El cabello de Kristen se ondeó suavemente al viento, mientras ella observaba los grandes edificios. El trafico se movió con la característica frenética de la ciudad de New York, al tiempo que Kristen observaba por la ventana sentada en el asiento trasero del vehículo, hasta que Eber, el chofer que se encargaba de llevarla a la empresa, se detuvo frente al imponente rascacielos.
Kristen descendió del auto sintiendo la brisa matutina golpear su rostro, acomodó un mechón de cabello que se elevó con el viento y alisó su falda. Sus tacones resonaron con elegancia al cruzar las puertas de cristal; el personal de vigilancia y la recepcionista habían sido notificados de su llegada, por lo cual no tuvo problema alguno con el acceso.
Kristen saludó amablemente a la recepcionista de nombre Leila y
