El Lamborghini se detuvo en la plaza reservada para el CEO, y tras parar el motor se mantuvieron allí dentro cerca de un minuto, hasta que Enzo rompió el silencio: —Espero no haberte incomodado en tu casa hoy. Tu abuela es muy agradable y sentí que sería una falta de respeto rechazar su invitación. Pero pensé que ibas a contarle con todo lujo de detalles que nuestra relación no es real. ¿Por qué no le dijiste nada? Sarah se cruzó de hombros y miró por la ventanilla, viendo cómo los rezagados corrían a sus puestos de trabajo evitando llegar tarde. Clavando la vista en eso, respondió: —Estuve a punto de hacerlo, me dio vergüenza las miradas que mi abuela me hacía, como si estuviera orgullosa y contenta de que haya llevado a un chico tan guapo a casa —suspiró débilmente—. Sentí que si le c