Era de mañana y Vicente había demorado en salir de su casa. Una vez que el sueño se apoderó de él fue pesado y, por primera vez en mucho tiempo, le costó dejar la cama. Al salir de la casita notó que en el quincho todos se encontraban charlando, mientras que el mate y las tortitas acompañaban al grupo. Se acercó despacio y notó que una de las muchachas de la casa, María, estaba conversando con el resto. Recordó que María era la muchacha con la que Mario había bailado apenas llegaron a esa casa, en la fiesta de cumpleaños del niño, y desde allí siempre andaba alrededor de ella. Sonrió bajando la mirada, negando con la cabeza mientras se acercaba al grupo para sentarse en un pequeño banco. —Les digo que no es por eso — Se escuchaba a la muchacha afirmar un poco exasperada —. Es por otra cos