—¿Ya tienes calcetines?— —Sí.— —Artículos de aseo.— —Sí.— —¿Tu inhalador?— —Sí, abuela, anoche repasamos la lista treinta veces—. Me río. Hoy fue el día en que me despedí de mi vida y le di la bienvenida a la nueva con los brazos abiertos. Ocho meses es mucho tiempo, muchísimo tiempo. Casi se puede hacer crecer un feto completo en ocho meses. Sin embargo, una forma extraña de verlo. —Te extrañaremos, ¿sabes? —La abuela me dice desde nuestra posición en el estacionamiento al que me ordenaron encontrarme al mediodía. —Me voy a poner tan nostálgica—. Murmuro, ignorando el hoyo en mi estómago. —Estoy a solo una llamada de distancia, las dos lo estamos—. Dice mientras Winnie se lija junto a su cadera, mirándome. Sonrío y me arrodillo al nivel de su cabeza, pasando mi mano