Respiré profundamente y arrugué mi nariz, su olor no era el mismo, ahora olía a shampoo de coco, era el que había acá en esta casa y no me gustaba, me encantaba sentir el olor a flores amaderadas de su perfume, esa mezcla de vainilla y lavanda de su cabello, la suavidad de su piel al pasar mi mano o nariz y el sutil aroma que emanaba su dermis a frutos del bosque, porque esa era la crema que usaba. Me acomodo un poco más cerca y aprieto más el agarre de mi mano en su cintura, solo para asegurarme de pegar más su cuerpo al mío, aún estábamos desnudos ambos, ella parecía estar dormía profundamente todo el tiempo y yo peleaba para no tener nuevamente una erección porque no saldríamos más de aquí y mi familia nos esperaba para la cenar, no podíamos faltar. Besé su espalda una y otra vez, lue