—¿Y por qué es eso exactamente un problema? —mi pequeña señorita fastidiosa, el pequeño dolor de cabeza más tonto con el que me he encontrado, se burla de mí malhumorada.
Suspiro, pasando mis dedos por mi cabello.
Si acuso a su mejor amiga, por la que incluso podría estar lista para morir si surge la necesidad, entonces nuestra puta relación se desmoronará en un mero momento.
No tengo ninguna evidencia. Sólo una conclusión en este momento. Será un movimiento estúpido revelarle la verdad.
—No debería molestarme en hacer ninguna pregunta, ¿verdad? No responderás. Como siempre —ella resopla cuando me quedo en silencio por un rato.
Después de salir del aturdimiento, la miro fijamente. ¿Cómo se va a sentir después de enterarse de lo que su amiga le ha estado haciendo todo este tiempo?
Pue
