Erick Los continuos ladridos de Baloo me sacan del sueño, quien además coloca ambas patas delantera sobre de mi rostro mientras prácticamente me babea. En vano lo alejo con la mano y reniego, el perro continúa insistiendo en que me despierte, salta a la cama y me cae encima, casi sacándome el aire, lo que me hace gruñir. — ¿Qué mierdas, Baloo? ¡Busca tú cama, j***r! — lo regaño, pero, el can insiste en molestarme al comenzar a babear la cara — maldita sea — farfullo al darme por vencido, me siento en la cama y trato de limpiar mi rostro con ambas manos, Baloo es un perro tan grande que con un sólo lengüetazo había logrado mojarme casi todo el rostro — Bueno, dime qué quieres, amigo. Él vuelve a ladrar, a la vez que deja salir un pequeño llorido, frunzo el ceño al ver como mi celular com