Enzo continuaba besando el cuello de Sarah, la cuál sentía una corriente incontrolable que le hacía difícil no dejarse llevar. Sus labios se encontraron de nuevo, acelerando el corazón de ambos al ritmo de sus respiraciones y jadeos. —Enzo… creo que debemos parar. Siento calor en partes de mi cuerpo que no te voy a nombrar. —Me lo pones muy difícil, eres tan embriagadora… casi como una droga a la que me estoy volviendo adicto —Miró el torso aún sin camisa de Sarah y añadió—. Y con esas vistas me lo pones aún peor. —Pues sólo tienes dos caminos, apartarte o llegar al final… pero tendrás que asumir esas consecuencias. Enzo sonrió y le dió un último beso antes de apartarse de ella. Se puso en pie y se puso bien la camisa y la corbata. —La próxima vez que me pongas a prueba no te voy a
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