24 de diciembre. El día de hoy sin duda el servicio se está encargando de decorar la casa para recibir navidad en la mansión Clem, mientras a mi me dan mi tranquilizante; sexo duro. Sus labios recorren cada parte de mi piel con suavidad. Su simple roce me enciende aún más —de lo que la droga causa en mí— y eso le encanta. Besos, caricias y comentarios cargados de morbo, atraviesan mis sentidos haciéndome delirar. Es un maestro en el sexo, sabe como y donde acariciar mi cuerpo para hacer que me moje aun más, ansiosa por la recompensa final. Clem me aprieta las caderas mientras me besa. Su miembro ya listo golpea mi vientre, mientras su teléfono suena en algún lugar de la habitación. Ninguno de los dos nos enfocamos en ese sonido, ya que nuestros gemidos y comentarios lujuriosos nos blo