Luego de la pequeña reunión entre Sofía y Vicente, la mujer se quedó en su oficina encerrada. No tenía ánimos para salir y encontrar a su primo acompañado por el "agradable" señor Manuel, mucho menos arriesgarse a encontrarse nuevamente con Vicente si decidía ir hacia el establo para asegurarse que se estuviera realizando el trabajo adecuadamente. Confiaba en Anselmo y sabía que no había necesidad de presentarse, además debía terminar de organizar los detalles de la fiesta que se llevaría adelante la noche siguiente. Sin ánimos se sentó en el sillón a esperar que su cerebro pudiese organizar las ideas para luego poner en marcha sus pies y seguir trabajando. — Permiso, señorita Sofía — sintió un pequeño golpe en la puerta de la oficina y vio a Otilia ingresando —. El señor Domingo me pidió