Me doy la vuelta. mi pecho presiona contra el suyo. Es realmente él. Eso es lo que me faltaba.
Alan me mira. No hay una emoción clara en sus ojos, solo una mirada casual.
—¡Hola! —extraño.
Sus cejas se juntan. Yo trago.
Se inclina. Estiro el cuello hacia atrás para escapar. Nuestras narices se tocan y las chispas electrizantes vuelan a mi alrededor.
—¿Qué haces aquí, amor? —su cálido aliento acaricia mis labios mientras pregunta con voz ronca.
Manteniendo mi atención únicamente en él, trato de encontrar una respuesta, algo que decir. Pero todos sabemos cómo es cuando Alan está tan cerca de mí.
—Sigo aquí —una nueva voz suena en el ascensor.
Sorprendida, miré a mi derecha para ver la cara familiar de la beta de la manada de Caminantes Nocturnos. Me sonríe cuando se da cuenta de que
