XX. Como mejor lo hacemos

1725 Words
Hago garabatos en mi cuaderno y a mi lado Miroku parece muy entusiasmado respondiendo mensajes. Lo miro y veo como sonríe, como un idiota. Lo más seguro es que ya tenga disponible su polvo de esta noche. No comprendo como las mujeres lo aguantan, aunque no puedo quitarle los méritos a Miroku. Sabe como hablar para que una mujer quede más que encantada con él. Pero debo suponer que ese increíble efecto no le sirvió con cierta castaña que tiene ojos grandes y una mirada amenazante. Sango si que debe odiarnos, no me perdonó ni por ser primo de Miroku, que posiblemente se lo haya ligado. Estamos los dos solos en un salón vacío. Yo porque no tengo ganas de escuchar los murmullos de los estudiantes y Miroku no entiendo aún la razón por la que sigue a mi lado. Por lo general él estaría metido en algún lugar recorriendo un cuerpo femenino o simplemente dejando que un cuerpo femenino lo recorra a él. Miroku levanta la mirada y se encuentra con mi mirada. Escribe un mensaje antes de apagar la pantalla y dejar el teléfono sobre la mesa. Se gira para estar más cómodo. Siempre he admirado a Miroku por ser tan idiota, pero seguir vivo. Enserio que mi primo a veces toma desiciones cuestionables. Me alegro de no haberlo juzgado nunca, porque ahora soy yo quien se está metiendo en la boca del lobo con placer. —¿Qué pasa Inuyasha?—pregunta Miroku—¿ya cambiaste de bando y te has enamorado de mi? No te culpo, estoy muy bueno—ruedo los ojos y eso causa que él sonría. —Solo tengo curiosidad sobre algo—él enarca una ceja. —Tu curiosidad es cuestionable. Por curiosidad ahora estás enredado con una mujer que muchos la llaman un demonio y la cual me ha estado a punto de matar dos veces, así que cuando tienes curiosidad debo temer Inuyasha—bueno, en eso tiene la razón. Mi curiosidad no siempre es buena. —No lo niego, pero está vez es algo sencillo que tu puedes responderme, porque al parecer no fui el único curioso que se enredó con alguien peligrosa—Miroku se endereza y parece en alerta. —¿De qué hablas?—sonrío. Me encanta disfrutar un poco a costa de él. —Sango—él se pone serio de inmediato. —Ah, esa mujer—masculla entre dientes mirando a otro lugar. Su ceño se frunce y sus labios se arrugan. Parece recordar algo amargo porque cierra los ojos y se masajea el cuello con pesar. —¿Qué tenías con ella?—él suspira. —Nada, esa mujer solo es una maldita manipuladora—murmura. —¿Te manipuló?—pico un poco y sus ojos parecen que saltan llamas. —Esa maldita demonio me embrujó. j***r, me gustaba mucho, salimos algunas veces, pero solo fui un cebo para que hagas lo que ellas querían. El hacker era todo lo qur ella quería y me utilizó—se encoje de hombros—luego quise vengarme y me monté un trío sabiendo que ella nos encontraría. Pero no contaba con que estuviera loca y casi mata a las dos chicas, luego sonrío y amenazó con cortarme el pene. Está loca, no tuve sexo por semanas porque estaba tan atemorizado que mi pene no se levantaba. Luego simplemente dejó de joderme y desapareció, no volví a saber más de ella. Y tampoco quiero saber más—no digo nada, pero no parece que sea lo que él quiere—así que te recomiendo que te alejes de esas mujeres. Están locas y solo nos manipulan para sus fines desquiciados. Me voy. Ya tengo salida hoy—se aleja y lo veo caminar hasta desaparecer del salón. Cuando cierro los ojos unos minutos y siento unas manos recorrer mi pecho. Me expanto y cuando abro los ojos me sorprendo y casi me atraganto con mi propia saliva. Ella ríe mientras se sienta a mi lado como si no pasara nada. Tsubaki me mira. Desde la vez que Kagome casi la mata no la había visto cerca de mi, pero ahora aparece. Ya veo, de seguro busca información sobre ella o simplemente está probando si está muerta realemente. Recuerdo que Kagome se apareció aquí cuando se esparció el rumor de que Tsubaki era mi novia, supongo que su táctica es la misma esta vez. Lástima para ella que Sango se va asegurar de que Kagome esté descansado para que su herida se termine de curar. —Tsubaki, ¿Qué haces aquí?—pregunto recogiendo mis pertenencias. —Hola Inuyasha, escuché que tu novia forma parte del otro mundo—la burla en su tono me jode, pero me aguanto y sigo recogiendo mis cosas. —¿No tienes nada mejor que hacer que j***r?—pregunto cerrando la mochila y levantándome. Ella también lo hace y evita que pueda caminar metiendose en mi camino. —Todavía no hemos hablado Inuyasha, ¿por qué tan a la defensiva?—sus ojos azules se oscurecen al mirarme la boca y ella relame sus labios. —No lo sé, supongo que es porque no confío para nada en ti. Tsubaki, déjame pasar, respeto mucho a las mujeres y no me gusta ni tocarles un pelo de mala manera, pero realmente tu presencia me jode bastante—ella parece sorprendida. —Vaya, nunca me habías hablado así—murmura. —Eso es porque nunca habías roto la confianza que deposité en ti. Ahora largo, no se nada de Kagome, esa es la razón por la cual estás aquí, ¿cierto?—ella suspira. —Inuyasha yo... —Nada Tsubaki. Te di tiempo para hablar, pero lo tomaste para secuestrarme y hacerme participe de todo el circo que montaste—niego y la rodeo para salir—vive con ello porque fueron tus deciciones Tsubaki—camino dejándola parada en medio del salón. —¿Me sigues amando?—pregunta y me obligo a girar—yo todavía te gusto Inuyasha—dice mirándome. —No, dejaste de gustarme en el momento en que dejaste de ser tú para convertirte en lo que alguien más quería. No me gustan las copias baratas de personalidades que no quedan bien, en eso te has convertido Tsubaki—no digo nada más y salgo de salón. Camino evitando a todos, necesito salir de aquí ya, quiero pasar tiempo con Kagome. Todavía debe seguir en cama. Envío un mensaje a Ayame para que me pase a buscar y tomo un bus. Nadie debe saber que Kagome sigue viva. *** Entro a la misma cabaña que ayer, pero está vez me siento más feliz porque sé que Kagome está viva y ya sé de su estado. Cuando ingreso no encuentro a nadie y Ayame desapareció hace un momento. Camino escaleras arriba hacia la habitación donde se encuentra Kagome. Cuando ingreso no hay nadie y la cama está hecha. Muerdo mis labios y me acerco al baño a ver si ella está ahí, pero está vacío. —No sabes lo tentador que es tener a tan inocente criatura bajo mi terreno—me giro con una sonrisa al escuchar su voz. Kagome ya no es una pizca de la de ayer. Lleva una falda corta y un abrigo holgado. Unas botas que llegan hasta sus muslos. Su cabello va suelto y el suave maquillaje le queda de maravilla. No hay restos de la mujer que ayer se encontraba en esa cama. —¿Qué haces de pie y con esos tacones?—pregunto mirando los altos que son el tacón de las botas. —Estoy bien Inuyasha, la herida está bien, solo necesitaba una motivación para mejorarme—ella se acerca y sus pasos resuenan por el tacón. Se detiene frente a mi y yo la tomo de la cintura uniendo nuestros labios. Cuando el beso termina ella sonríe—cada día me encantas más—murmura ella sobre mis labios—quédate aquí, tengo que resolver algo—me guiña un ojo. —Espera—la tomo del cuello y la beso—no me des órdenes, eres tú quien está herida Kagome—ella sonríe. —¿De verdad crees que acataré órdenes?, estás fumándote una buena si siquiera lo piensas—me mira—si no quieres que termine sobre ti ahora, dejame ir a resolver esto que es urgente cariño, luego tendré tiempo pata jugar con mi muñeco favorito—la tomo de la muñeca. —¿Muñeco favorito? ¿tienes más?—ella sonríe y la pego a mi cuerpo procurando no lastimar la hetida. No me reconozco, nunca he sido este tipo posesivo y celoso, Kagome saca partes de mi que desconocía. —No, solo te tengo a ti muñeco. No sientas celos cariño, aunque celoso te vez ardiente y me dan ganas de darte una mama... —Kagome—ella gira y veo a Sango en la puerta. Sango rueda los ojos cuando me ve, todavía siguen en eso de odiarme, creo que hace tiempo ya me habría pegado un tiro de no ser por Kagome—ya está listo—ella asiente. —Quédate aquí—me besa y se va. Suspiro, no le haré caso. Espero y salgo viéndolas desaparecer por una de las puertas del primer piso. Cuando abro la puerta me doy cuenta que es el sótano. Bajo muchas escaleras antes de ocultarme. Hay un hombre sentado en una silla. Él sangra. Kagome se aprece con unos guantes puestos y algo que cubre toda su ropa. —No entiendo porque les gusta jugar con el peligro. Así que descubriste que sobreviví—dice Kagome con una sonrisa perturbadora. —Zorra, cuando Naraku lo sepa te va a matar, maldita perra—ella no se inmuta mientras que yo me siento arder del enojo. —¿Me dirás cómo descubriste este lugar?—él sonríe. —No—ella sonríe devuelta. Saca un frasco un cuando lo deja caer en el brazo de hombre este grita del dolor, un grito agónico que me deja tieso. Veo como la piel de su brazo se desintegra. Kagome sonríe viendo como el hombre llora y grita del dolor. Se retuerce en la silla como endemosiado. —El ácido sulfúrico es muy eficiente para estos casos. Podemos durar todo el día en esto. Tengo mucho más de esto cariño, así que habla o sufte. ¿Cuál prefieres?—pregunta ella. —Naraku mandó a seguir a Inuyasha Taisho y a Miroku Taisho quién se ha estado relacionando con Sango. A Inuyasha lo sigue Tsubaki. A Miroku yo, hace dos días terminó aquí por lo que lo descubrí, pero hasta hoy confirmé que estabas viva y que eras tú. Pensé que era otra chica de la que se folla el muchacho. Un poco más y pude tenerte frente al jefe para que te mat... ¡Ah!—grita cuando Kagome lanza más acido a su rostro. Ella suspira. —Encárguense de él, tengo otros asuntos. ¿No es así Inuyasha?—pregunta y salgo corriendo escaleras arriba. Termino en su habitación con las manos temblando y el corazón latiendo rápido. Ella entra como si no hubiese estado torturando a un hombre hace unos minutos atrás. Se cruza de brazos y cuando me levanto parece estudiarme, pero no se espera mi siguiente movimiento. Cierro la puerta y la estampó contra ella. La levanto y hago que enrede sus piernas en mi cintura.  —Ahora tu y yo tenemos que resolver algo, ¿no?—pregunto respirando agitado sobre sus labios. —Claro, resolvamos esto como mejor lo hacemos—sonríe y la beso.
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