XI. Obsesión

1813 Words
Cuando el timbre suena respiro hondo y tomo mis auriculares para quitarlos de mis oídos y poder volver al mundo real donde una docena de adolescentes no hacen más que avergonzarme como tal. Me doy cuenta de que no soy muy sociable por lo que cierro el libro que leía y trato de relajarme. Algo imposible cuando cierta pandillera no ha salido de mis pensamientos cada mañana al despertar y antes de irme a dormir. Es como si mi mente repitiera lo que pasó en mi habitación una y otra vez sin descanso. Lamo mis labios al recordar su sonrisa, sus ojos, mierda, debo tener cuidado con ella. Siento un beso sonoro en mi mejilla y un peculiar aroma que me hace tensar. Luego veo su cabellera al pasar y sentarse vecina a la mía. Ella me sonríe al estar sentada y acomodada. Veo sua ojos observarme con algo extraño en ellos. Desde que supe que ella solo jugó conmigo he tratado de evitarla, pero ahora todos saben la mentira del año: ella y yo como pareja. Trato de sonreírle, pero no me sale. Desde que ella pisoteó mis sentimientos ya no quiero tenetla cerca. Suficiente tengo con una azabache que es muy peligrosa teniendo armas, como no teniéndolas. Sus ojos azulados me miran con detenimiento y luego suspira para sacar una goma y amarrarse el cabello en una coleta desordenada que no hace más que volverla más atractiva, suspongo que desde el inicio ese fue su plan. Veo a varios de mis compañeros observarla with adoración y yo trago en seco. Ella podría ser discípula de Kagome, ambas están locas. —Me evitas Inuyasha — murmura bajo, como si me estuviese diciendo un secreto muy intimido entre los dos — sabes bien cual fue el trato, así que será mejor que actuemos como la pareja del año amor, ahora eres mi novio — veo sus labios y luego sus ojos. A pesar de que pisoteó mi corazón ella me sigue pareciendo una de las mujeres más atractivas de todo el mundo. O creo que solo es mi corazón despechado recordándome que ante mis ojos siempre la vi como lo más puro. No puedo actuar tan bien como tú y lo sabes, digo, eres una experta en hacer creer a la gente que eres un ángel cuando de pura no tienes nada — la miro a los ojos y relajo mi expresión para que los espectadores lejanos no sepan que estamos discutiendo. No puedo creer que sigas llorando por eso — rueda sus ojos — será mejor que lo olvides, ahora, bésame Inuyasha o podría hablar cosas que no son y sabes muy bien quienes pagan las consecuencias — ella se levanta y camina hasta sentarse sobre mis piernas . Todo el salón queda en silencio, sus ojos azules me miran fijamente — bésame — ordena y maldigo en mi interior antes de unir nuestros labios. Tsubaki besa bien, pero nada como lo que hace Kagome a la hora de mover sus labios. Kagome sabe como hacer volar sin alas. Ella es sensual en el movimiento de sus labios y escucho como algunos idiotas me dan porras como si fuese el campeón del lugar, maldigo en mi interior cuando Tsubaki me acaricia con demasiada sensualidad. Vamos, ella rompió mi corazón, pero eso no significa que no siga siendo hombre y ya ves, algunas veces simplemente pensamos con lo que nos fue bendecido entre las piernas y no con el cerebro. Es por eso que sujeto su cuello con fuerza bucando un ritmo concreto que la hace gemir entre mis labios. Alguien aclara su garganta y al separarme frunzo el ceño. De cabellera castaña y ropa holgada, parece sonrojada con la cabeza baja. Unos grandes anteojos hacen de su cara algo ¿bien? Pero miro las pecas que rodean su cara, a pesar de su apariencia despeluñada, es bonita. Levanta la vista y casi me atraganto. Ella podría vestirse de cualquier cosa en el mundo, pero si me muestra esos chocolates brillantes que posee sus ojos entonces ella debería saber que podría identificarla donde sea, cuando sea y delante de quien sea. Tsubaki la mira mal, sin embargo, no dice nada. Ella se ha ganado el respeto y amistad de muchas personas por fingir ser una chica dulce, ellos no saben que esta muy lejos de ser asi. —¿Que quieres?—pregunta Tsubaki, pero al recibir algunas curiosas miradas suspira—perdón, ¿necesitas algo?—casi rio por el tono suave que utiliza esta vez. —Estan ocupando... todo el espacio y no... puedo pasar—lo dice de manera tan atropellante que casi dudo que sea Kagome, esta lejos de ser la chica confiada que se mostro en mi habitación. Trago en seco y lamo mis labios. Tsubaki se levanta y la deja pasar. —Pasa—murmura en tono amenazador. —Gracias—pestañeo varias veces al ella pasar por mi lado y percibir rastros de una maliciosa sonrisa, uno de sus ojos me observan y si, es ella. Lo confirmo cuando baja la vista y me sonríe. Maldita sea ¿Qué demonios busca Kagome ahora conmigo? La veo sentarse en la ultima silla de la fila donde me encuentro. Trago sintiendo mis manos sudar. —Chicos, tomen asiento que la clase ya va a comenzar—el maestro me distrae de la chica peligrosa que ocupa un espacio entre nosotros. Las dos horas de clase no presto atención. Muevo de manera nerviosa el bolígrafo entre mis dedos mirando de vez en cuando a Kagome quien toma apuntes como si fuese una estudiante más. A pesar de ser una mentirosa que juega con los sentimientos de los demás, Tsubaki presta absoluta atención a lo que dice el maestro. No puedo olvidar que la conocí en uno de esos viajes de cerebritos concursantes. Creo que me sentí plenamente flechado con ella cuando comenzó a hablar como la nerd más jodidamente hermosa de todo el lugar, ella brillaba sin necesidad de fingir en aquel momento, es lamentable ver como se convirtió en un personaje que el escritor no le otorgó en su obra. Cuando la clase acaba todos salen y el aula se va quedando vacía. Tsubaki recoge todo lo que le pertenece y dándome un beso dice que quedó con unas amigas para un proyecto. La veo alejarse y cuando me aseguro de que no hay nadie cerca me giro para encarar la chica de pecas falsas que sonríe de manera encantadoramente maliciosa. —¿Y? ¿te gusta mi nuevo disfraz?—pregunta quitando sus anteojos y haciendolos rodar entre sua dedos, ella tiene una habilidad impresionante con las manos. Eso lo sabes perfectamente... Alejo esos pensamientos y me concentro en su atuendo. Ella viste con ropa holgada, unos tenis y el falso cabello castaño en dos trenzas junto a un pequeño gorrito. —Duré al parecer más de lo esperado en poder darme cuenta de quien eres—comento sentándome sobre una mesa y ella hace lo mismo frente a mi. —Me sorprendiste, pensé que podría pasar totalmente desapercibida para ti—deja los anteojos sobre la mesa y juguetea como una niña pequeña con las trenzas. —Tus ojos, debiste ocultar tus ojos. Tus ojos lo reconocería aunque el mundo te parta en dos y tu cuerpo quede irreconocible, tus ojos tienen un brillo peligroso que jamás conocí en otra persona—ella sonríe mirándome atentamente. Siempre hace eso, analizarme. —Vaya, hoy estás muy halagador—murmura mordiendo su labio inferior. —Me inspiraste a hacerlo—cruzo mis manos—pero como estoy muy curioso y ya no puedo más para saber, ya sabes, la curiosidad no puede conmigo. ¿Qué haces aquí y vestida de esa manera?—Kagome se levanta y camina hasta abrir mis piernas y tomar lugar en el hueco que la forma. —Tu debes saberlo—ronronea subiendo sus manos por mis piernas, enarco una ceja—vine por ti—murmura cerca de mis labios. La sorpresa invade cada célula de mi ser, ella no aparta la vista de mi y eso me pone nervioso. Esta chica es muy directa. —¿Y qué necesitas de mi?—murmuro siendo conciente de su cercanía. —Te dije que cuando algo me intriga suelo ser muy posesiva, vine por lo que es mío, tú—me tenso y me aparto de ella frunciendo el ceño. Me alejo mirándola, analizándola, pero solo está esa sonrisa de suficiencia que tiene. Ella lame sus labios y mira el salón con curiosidad. —No soy tuyo—contesto finalmente rompiendo el silencio que sus palabras establecieron. —Lo eres—asegura sonriendo. —Así que al final eres la perra, por fin das la cara y no haces que tus marionetas lo hagan—giro el rostro y veo a Tsubaki quien ahora ya no es la dulce chica que fingió minutos antes. Trago en seco cuando la luz hace que la navaja brille. Ella se mantiene pegada a la puerta que está cerrada. Kagome suspira mirándola—aléjate de Inuyasha—comenta. —Tsubaki, ¿no te conformas con que Naraku te folle?—pregunta Kagome con una sonrisa y una tranquilidad inquietante—pensé que te gustaban más peligrosos, por algo estás en esa pandilla de idiotas, aunque bueno, idiota ya eres—Kagome se saca la peluca dejando ver algo que sostiene su pelo. Se lo quita y amarra esa maraña de cabellos en una cola. —Maldita... —Sigues siendo una idiota, será mejor que te alejes del niño. O podría ponerse feo—comenta Kagome sacando una pistola—¿sabes cuál es?—pregunta ella subiendola lentamente. Trago en seco. Esa arma es de esas que cuando disparas no suenan, y ya he comprobado que Kagome tiene una muy buena puntería. —Los demás están por llegar, aunque me mates es tu fin—Kagome sonríe y Tsubaki corre hasta ella. Yo asustado cuando ella levanta el arma le doy un manotazo haciendo que la pistola caiga lejos de Kagome. Inmediatamente ella en cámara lenta para mi, agarra su muñeca y me alejo al ver a Tsubaki soltar la navaja y chillar de dolor. Kagome acaba de romperle la muñeca. Mira a Tsubaki y toma la navaja. Veo un pequeño rasguño en uno de sus brazos. Trago en seco y ella golpea a Tsubaki quien llora en el suelo. —Te dije que no era inteligente meterse conmigo una vez, al parecer no aprender alma dulce—murmura Kagome. —Te voy a matar, algún día lo haré y te veré suplicar por tu vida—me agacho a la altura de Tsubaki y la miro. Sus ojos están rojos. Tomo su mano y hago una mueca. —Aléjate Inuyasha, sabes lo que pasará de ahora en adelante si los veo como hoy—levanto la mirada. —¿Estas loca? ¿todo esto fue por qué ella me besó?—pregunto con los ojos muy abiertos. —Yo lo había advertido antes Inuyasha. Ahora eres mío, vive con las consecuencias de eso. Ella debe alejarse de ti porque no habrá una próxima vez. La mataré inmediatamente—Kagome se acerca y patea el estómago de Tsubaki—así es como funcionan las cosas conmigo—me deja un casto beso en los labios y corre—no tengo tiempo de lidiar contra la otra pandilla, adiós—la veo desaparecer de mi campo de visión y cuando los gritos de Tsubaki son más altos bajo la mirada. —Esa mujer esta loca Inuyasha, al parecer te ha obsesionado contigo—dice en medio de lágrimas. —Me temo lo mismo—murnuro para mi mismo. Kagome desde ese día se convirtió en una completa maldición para mi. Tal vez debí escuchar antes de dejarme caer por ella. 
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