Esto sólo me hace llorar más fuerte. El poco control que tenía sobre mí mismo se ha ido.
—Esto es bastante molesto —tararea cuando no dejo de llorar.
—¡¿Ni siquiera estás preguntando qué me pasó?! —siseo, colocando mi frente ardiente sobre mi rodilla derecha.
—No necesito saberlo. Pero sí necesito que dejes de llorar —su voz irritada suena por el altavoz.
Respiro, sacudiendo la cabeza. ¿Por qué solo recibo todos estos imbéciles en mi vida?
—¡No dejaré de llorar! —declaro.
Las lágrimas nublan mi visión peor que antes. Hablar con él parece tener un impacto aún más negativo en mí. Tengo tantas ganas de llorar que me desmayo y cuando me despierte, es posible que ni siquiera recuerde lo que pasó hoy. Puede parecer un sueño.
El silencio cae del otro lado.
—Él me mintió. Todos... todos me
