Wailani Mi cuerpo se encontraba completamente sudoroso y mis músculos quemaban del dolor de haber pedaleado tanto, acababa de terminar de dar un recorrido en bicicleta al lado de mi mejor amigo Gabriel, habíamos recorrido cuarenta millas, lo que ahora me hacía sentir más viva que nunca. Amaba tanto salir a ejercitarme, el solo sentir aquella descarga de adrenalina cruzar mi cuerpo cuando ya no daba más, me hacía incluso olvidarme de todo, esos pequeños momentos solo éramos mi bicicleta, el mundo y yo. Nos detenemos a la entrada de mi casa, jadeando en busca de aire, compartiendo sonrisas llenas de complicidad al tener una aventura más en nuestras memorias. —Estás loca, Waili —menciona el rubio al tomar su botella con agua—, ¿Qué no te cansas? —¿Acaso tú sí? —pregunto en respuesta, a