Antonella.
—¿No se acuerda de mi?.
—Mmm... ¿Tendría qué hacerlo?. —me pongo totalmente roja de la vergüenza que me da.
—Es verdad discúlpeme. —incomoda golpeo la lapicera en la libreta rogando que la tierra me trague—. ¿Le tomo el pedido?.
—Si... Quiero una tortilla de huevos y queso con un café amargo.
—Bien... En diez minutos se lo traigo. —voy y entrego el pedido y sigo buscando más para que la gente no quede desatendida.
—Anto hermosa, ya esta el pedido de la mesa diez.
—Voy. —con mucha vergüenza voy a su mesa, me hubiera gustado que otra de mis compañeras venga, pero soy una mujer grande, debo actuar como tal—. Señor... Acá esta su pedido, espero lo disfrute.
—Espera un segundo. —me agarra de la mano mirándome a los ojos hasta que parece que vio un fantasma de lo grande que abre sus ojazos azules—. Morocha... La del café de la otra noche.
—Me recuerda, bueno... Que vergüenza, pensé que se había olvidado de mi.
—Es que tu pelo... —esa noche era morena ahora ya rubia natural—. Jamás te olvidaría. —parece sorprendido mientras me mira recorriéndome la cara como esa noche hizo.
—Ahora le p**o la deuda señor. —apunto la mesa con las cosas que pidió—. Le devuelvo el favor de la otra noche.
—No hace falta en serio, no lo hice con la intensión de que cuando nos crucemos me lo devuelvas, sino que fue un acto que cualquier persona debería hacer.
—Pero usted me ayudó aun cuando no tenia mucha plata, eso lo valoro mucho, permítame pagarle y así no sentirme mal por no devolverle el favor.
—Esta bien, acepto que me pagues el desayuno... Gracias.
Voy a la caja y les digo que anoten lo del muchacho en mi cuenta, Néstor me mira negando pero lo hace sin preguntar, y no debería preguntar nada porque es mi dinero y puedo alimentar a todos lo que quiera cosa que no puedo hacer, pero si al hombre que fue atento en el peor día de mi vida muy amablemente.
A la salida empiezo a recorrer todos los locales que encuentro en mi camino en busca de otro trabajo, aún para atender un local de ropa me piden que tenga mis estudios secundarios terminados, otros me dicen que están llenos y otros que no necesitan a nadie, casi llorando sigo y sigo recorriendo hasta entrada la noche todos los días. Pasa una semana y nada que encuentro algo, me siento en la plaza principal mirando a la nada misma porque no logro siquiera pensar, es como que nada, mi mente esta en oscuridad total, he escuchado que dicen, piensa en blanco, pero ese color se me hace muy lejano en este momento.
—Parecerá que te estoy siguiendo pero no es así lo juro. —miro al muchacho del café frente a mi sonriéndome—. ¿Me puedo sentar?.
—Si, por supuesto. —incómoda aprieto las piernas.
—Por favor no te pongas así, si te incómodo me voy. —se para pero le agarro la mano impidiéndole irse.
—No te vayas.
—Pero me tienes miedo. —lo miro dudando ya que suena muy calmado y ofendido a la vez—. Apretaste las piernas y tu cartera... No te voy a robar ni hacer nada, tienes que estar tranquila.
—Es un reflejo nada más, no es que lo hice por desconfianza, fue involuntario.
—Es mejor que me vaya así sigues en lo que estabas.
—Espera, no te vayas por favor. —me paro haciendo el intento de mirarlo a la cara donde es muy alto y muy apuesto, me da como nervios verlo mucho tiempo—. ¿Cómo es tu nombre?.
—Ja... Tienes razón, no sabemos nuestro nombres. —me estira la mano sonriendo—. Soy Federico.
—Antonella. —movemos las manos riendo porque parecemos nenes—. ¿Vas a tu casa? Digo, por la mochila que cargas.
—No... Ayer se me venció el plazo de alquiler y estoy dando vueltas en realidad, viendo donde me puedo quedar en las noches. —lo miro sin creer, de verdad no tiene donde ir porque no veo que me mienta.
—¿No tienes donde dormir?.
—De hecho ahora me voy a trabajar. —seguimos agarrados de la mano y parece que no se da cuenta—. Conseguí algo de noche, es por unos días pero voy a poder juntar algo para poder pagar otro mes.
—Si necesitas ayuda estoy para cualquier cosa, no puedo en lo económico pero puedo darte una mano en cualquier cosa.
—Gracias, lo aprecio mucho de verdad. —mira el reloj en su otra mano—. Me queda más de media hora para poder entrar y es acá a la vuelta, ¿Podemos charlar un rato o te acompaño a tu casa?.
—Si me acompañas vas a llegar tarde.
—¿Dónde vives?.
—En los olmos... Queda lejos.
—No te voy a dejar ir ahí sola.
—Siempre voy sola, pero si quieres acompañarme esta bien. —tiro de mi mano que ya la siento toda transpirada donde su mano abarca toda la mía de lo inmensa que es—. ¿Nos soltamos?.
—Si, perdón no me di cuenta, vamos... Guíame y yo te sigo. —empezamos a caminar en un ambiente agradable, no me pone incómoda este hombre, me hace sentir segura—. Yyy... ¿Trabajas hace mucho en el café?.
—Hace bastantes años, unos doce mas o menos si no estoy mal. —asiente sonriendo.
—¿Cuántos años tienes?.
—28. ¿Tu?.
—Por Dios... Creí que apenas tenias 22 cuando entraste toda mojada, pareces mucho mas joven de lo que tienes.
—Creo que eso me ofendió un poco. —digo riendo donde todos me dicen lo mismo, y si muchas personas lo dicen es porque es verdad, me veo mas joven de lo que soy—. No me respondiste, ¿Cuántos años tienes?
—Los mismos que cargas... Pero creo que estoy hecho mierda.
—Para nada. —lo miro a la cara negando—. Estas muy bien de hecho.
—¿Eso crees?. —se rasca la barba rubia que tiene—. ¿Te parezco atractivo?.
—Bueno. —retuerzo las manos con muchos nervios—. Si... Eres atractivo, pero...
—¿Pero?.
—Tu barba... Da aspecto de sucio. —me arrepiento de inmediato, no puedo creer que dije eso—. Que maleducada por Dios, discúlpame por favor.
—La verdad que si... Y yo que iba a decir que eres hermosa.
—Perdón, no quise menospreciarte por tu barba.
—¿Lo dices para que diga que eres hermosa?.
—Noooo... No no no, no te confundas, eso no me importa... Me gusta la barba pero la tuya es muy larga y desprolija. —sonrie y mi cara se prende fuego donde en vez de disculparme la embarro aún más.
—¿Y qué es lo que te importa?.
—Tener trabajo y un plato de comida para después dormir en una cama caliente.
—¿Cama caliente?. —para de caminar de golpe y mira para todos lados, en susurro con si dijera un secreto me dice—. ¿Tienes novio?.
—No... No tengo.
—Dijiste cama caliente.
—¿Y? Quería decir un techo en donde halla calefacción nada más. ¿Tienes novia?.
—No... Nadie nadie... Estoy mas solo que un perro. —riendo seguimos caminando, vamos bastante lento a decir verdad—. ¿Tienes familia?.
—Si... Pero vivo sola.
—¿Hace mucho?.
—Desde los dieciocho... Mi mamá me dijo que me tenia que ir de la casa y me fui, no me sentí abandonada ni nada ya que por ese entonces trabajaba en una tienda, pero luego quedé sin trabajo y empecé en el café. ¿Tienes familia?.
—Si... Una hermana, pero ella... —levanta un hombro sin importancia—. Tiene su familia y no quiero molestarla con mis problemas estúpidos... De todas formas me va bastante bien, el trabajo no me falta solo tengo que ahorrar mucho para el alquiler y ya, la comida en mi caso no es prioridad aunque me las arreglo para comer a diario.
—Entiendo... Yo también ahorro cada centavo para el alquiler, te voy a confesar algo. —se acomoda la mochila muy dramáticamente.
—Estoy listo. —nunca me había reído tanto como me estoy riendo ahora—. Lárgalo, estoy listo.
—La noche que nos conocimos llevaba en mi cartera los sueldos de mis trabajos. —me mira alzando las cejas.
—Te ibas a ir por no consumir nada.
—Sé que dije eso pero tenia que pagar el alquiler y hacer un pedido para comer que de hecho no hice ningún pedido y pagué dos meses de alquiler pero no quise ser mala.
—No pasa nada hermosa... Te invitaría todos los cafés del mundo para volver a conocerte. —miro para cruzar la calle y ya avanzamos más de lo que creía.
—Hasta acá esta bien. —paramos en una esquina—. Desde acá sigo sola.
—¿Tienes miedo que sepa donde vives y que te visite en la noche?. —doy un paso hacia atrás y él también lo hace para el lado contrario—. Fue un mal comentario perdón.
—Muy malo la verdad. —lo miro incómoda, me acerco dandole un beso en la mejilla, ni pensé en ese acto o no lo hacia—. Que te vaya muy bien en el trabajo y ten cuidado por favor.
—Si querida... Me vas a ver entero mañana.
—¿Mañana?.
—El café que dan en donde trabajas es muy bueno y pretendo volver a consumirlo. —se gira para irse—. Cuídate.
—Tu también.
Cruzo corriendo la calle y camino rápido a mi departamento, cuando llego cierro la puerta y me apoyo riendo, por Dios es un hombre muy lindo.
*****
Federico.
—¿Y?.
—Se hace la mosquita muerta. —camino hacia el galpón donde conseguí algo para guardar las apariencias y así seguir el plan como corresponde.
—Te gustó.
—Es una mujer hermosa pero eso no quiere decir nada... Creo que sabe todo lo que necesitamos, vive en un barrio de mala muerte ¿crees que no es ahí en donde ocultan algo?. —hablo por el audífono que tengo mientras intento de no llegar tarde—. Debe ser una fachada.
—No lo sé. —miro hacia todos lados con calma, intento de no parecer un desquiciado—. Tal vez puede ser inocente, según nuestros informes no ve al padre desde que se escaparon de él cuando era una nena, por ahí puede ser verdad y no es mentira.
—Con el tiempo lo vamos a saber, te dejo que ya estoy llegando. —corro porque voy tarde, deliberadamente pasé por la plaza ya que la venia siguiendo, mi trabajo es seguirla, ahora la sigue Cristian o no podría venir para el trabajo—. Buenas noches señor. ¿Llegué bien?.
—Si. —nos damos la mano saludándonos—. A horario y espero que siempre sea así joven.
—No se preocupe.
—Bien, vamos a dar un paseo así te enseño todo así sabes que es lo que debes vigilar. —me enseña todo el local en un minuto donde no vamos mas lejos de donde da la luz—. ¿Te dijeron que los horarios son intercambiados?.
—Si... Dijeron que cuatro días de noche, dos de descanso y cuatro de días de mañana dos de descanso, cuatro de noche y cuatro de descanso cuando me toque de noche.
—Bien, mejor que lo hayan aclarado porque han venido muchos que cuando les decimos que es hora de cambiar renuncian donde dicen que esos horarios no los pueden hacer, pero en realidad es muy tranquilo no tienes que preocuparte... A cada tanto debes salir a dar una vuelta y si ves algo raro llama a la policía y listo, porque no debemos portar armas ni somos justicieros sino somos vigilantes nada mas. —volvemos al tráiler en donde me voy a quedar—. Ahí tienes la tele y una heladera para lo que traigas lo puedas conservar, todos los meses juntamos plata y compramos entre los guardias lo que ocupamos que seria yerba, te, azúcar, no es mucho... El resto corre por cuenta tuya.
—Bien... Gracias por explicar todo, es muy amable.
—No te preocupes, bueno, me voy, en la mañana viene el que te remplaza, cada uno tiene un horario, al terminar el tuyo te vas, si pasa algo después de eso es culpa del que sigue que seria lo mismo si tú llegas tarde.
Una vez que se va recorro todo para familiarizarme con el lugar, es un taller de camiones, no es mucho pero si peligroso ya que cada cosa cuesta mucha plata y debe ser el blanco perfecto para los robos, no me importa trabajar en este lugar ya que tendría otra entrada de plata, lo que me molesta es la actitud de esa arpía, hacerse la inocente y que lleva una vida de trabajadora cuando debe vivir de lo que el padre le da gracias al trafico, me imagino que lleva esa vida para desviar a la policía de las investigaciones y si que lo logra porque Cristian cree en ella y todo el teatro que arma.
—Buenas, soy el remplazo. —viene un muchacho joven con su mochila a cuestas para pasar las ocho horas de trabajo—. Soy Oscar. ¿Me imagino que el nuevo, no?.
—Federico mucho gusto. —nos damos la mano y agarro mi mochila así ya me voy porque no pude dormir nada y me siento muy cansado, estuve repasando todos los datos una y otra vez.
—¿Cómo estuvo la noche?.
—Tranquilo, cuando oí unos ruidos salí con la linterna y ya se iban así que no pasó nada menos mal. —asiente sonriendo.
—La verdad que es un buen trabajo... Buen sueldo y tranquilo, lo que es jodido son los horarios pero después de un tiempo te adaptas y nos llevamos bien entre todos.
—¿Hace cuánto que estas acá?.
—Tres años... Espero te guste y dures porque es muy bueno el trabajo y necesitamos a fijos así confiamos entre nosotros para dejar cosas sin miedo a que no las volvamos a ver.
—Yo también espero durar y que me dejen fijo, lo necesito este trabajo. —salgo del tráiler bostezando—. Me voy, que tengo sueño y quiero ver si puedo dormir algo.
—Nos vemos mañana.
—Chao, nos vemos. —salgo de ahí y me comunico con mi compañero.
—¿Cristian?.
—Acá. —se escucha adormilado—. ¿Pasa algo?.
—No nada, solo que quiero que investigues al muchacho que entró después de mi.
—¿Qué pasa con él?.
—Nada, solo quiero saber más sobre los que trabajan conmigo para estar más seguro... Creo que es la costumbre mas que sospecha.
—Me pasa igual, no puedo hacer un trabajo sin saber quién esta a mi alrededor.
Camino escuchando todo lo que me dice del muchacho de la empresa que es concretamente nada, al menos ya quedo tranquilo con eso, pero aún me faltan los de las otras rondas saber quienes son, en estos trabajos hay espías o infiltrados por doquier y al que menos uno se imagina es uno que te traiciona.
Llego al café donde trabaja Antonella y no la veo por ningún lado, pregunto por ella y me dicen que esta en la cocina, les digo que voy a esperarla y aparece de inmediato limpiándose las manos con el delantal.
—Fede. —Rocío se para a mi lado fingiendo tomar mi pedido, y ruego a Dios que no me haga un escandalo acá frente a todos—. Te estuve esperando la otra noche.
—Empecé a trabajar.
—¿De noche? ¿Dónde?. —la miro furioso pidiéndole que se vaya y ella no dice nada, se hace la tonta—. ¿Cómo vas?.
—Bien. —vuelvo a leer la carta como si nada—. Ahora vete o lo vas arruinar todo.
—Si. —Antonella al fin llega y la mira sonriendo.
—Gracias Ro. —le da una caricia en la espalda sonriendo—. Ahora cubro mi lugar.
—¿Ya llegó Agus?.
—Si... Pinchó la bici por eso tardó, tuvo que llevarla a parchar o después se debía ir caminando.
—Bien... Acá esta el pedido del señor. —Rocío arranca la hoja y se la da a Anto, ella lo lee y me mira frunciendo las cejas—. ¿Pediste chocolatada?.
—No... Se ha equivocando.
—Seguro, pobre estaba saturada donde me estaba cubriendo unos momentos. —la mira mordiendo sus labios como atiende otras mesas—. ¿Cómo te fue?.
—Bien... ¿A qué hora sales?. —me mira dudando—. Así hablamos bien y no tengo que ver tu cabeza girar para todos lados.
—¿Eh? Es que hay mucha gente y me tengo que apurar.
—Tráeme un café solo.
—Bien... Perdón.
—No importa, te espero así después hablamos bien.
La veo ir y venir intentando sonreír aun cuando no la saludan o le hablan mal como si fuera una sirvienta que debe obedecer todo porque les sirve una taza de café, pero si estruja la lapicera en sus manos cuando la tratan mal, o se carga de un pie a otro muy incomoda.
Cuando me cobra me deja un papel con una dirección y horario, salgo y desde la esquina vigilo el lugar mientras Cristian registra la dirección que me dio, quiero saber bien a donde es que me quiere ver o me quiere llevar, puede que sea una trampa y por descuidado me agarran.
—Es el alojamiento en donde trabaja... Mierda Fede, como haces para cumplir con estos trabajos si no te tomas la molestia de averiguar nada.
—Para eso eres mi sombra amigo... Me cuidas la espalda como yo te la cuido.
—Al menos me aprendo las direcciones de mis trabajos.
—Yo también lo hago no creas que no. —bufa enojado pero no le presto atención ya que estas charlas las tenemos siempre.
—¿Viste a Rocío?.
—Si... Se hace pasar por la amiga pero muy mala amiga, no sabe fingir, no sé para que la mandan a estas cosas.
—Con razón no le ha servido de nada... No puede sacar mas información de la que tenemos y ella no le va a decir nada si no siente la confianza de amiga que deberían tener.
—Puede que se haya hecho amiga de verdad y no diga nada... Capas que debe estar fingiendo que no la quiere para que no desconfíes, ya hace meses que esta en esto puede haber cambiado de idea.
—Vas a tener que hacer algo con eso entonces.
—Lo voy a hacer... Va a tener que hablar.
—Bien, avísame que hago así la espío. —en eso veo que sale casi corriendo.
—Te dejo que ahí sale... ANTONELLAAAA. —para la corrida mirándome que alzo un brazo así me ve—. Te estaba esperando.
—Bien, mejor que hayas esperado. —me da la mano y de nuevo corre.
—¿Por qué corres?.
—Va a ver una venta de ropa en el alojamiento. —sonríe como si fuera lo mas fantástico de la vida ir a ver ropa—. Ahorré por meses para comprarme ropa y zapatos y no quiero llegar tarde o vamos a perder las mejores prendas.
—Esta bien. —me mira dudando pero sin decir nada cuando corro arrastrándola—. Vamos rápido entonces.
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