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796 Words
 -¡¿Hola?! -Gritó Indira dejando un eco en el ambiente-, ¡¿hay alguien?! Escuchamos solo el canto de los búhos e insectos contestar. Se había sentido tan real, tan cerca, ¿acaso de verdad lo escuchamos o fue un producto de nuestra imaginación? no estábamos locos, no podíamos estar locos. Tony sacó su celular del bolsillo e iluminó un poco el lugar. Un escalofrió recorrió mi espalda, y una presión me oprimió el pecho, tenía un mal presentimiento y eso no me pasaba tan seguido. Tony se volteó igual de asustado que yo, inconscientemente todos nos acercamos para transmitirnos fuerzas, las fría neblina comenzó a invadir nuestro alrededor volviéndose espesa, que Dudy siguiera gimiendo como una canción extraña no ayudaba. Algo malo iba a pasar, casi podía sentir que me había metido en una especie de película de terror donde salía un hombre con una sierra y nos descuartizaba. Cállate, Cassie. -¡Hey! Solté un grito desde lo más profundo de mi garganta que se juntó junto al de los muchachos, me abracé a Dudy y pegué mi espalda al torso de Tony como si se tratara de un campo de fuerza. La luz que teníamos se cayó en algún lugar. Una muchacha de piel vainilla y de cabello dorado saltó desde los arbustos, su gran sonrisa que dejaba ver la separación de sus dientes me perturbaba, tenía una linterna en su mano que iluminaba directamente su rostro; la hacía ver como un espectro. Oh mierda, ella era un espectro o tal vez un nomo del bosque. -¿Prima Susi? -dijo Mark a la muchacha, ella soltó una carcajada y brincó envolviendo sus piernas y sus brazos alrededor de él. -¡Mark! -Susurró Susi-, no sabes cuánto me alegra verte. Era tan pequeña y delgada que casi me daba la impresión de que volaría con el viento, la otra persona era un hombre algo obeso, su piel igual de blanca, llevaba unos lentes de aumento, él era más calmado y caminó con algo de temor, como si nosotros fuéramos los espectros. -¿Cómo? -Repitió Mark con real incredulidad-, no entiendo como es que... -¿Qué está pasando Mark? -dijo Tony, su aliento golpeando mi nuca, fue cuando me di cuenta que seguía pegada a él y a Dudy como una garrapata, Indira estaba cerca pero no nos tocaba. ¿Cómo es que Mark podía conocerlos? Mark negó con la cabeza sin despegar la mirada de su prima Susi y al hombre obeso para luego mirarnos. -Es mi tío Donald y mi prima Susi, viven en Danamon -respondió Mark-, ¿Cómo es que están aquí?, es decir, estamos en el medio de la nada. ¿j***n?, eso quedaba prácticamente al otro lado del mundo, no era posible que estuviéramos en j***n, todo esto debía tener una explicación lógica. -No es el medio de la nada -dijo su tio Donald-, y estamos en Monvi, nos mudamos hace dos años, se hubieran enterado si tu padre nos viniera a visitar. Uh. Mark pareció avergonzado. -Está muy ocupado con eso de los productos y mercancía -se justificó-, se ha vuelto poco sociable. -De cualquier manera... -continuó el señor Donald- Vimos al autobús caer en el acantilado y explotar, vinimos a ver si había sobrevivientes o si podíamos ayudar en algo... Pude ver que el señor Donald tenía un botiquín de primeros auxilios en su gruesa mano. Casi me dio risa cuando creí que ellos podían ser una especie de fantasmas, eran unos ángeles acabando de bajar del cielo para ayudarnos, sin embargo no me fiaba de ellos completamente. -¿Monvi? -Cuestionó Indira-, perdonen, pero nunca he escuchado de algún pueblo llamado Monvi. Su voz flaqueó, fue cuando me di cuenta que estaba verdaderamente asustada, me imaginaba que también estaba al borde del colapso o del llanto por todo esto. -El pueblo de Monvi queda a diez minutos de aquí -dijo la prima Susi-. Deberías buscarte un mapa. Indira parecía sorprendida de que Susi le hubiera respondido con la misma petulancia que ella. -Susi, no seas descortés, y bájate de encima de Mark -dijo el señor Donald-. ¿Saben si hay sobrevivientes?, ¿ustedes necesitan de alguna sutura? Susi seguía encima de Mark, así que se bajó algo avergonzada. ¿Sobrevivientes?, lo dudaba. -No tenemos ninguna herida grave -se atrevió a decir Tony-, creo que el resto de los que iban en el autobús están muertos. Donald suspiró, sus rasgos tensos y afirmó con la cabeza como si le costara aceptar la realidad. -Vamos al pueblo -dijo Donald-, no es bueno que nos agarre la noche en el bosque. Por lo menos ahora veíamos la luz al final del túnel, pero tal vez el túnel era una ilusión óptica sin final.
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