenían llega a su fin al vernos ingresar al lugar. Le sonrío, pero solo papá me sonríe devuelta. Sesshomaru solo asiente con la cabeza en mi dirección, lindo saludo de su parte.
—Lindo saludo Sesshomaru, tenía cinco meses sin verte—él me regala una pequeña muesca que se asemeja a una sonrisa.
—Es bueno verte renacuajo—me río y él de levanta y nos abrazamos.
—Es bueno tenerte uns temporada aquí—comento.
—Es bueno estar en casa, hola Miroku, mi madre ya me comunicó que estarás aquí por tiempo indefinido—Miroku lo abraza y luego lo mira.
—Si, cosas escolares—él asiente y vuelve a su lugar.
—Vamos a cenar porque muero de hambre—papá como siempre con hambre. Todos nos servimos y papá cuenta de algunas azañas del trabajo y anécdotas divertidas. Mi familia es muy unida, a pesar de que mi padre en muchas ocasiones tiene trabajo fuera del país eso no le impide siempre ser la cabeza de la familia y darnos el tiempo que merecemos. Él prefiere pasar noches extras de trabajo para poder dedicarnos uego todo su tiempo libre, no puedo escoger a mejores padres.
—¿Cómo va la escuela Inuyasha?—pregunta Sesshomaru.
—Ya sabes, siendo un genio, las mejores calificaciones tienen mi nombre—él asiente.
—Es bueno que estés enfocado en tus estudios, espero que tú igual Miroku—mi primo mira a otro lugar evitsbdo la mirada de Sesshomaru.
—Voy mejor que antes—es todo lo que dice.
—Escuché que conociste a alguien—Sesshomaru mira a mi madre con reproche.
—No tenías que decirle—mamá sonríe.
—No seas tímido—él niega con una sonrisa.
—Es alguien que me ayuda en un caso que investigo—su suspiro cansado me hace entender que las cosas no son fáciles—hay una chica que debo hacer que ternime en la cárcel, al parecer a sido acusada de robo, asesinato, secuestro, tráfico de armas. ¡No entiendo como alguien tan joven puede hacer todo eso!—exclama mirando la comida.
—¿Y qué edad tiene?—Sesshomaru mira a otro lugar. Como si recordará algo que no quiere y luego nos mita.
—Veinte años, al parecer es la jefa de una pandilla, seguro han escuchado de ella—miro a Miroku quien está mudo—el nombre de pandilla es Shikon. Esta tiene una guerra con otros pandilleros, pero de ese caso se encarga mi compañero. Yo solo tengo mi vista en esta. No puedo dar más información porque es confidencial, pero la chica que investigo es a Kagome Higurashi, al parecer es una experta en huir y ocultrase de la policía. Tienen tres años queriendo atraparla, pero nada, la chica es una genio en cuanto a estratégias y planes de huir se trata—dejo de comer mirándolo.
—¿Y qué harán cuando la encuentren?—pregunto con interés.
—Seguramente le dan algunos años en prisión—directo, verdadero y cruel. Al parecer no soy el único interesado en ella, ¿qué tanto ocultas Kagome Higurashi?