Narra Harley Durante un largo momento, nos miramos el uno al otro, sonriendo, y luego su atención se desvía y se concentra un momento más en mis labios. Sin querer, los lamo y él se aclara la garganta y desvía su atención hacia la mesa donde está el menú del servicio de habitaciones. —¿Qué tal algo de comer?— sugiere.Estoy segura de que los precios son escandalosos y dudo—.Es mi invitación—añade rápidamente. —Oh, no, ¿no podría? —Insisto—su tono es firme y no admite discusión.Ahora que el efecto de la adrenalina ha pasado, tengo hambre. No recuerdo la última vez que comí. Aparte de un vaso de Coca-Cola y medio bagel en el restaurante durante mi descanso, no he comido nada desde ayer. —Está bien, gracias— susurro. —¿Qué te gusta? —pasa las páginas y yo subo los pies a la cama, metié