Al caer la noche Sofía despidió a su nana y giró para encontrar al hombre que ya se ubicaba de pie al ingreso del balcón. Caminó directo hacia él que la esperaba con los brazos extendidos en su dirección. Se unieron en un beso desesperado, como si llevaran años sin estar así. No tardaron en terminar juntos y desnudos sobre la cama, en calma, felices.
Sofía dormía profundamente sobre el pecho de Vicente que acariciaba suavemente su cabello, hasta que, al correr la extensión del mismo hacia un lado, observó las marcas en el cuello de ella. Su mandíbula se tensionó y necesitó de varias respiraciones para lograr recuperar la calma. Ahora no podría hacer nada contra aquel hombre, pero en cuanto pudiera se venganría por haberle puesto un dedo sobre la mujer que él estaba dispuesto a proteger.
