—Te atrapé, eso.
El pícaro sisea cerca de mi oído, con su cuerpo pesado cubriendo mi pequeño cuerpo.
Tomando una respiración temblorosa, coloco mis manos sobre el suelo. Cerrando los ojos, pienso en las posibles formas de salir de debajo de él.
Me agarra de la cintura, listo para darme la vuelta. Lo golpeo en el costado con mi codo tan fuerte como puedo. El ruido del crujido me asegura que golpeé un hueso, directamente
Él gime, rodando fuera de mí. Me levanto rápidamente.
—Toma esto - ¡Toma esto, zorra! —gruñe desde el suelo.
Lo miro y miro al resto de los siete hombres. Están cerca, demasiado cerca.
Si vuelvo a correr, uno de ellos podría moverse y atacarme.
Coloco mi mano sobre mi hombro derecho que me duele por el impacto con el suelo antes.
—¿Adónde vas a correr desde aquí, pe
