El señor Au me muestra el camino, por fortuna, ya no desconfía tanto de mí. Nos adentramos más en la casa, bajamos por una escalera en espiral y atravesamos más de siete puertas que nos llevan a varios túneles. Si fuera claustrofóbica, este lugar sería perfecto para morir por ello. Los túneles son estrechos, oscuros y fríos. El hombre que está frente a mí, no se cuento mide, pero debe agacharse un poco para caminar sin golpearse la cabeza. Es en este momento que las chicas de baja estatura como yo, anotamos un punto. Au ilumina el camino con la linterna de su teléfono. Cuando creo que llegaré al mar, nos detenemos en una gran puerta que, al abrirse, muestra un amplio armamento. — No conozco el lugar donde será el encuentro y en vista que lo escogiste, asumo que sabes que armamento y