Luego de la cena una muchacha del servicio se acercó a Vicente indicando que la señorita lo esperaba en la salita. Vicente frunció el entrecejo y se dispuso a caminar hasta el lugar donde le habían mencionado. Esperó que la chica que lo había escoltado al lugar lo presentara y cuando le indicó ingresó para encontrar a Sofía de pie junto a la chimenea. Antes de que la joven del servicio partiera, la señorita de la casa le pidió traer café para ella y su invitado. El hombre se mantuvo en silencio, pero entendía que el pedido se debía a que de esa forma la gente del servicio podía monitorear que dentro de la salita no pasaba nada fuera de lo común. — ¿Me llamaste? — comenzó él. — Sí, vos dijiste que hablábamos luego de la cena y bueno, acá estamos — explicó la mujer. — Sí, Sofía — dijo él