Diciembre
—¿No deberías estar en clase? —preguntó Mik al ingresar a la habitación.
—No, cancelaron a última hora así que estoy libre. ¿Y tú?
—Vine a recoger algunas cosas y vuelvo a salir hasta la cena.
—Deberías bajar el ritmo de tus estudios, no está mal tener créditos extra, pero terminarás enfermándote y más considerando que es invierno.
—No hay problema, ya estoy acostumbrado.
—Como quieras, luego no digas que no te lo advertí.
Al poco tiempo de que Mik saliera, también lo hice yo encontrándome con algunos de mi clase que saldrían a comer hamburguesas, así que me les uní al igual que lo hicieron algunas chicas que ingresaron al local. Prácticamente, este era el único momento que teníamos para estar cerca de alguna mujer que no fuese docente ya que el internado es solo para hombres y como más de uno tenía las hormonas alborotadas, no tardaron en sacar “sus armas de conquista” para caerles como buitres necesitados, lo que siempre resultaba en una escena cómica para mí.
Por mi parte, solía mantenerme sereno al estar más acostumbrado a ellas, Jhon y yo aprendimos a ligar chicas de todo tipo y edad mejorando nuestra apariencia, vestimenta y actitud para atraer a universitarias y de vez en cuando mayores, obteniendo a su vez otros beneficios, aunque en mi caso jamás llegué a concretar el sexo, y no porque no quisiera, sino porque mi primera vez no quería que fuese de esa forma, tampoco buscaba hacerlo con la mujer de mis sueños, solo quería a alguien que me diera confianza y a su vez confiase en mí, aunque estoy seguro de que si mi padre supiera ese motivo diría que soy un idiota, total, ese hombre devora todo lo que se mueva a su paso y considerando que a mis catorce me llevó a un burdel en Ámsterdam con mis tíos para que perdiera mi castidad… bueno…
—Venga, Trav, es viernes, podemos divertirnos hasta tarde —insistió uno de los chicos cuando les hice saber que me iría.
—Lo sé y me encantaría, pero tengo entrenamiento temprano —mentí.
—Solo es un entrenamiento y todavía queda mucho tiempo para las nacionales.
—Lo sé, pero ese argumento no sirve para dárselo a Cabrera y lo sabes.
—¿Seguro no puedes quedarte una hora más? Podríamos divertirnos en otro lugar si quieres —comentó seductora una de las chicas que me había desnudado con la mirada desde que ingresó.
Lo admito, ella tiene todo el potencial que cualquier hombre quisiera y saber que hoy podría tenerla solo para mí era una oferta tentadora, pero no, tengo claras mis prioridades.
—Me encantaría, pero podría ser en otra ocasión que no esté tan ocupado —respondí seductor dejando una caricia en su cintura al adentrarme bajo la blusa—, además, el próximo viernes puede que me antoje de otra hamburguesa ¿Quién sabe? —mordí su labio provocándola más.
—En ese caso, puede que tal vez me antoje también de algo con más carne.
—Entonces dejemos que el destino decida —besé su cuello sacándole un gemido que la hizo restregar su cadera en la mía y le hice un guiño antes de salir.
Reconozco que de algo debía servir escuchar tantas perversiones de mi padre cuando estaba con otras mujeres y eso que muchas fueron en lugares públicos, con mi madre, mi tía, nuestra enfermera favorita… en fin, una extensa lista que no sé si algún día tenga fin, pues nada detiene a Oz, el conquistador.
(…)
Durante el trayecto al dormitorio no pude evitar recordar cómo se estremecía esa chica entre mis brazos, a veces me preguntaba si no estaba exagerando al tomar la decisión de mantenerme casto hasta encontrar a esa persona en vez de tomar la primera oportunidad que viniese, pero no quiero llevarme una mala experiencia.
—Que extraño.
Quedé desconcertado al encontrar la puerta asegurada y la luz apagada, es tarde y Mik ya debería estar aquí, supongo que debe seguir en la biblioteca o algo por el estilo, en fin, no le di importancia, ingresé retirando mis zapatos, el abrigo, la camiseta y busqué una toalla para darme una ducha, así me quitaría un poco las ganas que tenía gracias a esa chica.
En lo que retiré las medias y el pantalón, la puerta del baño se abrió sin más con Mik saliendo envuelto hasta el pecho por la toalla. Sé que sonará extraño, pero en lo que llevamos viviendo juntos, esta es la primera vez que lo veo así ya que él siempre se cambia dentro del baño, razón por la cual suele ducharse antes de que yo despierte o cuando salgo a hacer ejercicio.
—Mierda… —maldijo por lo bajo con sus párpados muy abiertos, casi horrorizado, lo que me dejó confundido.
Estaba a punto de preguntarle algo cuando noté, más allá de su impactada expresión, que su respiración estaba agitada, su cara sonrojada y su cuerpo tambaleaba levemente, y de no ser porque ya sabía a qué se debían los síntomas, creería que estaba haciendo lo mismo que yo planeaba hacer en la ducha siendo al final descubierto por mí.
—¿Mik? ¿Estás bien?
—T-Trav…
Apenas pudo pronunciar mi nombre cuando cayó desmayado, alcancé a tomarlo antes de que terminase en el suelo golpeándose con el borde de la cama, pero por desgracia mi agarre hizo que su toalla se abriera dejando al descubierto su desnudez, uno que me dejó tan confundido como excitado, más de lo que ya estaba, pero no tanto como la gran incógnita que martillaba mi cabeza.
—E-Eres… ¿una chica? —dije para mí sin dejar de detallar su cuerpo entre mis manos.
—¡Revisión sorpresa!
—¡Mierda, no ahora!
—¡Lawless, Oz, prepárense que ya voy por ustedes, par de rufianes! —gritó Reinold con gran diversión en el pasillo.
Maldita sea mi suerte ¿Ahora qué mierda haré? ¿Cómo carajos le explico a ese imbécil que hay una chica desnuda en mi habitación? Y lo peor es que yo tampoco tengo mucha ropa encima.
Creo que hasta aquí llegaron mis días de calma.
—Vamos, Travis, piensa, piensa ¿Qué haría tu padre si estuviera en tu posición? —mascullé desesperado—. ¿¡A quién mierda engaño!? ¡Ese hombre es capaz de tener sexo con ella así esté dormida, la despertaría en la primera metida y de paso invitaría al director a unírseles!
Al susurrar eso en un grito ahogado, quedé viendo la cama con una idea y sin perder un segundo más la arrojé rápidamente cubriéndola hasta el cuello con el cobertor, por no decir que la envolví como un taco, por suerte la manta era gruesa y no dejaría ver nada, además de que fue justo a tiempo porque en eso Reinold ingresó de golpe.
—Señor, buenas noches —saludé intentando controlar mis nervios—. Le pido que por favor baje la voz y cuando salga cierre la puerta con cuidado.
—¿Qué se ha creído, joven Oz?
—Nada, señor, pero Lawless está enfermo desde hace unas horas, tiene fiebre muy alta y no hace mucho se bañó quedando dormido muy rápido. Creo que cargarse con tantas materias le afectaron igual que el clima.
Él no me creyó a la primera puesto que se fue a la cama de Mik poniéndome más nervioso de lo que estaba y corrió un poco su cabello revisándole la temperatura.
—Es cierto, es bastante alta, será mejor que llame al médico para estar seguros —comentó con seriedad.
—No hace falta, él está en excelentes manos y ya le di una medicación muy buena. Sabe que mi padre siempre me surte y al ser una urgencia no podía permitir que fuese a mayores.
—Perfecto. Muy bien, muchacho, por eso siempre dije que serías un mejor estudiante aquí que en ese otro lugarucho de quinta —las ventajas de que él odie el internado Royal tanto como yo…
—Sabe que mis servicios son solo para Harrow, señor, igual no se preocupe que yo me ocuparé de él esta noche y mañana llamaré al médico de ser necesario para que lo acompañe en la mañana.
—¿Dónde estará usted?
—Tengo entrenamiento y no puedo faltar, las nacionales están a la vuelta de la esquina.
—No, quédese con él, yo hablaré con su entrenador para informarle la situación. Usted sabe que la fiebre no es un juego y menos considerando la temperatura que tiene, mejor acompáñelo y mañana me informa cómo sigue —dijo en lo que se dirigió a la puerta.
—Sí, señor, como usted ordene.
—Tuve razón al enviarlo con usted, joven Oz, esa fue una de mis mejores decisiones.
—Por algo es el director, señor Reinold —odio ser su lamebotas, pero si eso ayudaba a mantener al cerdo contento y lejos de aquí, estaba dispuesto a hacerlo.
Esta vez Reinold salió sin azotar la puerta, aunque a lo lejos escuché cómo gritaba a otros estudiantes haciendo la misma advertencia ridícula; sin embargo, esta vez me había salvado el pellejo que lo hiciera, excepto por Mik, quien quedaría sin el suyo cuando despierte al tener que darme muchas explicaciones sobre lo que vi y…
—Carajo, no puede ser…
Al recordar a la chica del local y el desnudo cuerpo de Mik, mi erección volvió de golpe obligándome a ir a la ducha con urgencia para encargarme cuanto antes del asunto, lo peor fue que ni estando bajo el agua fría pude borrar esa imagen o siquiera disminuir mi erección al recordar la suave piel de Mik.
—¡Soy un imbécil! ¡¿Cómo no me di cuenta antes?! —me reñí dándome algunos golpes en la cabeza con los azulejos.
Tuve todas las pistas frente a mí: las veces que me vio sin mucha ropa, su nerviosismo cuando ingresaba encontrándome desnudo al cambiarme, las ocasiones en que me levantaba firme y ella esquivaba la mirada al punto de ignorarme toda la mañana, o cuando le hablaba de estupideces de chicos como erecciones, chicas, citas, porno… ¡Maldición!, debí verme como un idiota frente a ella al decir esas cosas, pero, pero… ¿¡Cómo mierda iba a saber que era una chica!?
—Vamos, Travis, piensa en algo más, no vas a ser tan poco hombre de masturbarte pensando en ella —susurré desesperado bajo el agua, pero por más que intentase no era posible.
Resignado, comencé el trabajo manual que despertó más mi cuerpo al recordar con detalle el suyo, lo peor es que tengo excelente memoria para los detalles logrando una mejor imagen de ella que, aun cuando no tiene sus senos muy desarrollados, sí tiene una tonalidad clara virginal, su piel es muy suave y tersa, incluso la curva que marcó su cadera cuando se desmayó fue espectacular, digna de fotografía.
—Mierda…
Mi respiración se agitó más al acelerar mi mano y mordí mi brazo conteniendo mi gemido al sentir el orgasmo venir solo de imaginar cómo se sentirían sus labios, aquellos que aun sin maquillaje eran carnosos, suaves, rosados, pero justo en el pico más alto de placer, se atravesó la traviesa mirada de la pequeña intrusa acompañada de la pecaminosa mordida en su labio, ese fue el punto culmen para mí al venirme en un fuerte chorro que me hizo morder de más sintiendo la sangre en mi boca junto a otro sabor que desconocía por completo.
Creo que necesito ayuda con urgencia, esto no es normal y menos pensar en esa chiquilla en un momento como este.
—Será mejor que llame a Walken antes de que algo malo pase.