XIX. Ella es mía

1622 Words
Me quedo un momento en el despacho respirando tranquilamente, por lo menos ya siento como si mi alma volviese a mi cuerpo. Ahora que se donde está Kagome la paz que no sintió está extendiéndose por todos mis sentidos. Camino hasta la habitación donde está. La puerta está abierta lo que me deja a entender que Sango quitó la cerradura para mi. Cuando entro miro a Kagome y sonrío. Ya no tiene las cadenas, ahora su cabello cae como cascada. Ella está conciente y está sentada mirando sus manos. En silencio me acerco hasta ella. Levanta la mirada y esos increíbles ojos marrones me miran. Una sonrisa curvada cubre sus labios. ¡Dios! Como extrañé esa sonrisa, esa mirada, como extrañé a esta loca mujer. No me detengo hasta estar sentado en una orilla de la cama. Mi mano va a su mejilla y la acaricio. Su sonrisa no decae en ningun momento. Me guiña un ojo y levanta la mano hasta que me acerca a ella. Me hace bajar la cabeza y pruebo sus labios como lo mejor qur he provado en la vida. Su mano despeina mi cabello y su lengua invade mi boca como si nunca me ha pertenecido, como si ella era la única dueña. —Hola muñequito — murmura en mis labios para luego lamerlos y alejarse — no pensé que armarias una rabieta por no verme. Ayame me comentó que me has estado buscando la pista desde que desaparecí — ella se acomoda. —Supongo que ambos hicimos una rabieta. Sango también me contó que herida, querías buscarme — ella sonríe de esa manera tan sexy. —Quería que alguién atendiera mis apetitos — murmura con una sonrisa — espero que te hayas portado bien, porque sabes lo que pasa cuando me enojo cariño — me acerca para lamer mis labios y luego moderlos — me pongo un poco violenta — susurra en mi oído con esa jodida voz sensual que posee. Yo debo estar loco porque en vez de asustarme su amenaza, me excito. Me encuentro tan excitante que me diga estás cosas. ¿Qué demonio está mal conmigo? Debería huír de este demonio de mujer, pero no, estoy aquí respetando que está herida porque si no lo estuviese no sé si sería capaz de controlarme más tiempo. —Solo me gusta portarme mal contigo Kagome, pensé que ya te habías dado cuenta de eso — su sonrisa incrementa. —Y no sabes lo que causa que lo hagas. Justo ahora tengo ganas de hacer cosas que esa mente tan linda que tienes no se imagina. Eres mío Inuyasha—ella sujeta mi mentón—espero que eso lo lleves claro—alguien toca la puerta y ella se aleja—pasa—Kikyo entra mirándonos a ambos, pero su mirada se centra de Kag. —Lamento interrumpir, pero necesito saber si él se quedará esta noche aquí. Ya oscureció y si no sale en cinco minutos se tendrá que quedar esta noche. Sabes que la hora de salida ahora es estricta. No podemos dejar salir ni entrar a nadie a una terminada hora—miro a Kagome quien bosteza cansada. —¿Qué dices Inuyasha?—pregunta con una sonrisa contagiosa, no puedo negarme el sonreírle de vuelta—¿pasarás la noche en la boca del lobo?—por más que quieres pasarla se que no puedo. —Vendré mañana—le comento con una sonrisa—si me quedo hoy aquí sospecharán y lo menos que quiero es que Sesshomaru te encuentre—ella asiente y Kikyo sale dejándonos solos. Me acerco y la beso suavemente, pero como Kagome es una impulsiva ella me hace estar más cerca y devora mis labios. Nunca me cansaré de decir que esta mujer besa de maravillas. Jadeo en su boca cuando su lengua juguetea con la mía de una manera sensual. Ella danza la canción más erótica de todas mientras da toquecitos. Esta mujer tiene un arte a la hora de besar que me desarma por completo. Rompo el beso y nuestras respiraciones se encuentran agitadas. Beso su frente y me alejo odiando hacerlo. Si por mi fuese me quedaría en esa cama con mi mujer, cuidando de ella. Kikyo me guía en silencio y es Ayame quién me lleva cerca de casa. Ella me comunica que no puede dejarme frente a mi hogar porque eso puede levantar sospechas, pero baja ella también y me escolta a una distancia prudente. Ya dentro de casa miro por las ventanas y la veo alejarse. Cuando giro me llevo el susto del siglo al ver a mamá cerca de mi. Su seriedad me asusta y me alerto enseguida. Ella me mira en silencio y eso no hace más que hacerme que me suden las manos. —¿Qué pasa mamá?—pregunto al ver que no responde. Ella simplemente se gira y se sienta cruzando las piernas. —Siéntate Inuyasha—hago caso y me siento—¿me puedes explicar qué demonios significa Kagome Higurashi en tu vida?—su pregunta me pilla por sorpresa. Ella parece muy concentrada en mirarme mientras todo en mi estómago se revolotea. Miro mis zapatos sin pararme a analizarla como siempre lo hago cada vez que hablamos. No soy fanático de mentirle a la mujer que más me importa en mi vida. Mi madre es la mujer de mis ojos, podrán venir miles de mujeres, pero ella siempre estará en mi corazón como la reina y dueña de él. Los lazos entre mi madre y yo siempre han sido muy estrechos, tenemos una confianza que pocas madres consiguen con sus hijos y más cuando estos están en la etapa adolescente. Muerdo mis labios dejando que el silencio llene la habitación. Eso me recuerda a que de niño siempre me quedaba analizando mis palabras en silencio cada vez que hacia una travesura y mi madre lo descubría. Ella es una experta en conocerme y sabe como aoy, por lo que espera tranquila a que mi respuesta salga a la luz. Supongo que ya Sesshoamru le habló de lo que tenemos Kagome y yo, pero por ahora Kagome está desaparecida para todos. —Es la mujer que mueve mi mundo y lo hace un caos con su sola presencia—respondo luego de un momento en silencio. Mamá suspira como si le pedara escuchar mis palabras—no sé en que momento me empezó a gustar o siquiera a atraer, pero ella de una manera extraña se fue ganando parte de mis pensamientos. Sé que escucharme hablar de esta manera puede ser un poco raro en alguien tan sensato como yo, pero tal vez fue eso lo que hizo que mi atención se dirigirse a ella. Ella hizo que rompa todos los esquemas de mi vida, que me cuestione, que haga cosas por ella que jamás pensé hacer por una mujer. Mentir es un ejemplo de ello, decepcionar a la persona que más admiro puede ser otro—mamá solo me escucha en silencio—sé que no es correcto, que Kagome puede ser mi pase al otro mundo, que haga cosas cuestionables y que se mueve en ambientes peligrosos, pero ¿cómo le digo a mi corazón que no lata rápido al hablar de ella?—pregunto sonriendo tontamente—¿cómo le digo a mis pensamientos que no solo es ella el centro de mi mundo? Si pudiese lo haría, pero es algo que va más allá de lo que puedo hacer. Tengo un razonamiento ilógico a su lado, porque todo lo que hago es sentir, siento, vivo y anhelo. Kagome me hace sentir bien conmigo mismo—hago silencio esperando que diga algo. —¿Ella fue la chica que estuvo en el hospital cierto?—pregunta mamá y me giro para mirarla. Sus ojos se encuentran cristalinos. —Si—susurro—no le importó Sesshomaru, no le importó sus enemigos, no le importó que todos la odien, que la quieran en una prisión o que recen por que muera pronto. En cuento supo de mi estado salió en mi busca, porque para ella yo soy importante en su vida. En mi vida ya ella tiene un espacio y a pensar de que te ame con todo mi corazón no puedo desistir de la idea de verla—murmuro. —Aún sigue sin dar señales de vida, hijo eso puede significar que... —La esperanza es lo último que muere y hasta que no encuentren su cuerpo seguiré teniendo de en que ella está bien en algún lugar—comento sin mirarla. Mamá suspira y me hace mirarla girando mi rostro en su dirección con una de sus manos. Me hace mirarla fijamente a los ojos. —Hijo, te amo y sabes que respeto todas tus desiciones, pero no aceptaré que te eches a perder por una mujer que es una delimciente. No regalaré a mi hijo para que se involucre en asuntos como los que trata esa mujer. Kagome Higurashi no es buena para nadie hijo, es una criminal que la policia busca, que tu hermano busca día y noche, alguien que está infestando la sociedad y a los jóvenes. Es una asesina Inuyasha, no daré a mi hijo para que ella cuando se aburra de ti acabe contigo cariño, puedes odiarme, pero una madre siempre sabe lo que le conviene a un hijo—con el dolor en mi pecho ardiendo aparto sus manos de mi rostro. Ella parece que llorará en cualquier momento y me odio por ser el causante de sus lágrimas. Lamo mis labios y me pongo de pie. Mamá se pondrá a llorar en cualquier momento y no queiro estar aquí para presenciarlo, eso terminaría de romper mi corazón. Adoro a esa mujer más que a mi propia vida.  —Lo siento mamá, te amo, te adoro, pero esa delincuente, esa asesina, esa criminal es la mujer que se metió donde ninguna otra antes. Eres la mujer más importante en mi vida, pero no renunciaré a Kagome, no hasta que yo lo decida y eso todavía no pasa. Kagome Higuradhi es mi mujer—me giro hacia Sesshomaru quien está estático en su lugar—le joda a quien le joda. Ella es mía—no digo nada más y simplemente me encamino a mi habitación tragando el sabor amargo que me dejaron las palabras de mi madre.
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