Wailani Una vez que la idiota de mi prima comenzaba a tomar no había poder humano que la hiciera detenerse, daba brío verla como hacia desaparecer chupito tras chupito de tequila como si fuesen sorbos de agua, y para completar el espectáculo, Meri era ridículamente secundada por Erick, que sorpresivamente para mí, no tenía problema en seguirle el ritmo. A todo esto, Parker y yo parecíamos sobrar en el bizarro cuadro de conexión etílica formado por Meri y Erick, y vaya que era una conexión genuina y fructífera en ebriedad. Nos limitamos únicamente a mirarlos reír a carcajadas y celebrando idioteces mientras los tragos seguían llegando. — Al menos tu prima ya dejó de estar triste — arguye Parker al acercarse a mí. Tuerzo una sonrisa y asiento con la cabeza. — ¿Pero bajo qué costo? — re