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George: Que empiece el juego

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Siendo una súcubo mi existencia se vuelve un poquito complicada, entre las dificultades que enfrento se encuentra el tratar de llevar una vida común y corriente, así que quise experimentar el estudiar en la universidad, pero ¿Qué sucede cuando comienzas un juego con tu profesor? Que por cierto, es un grano en el culo.

Hay mil razones para alejarme, pero tiene un magnetismo sobrenatural que me llama a provocarlo cada vez más.

Soy Cassidy Silverstone y terminaré este juego con el profesor cuanto antes.

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Prólogo
Miro el reloj sobre mi muñeca, faltan cinco minutos para comenzar con las clases, no entiendo cómo quise aventurarme a pedir un permiso en Princeton para venir acá, en serio, George, ¿Estás demente?, Me regaño a mí mismo, pero no estoy tan demente cómo pareciera, luego que mi brillante hermanito me llamara por lo de un maldito esbirro infernal no me quedó de otra, ¿En qué problemas no se mete Dom? A veces no sé si abrazarlo o matarlo, aunque bueno, es el precio a pagar por tener una víctima para mis bromas; lo que si no me queda del todo claro es ¿Cómo nos podría afectar la situación del esbirro a nosotros?, Creo que los Edevane tienen mucho que explicarnos después de todo, pero me mata la curiosidad de ver la cara de mi hermano al ver a su yerno, ya me imagino, uno de los jinetes del apocalipsis enredado con la hija del Príncipe de la lujuria, creo que la sobreprotección de Dom se debe a qué sabe lo que sucede cuando una pareja está a solas, seguro su hija heredó algunos de sus conocimientos en el campo de los placeres carnales; río para mis adentros, digna hija de su padre. Sacudo mi cabeza tratando de sacarme la idea, miro hacia el edificio frente a mí, la universidad estatal de Luisiana, algo lejos del centro de Nueva Orleans, pero nada que mis habilidades demoníacas no puedan resolver, suelto una pesada respiración, la arquitectura del lugar no me convence para nada, en definitiva no se le compara con la apariencia de castillo que posee Princeton; tomo mi maletín y salgo del auto, una joyita sobre ruedas, el BMW M8 color azul cobalto, un coupé con muchas líneas que destacan, si, amo los autos ostentosos, presiono el botón del mando del auto para bloquear las puertas, camino a paso seguro hacia la entrada del edificio, muchos rostros se giran hacia mí, he llamado su atención, sonrío negando con la cabeza al toparme con una que otra chica que me dan sonrisas lascivas, lástima que soy el profesor, más de una sería la candidata perfecta para tirármela, pero debo seguir las benditas reglas, aunque puedo hacer un poco de trampa usando mis poderes demoniacos para someterlas a voluntad, No George, prometiste cambiar un poco, me regaño a mí mismo al recordar la jodida promesa, soy el único de la familia que está solo, hasta el gruñón de Rodge tiene a una chica a su lado, muchos piensan que disfruto de mi soltería, lo que no se imaginan es que realmente detesto estar solo, no es fácil para alguien como yo sentirse relegado, soy alguien que tienen por lo menos un amorío semanal, pero no me satisface en lo más mínimo, todo se ha vuelto monótono y aburrido, incluso he llegado a experimentar la culpa de vez en cuando, recuerdo cuando caí de la gloria, solía pensar que encontraría al alma ideal pronto, pero creo que estaba muy equivocado al subestimar el hecho, una vez estando en la tierra te das cuenta que las cosas están muy jodidas y los humanos dudan más que una bendita adolescente hormonal —Buenos días señor ¿Puedo ayudarle en algo? Pregunta una rubia platinada frente a mí que me saca de mi ensoñación, la miro de pies a cabeza, unos treinta y tantos, cabello corto hasta los hombros, ojos avellana, piel blanca y aparentemente suave y tersa, visualmente asemeja porcelana, pero si algo me han demostrado los humanos es que son buenos para ocultarse tras máscaras falsas con eso del maquillaje y demás; su ropa es un tanto provocativa, una falda tubo a la rodilla con una leve abertura en color azul marino, tacones de aguja en color negros, sus piernas torneadas llaman la atención, una camisa ceñida al cuerpo casi simulando una segunda piel, los primeros botones sin abrochar dan una vista de su escote que sin dudar puedo asegurar que es silicón puro, si, sus tetas son más falsas que el cuadro que cuelga en mi estudio, consigo lleva un maletín y lo que parece una tabla de notas —Soy el profesor George Sanders, recién llegué desde… —¡Oh! Lo siento, es el profesor de Princeton… Suelta con nerviosismo mientras rebusca algo entre sus notas, en serio ¿intenta quedar bien conmigo? —El comité de bienvenida está atrasado, sinceramente lo esperábamos más tarde —Mi tiempo es valioso, señorita… Dejo mi frase inconclusa dándole la oportunidad de presentarse, me da una mirada nerviosa —Lo-lo siento, soy Catherine Peterson, encargada de servicios académicos, en verdad siento todo este lio Suelto una pesada respiración, debo ser un poco más amable, pero hay personas que desde el inicio te hacen perder los estribos, la señorita Peterson es irritante con esa voz melosa y su continuo intento de coquetería al morderse el labio —Solo quiero mi horario, por favor Mi voz es apacible, Paciencia George, paciencia, digo para mí, la señorita Peterson me hace una seña —Por favor, acompáñeme con el rector, debe firmar algunos documentos Tic tac, el maldito tiempo apremia y siento que aquí lo estoy perdiendo, si fuera humano ya hubiera tenido un par de infartos hoy mismo, en definitiva amanecí irritable esta mañana; mi móvil comienza a vibrar en mi bolsillo, lo saco y antes de mirar a la pantalla me percato de algunas estudiantes murmurando y sonriéndome, si, más de una quiere tirarse al nuevo profesor, lo siento chicas, debo portarme bien, por lo menos mientras imparto el curso, dirijo mi atención al móvil sin perderle paso a la señorita Peterson y justo ahí un mensaje del más joven de mis hermanos, Andrew —Ya tengo la transcripción para encerrar al esbirro, esta tarde los veo en nuestro hogar La frialdad de sus palabras me hace notar que reenvió el mismo mensaje a cada uno de nosotros, niego con la cabeza, ¿Por qué carajos no usa la conversación grupal que tenemos? Si va a ser tan impersonal por lo menos que nos lo diga en un solo mensaje para todos; la señorita Peterson se aclara la garganta tratando de llamar mi atención, me detengo al ver una gran puerta de madera frente a mí, una placa dorada reluciente cita Profesor Steven Richardson, Rector, bastante pretencioso más no lo suficiente como en Princeton, no puedo dejar de hacer comparaciones entre una universidad y otra —Por aquí por favor Dice abriendo la puerta, paso y veo un pequeño cubículo, es como una especie de antesala a la rectoría, una mujer pasada de sus cincuenta se encuentra sentada en un enorme escritorio, su vista se encuentra clavada en la pantalla del ordenador, miro hacia los muros, cuadros, algunos diplomas, una estantería con premios y una ridícula alfombra imitación persa —Julianne, necesitamos ver al profesor Richardson La mujer aparta su mirada del ordenador, ahogo una risa, no me gusta burlarme de las desgracias ajenas, pero esos lentes de fondo de botella la hacen lucir bastante cómica —Catherine, el profesor Richardson se encuentra en una reunión con Debra, en un momento los estará atendiendo, pasen a tomar asiento Reunión, dudo realmente que sea eso, puedo sentir las auras en este lugar y el rector parece muy entretenido follando con esa tal Debra, hasta acá me llega el aroma a sexo, las ventajas de los demonios, nos percatamos de cosas que los humanos jamás pensarían, sonrío al escuchar un gemido, le doy un vistazo a la señorita Peterson, se ha ruborizado, hasta ella se avergüenza del lujurioso profesor Richardson, no pasa mucho tiempo para que la puerta de su oficina se abra y justo ahí sale una mujer morena con el cabello y ropa algo revueltos, luce un tanto vulgar, nos da un vistazo y se sonroja, sale a toda prisa de la oficina y al fin se hace presente el sonriente rector, un hombre de unos sesenta y tantos, calvo, caucásico y bastantes arrugas en su rostro, se le nota lo libidinoso, es repugnante, viste un traje barato en color beige, se ajusta el cinturón, en verdad que no le importa lo que opinen de él, no se ocupa ser muy listo para darse cuenta que se acaba de follar a esa mujer justo en su maldita oficina, sigo analizando al tipo, zapatos algo desgastados, un reloj de imitación en su muñeca y en su oreja un auricular, lo suficientemente pretencioso, pero todo barato tratando de aparentar una clase la cual no tiene —Buenos días, Catherine, me alegra que hayas recibido a nuestro nuevo profesor, por favor pasen, no los hago esperar más Suelta en un tono amable fingido, me pongo de pie, espero no encontrar fluidos extraños en la oficina o juro lo pondré en ridículo frente a toda la facultad —Profesor… —Sanders, George Sanders —Sanders, solo falta que firme estos documentos referentes a su contrato, sabe bien que solo será por unos meses su estadía en nuestra casa universitaria, nuestro profesor titular de literatura, el señor Harrison, tuvo un accidente y necesitará ausentarse más de lo debido por su recuperación, es un excelente elemento para nuestra facultad, esperemos pueda cumplir usted con nuestras expectativas Frunzo el ceño y lo fulmino con la mirada, en definitiva, no sabe con quién está tratando, pero dos podemos jugar este juego —Quizás su universidad me queda chica, profesor Richardson, en Princeton estamos acostumbrados a otro tipo de retos Digo arrogante, reviso los documentos, puedo ver las cláusulas de mi contrato, los días que comprenden, horas a la semana, fecha de inicio y término, descansos y paga, si, realmente no me importa mucho esto, pero es parte de pasar desapercibido en el mundo humano —Y ¿Qué hace un profesor de la Ivy League en la universidad estatal de Luisiana? Pregunta recargándose en su escritorio, saco del bolsillo de mi americana mi bolígrafo y comienzo a firmar los documentos uno a uno, alzo un poco la mirada y noto esa sonrisa burlona en su rostro, no sabe lo que le espera —El gobernador le pidió el favor especial a mi hermano para que yo pudiese encargarme del asunto, estaremos de acuerdo que el profesor Harrison es cuñado del gobernador y busca al mejor remplazo —¡Vaya! Y ¿se puede saber quién es su hermano, profesor? Sonrío, no me gusta hacer uso de mis relaciones familiares para este tipo de cosas, pero quiero dejarle claro a este tipo que no se puede meter conmigo —Dominick Stargees, el abogado Las cejas del tipo se arquean y su boca forma una gran “O”, Toma esa, imbécil, suelto en mi mente, noto como traga en seco y se frota las manos, nervioso —Ya veo, aunque, disculpe mi indiscreción, pero ¿Por qué el apellido diferente? —Misma madre, diferente padre Respondo cortante, esa respuesta ridícula la hemos dicho por mucho tiempo —Ya veo, entonces, se codea en las altas esferas por lo visto —Así es, así que creo sería bueno de su parte que no se metiera conmigo profesor —¿Me está amenazando? Pregunta exaltado, miro por el rabillo de mi ojo a una incómoda Catherine removiéndose en su silla, dejo mi energía demoniaca fluir para manipular a este tipo, es hora de acabar con esto de una buena vez —No, claro que no soy tan estúpido cómo para amenazar al rector de la institución, solo deje de meterse criticando mi trabajo cuando ni siquiera ha estado en alguna de mis clases, soy profesor de literatura, uno muy bueno con bastantes credenciales y reconocimiento, mi hermano o demás familia no evalúan mis capacidades, así que creo sería prudente que me diera el respeto que me merezco y deje de follar en la oficina   Sus ojos se abren cual platos, sonrío malicioso, Catherine se pone de pie, creo que ya debo dejar de divertirme, chasqueo mis dedos y haciendo uso de mis habilidades, borro sus recuerdos hasta la pregunta de la amenaza, se ponen ambos en trance, hago que tomen asiento de nueva cuenta y manipulo la escena a mi antojo —No, profesor, solo que podría ser un poco más amable con los recién llegados, mi estadía en Princeton me da las credenciales necesarias para que sepa que haré un excelente trabajo, después de todo, la literatura es mi pasión Asiente con una sonrisa, si, así todos felices y contentos, es divertido ver las reacciones de los humanos —Bien profesor, me alegra que esté en la disposición de servir a esta universidad, si me disculpan tengo una reunión con el supervisor escolar, Catherine, facilítale el horario al profesor Sanders     —Si profesor Richardson Responde la rubia platinada a mi lado, nos ponemos de pie y el profesor extiende su mano hacia mí, debo estrechar su mano, solo espero se haya desinfectado y no terminar con fluidos corporales en mi palma, con algo de duda tomo su mano y me sonríe —Buena suerte, profesor Sanders —Gracias Asiente y sale a toda prisa de la oficina, con calma, Catherine y yo abandonamos la pieza, se acerca a la secretaria de rostro cómico y se aclara la garganta —Julianne, ¿Podría facilitarme el horario del profesor Sanders? —Enseguida, querida Dice en voz nasal, busca en uno de los folders y le extiende una hoja, ella la toma y me hace entrega de esta —Profesor, aquí su horario, como podrá notar, hoy martes estaría dando clases al grupo de último grado, las aulas se encuentran en el ala oeste, podrá ver los señalamientos, pero con gusto lo guío hasta el lugar —Por favor Respondo señalando con mi mano hacia la salida, ella asiente y sale de la oficina conmigo a sus espaldas, en definitiva, esta mujer supura silicón, ese culo es operado y no puede negármelo, ¿Por qué los humanos hacen eso con sus cuerpos? Nos abrimos camino, los estudiantes comienzan a ingresar a sus aulas, suspiro al ver que me toparé con cada alma perdida en este lugar, los pocos metros que he caminado de este pasillo ya me topé con tres nephilims, un caído y dos naphires, la variedad de seres sobrenaturales es cada vez más grande, recuerdo cuando recién llegamos a Nueva Orleans, éramos los únicos raros aquí; Catherine abre una de las puertas y me indica para pasar junto a ella, como si se tratara de una manada de bestias, veo a los grupos de estudiantes riendo a carcajadas ¡Mierda! Ya están lo suficientemente grandes para tener este escándalo, es una universidad no un mercado —Silencio por favor, jóvenes Dice Catherine en vano, los chicos la ignoran, niego con la cabeza, camino hacia el escritorio y libero mi energía demoniaca un poco, me siento en un jardín de niños, y eso que los pequeños ponen más atención que estas bestias, me aclaro la garganta y tomo el borrador de la pizarra, miro al tipo más escandaloso de la clase y apunto hasta él arrojándole el borrador dándole justo en su hombro —¡Auch! Imbécil Suelta, todos se quedan en silencio al ver que he sido yo quien ha hecho eso, toman sus asientos de inmediato —Fuera de mi clase Mi voz sale más seria de lo usual —Pero… —Dije fuera de mi clase, odio a los que hacen escándalos en mi clase, aquí no solo verán literatura moderna, también habrá disciplina y mucho análisis, si no cumplen con las expectativas, quedarán fuera del curso Le doy una mirada a Catherine, me mira boquiabierta, ya ha visto mis métodos, se aclara la garganta y al fin se atreve a decir —Bueno, profesor, lo dejo a cargo de su grupo Asiento y ella sale del aula tomando del brazo al muchacho que acabo de golpear con el borrador, camino poniéndome delante frente al grupo dándole la espalda al escritorio —Soy el profesor, George Sanders, especialista en literatura inglesa e historia del arte, usualmente imparto clases en Princeton, pero estoy aquí hoy para hacer que muevan el culo y aprendan de una buena vez lo que es el arte plasmado en letras, puedo ser buena onda, pero la disciplina es esencial en mi clase, no tolero a los payasos, se supone que debemos de tener un ambiente cordial y con el debido respeto, pero aquí en mi clase el respeto se gana, les impartiré la materia de historia de la literatura moderna, poniendo el estándar en alto, quiero calidad en sus trabajos, así que, saben a lo que se atienen conmigo como profesor, no se aceptan sobornos, eso es motivo de baja en mi curso ¿A quedado claro? Recorro con la mirada a los treinta rostros frente a mí, veo a una chica justo en la última fila de la tercera línea levantando su mano, piel blanca, cabello marrón y grandes ojos azules, un rostro inocente, pero algo me dice que debo tener cuidado con ella —Adelante señorita… —Silverstone, Cassidy Silverstone —¿Qué duda tiene señorita Silverstone? Pregunto con firmeza mientras tamborileo mis dedos sobre el escritorio, noto una sonrisa pícara de su parte, el vello de mi nuca se eriza, algo trama y mis sentidos no me fallan —Tiene la bragueta abajo Me sonrojo al instante, escucho como estallan a carcajadas, pero debo manejar esta situación de forma inteligente —Muy observadora, o quizás será que le llaman la atención las anatomías masculinas, señorita Silverstone Un abucheo se hace presente en el aula, noto como frunce el ceño mientras sonriente subo el cierre de mis vaqueros, me ajusto la americana y me cruzo de brazos —No tiene nada que no hubiese visto antes, profesor, aunque quizás alguna miseria se esconde bajo esa ropa Chica lista o muy tonta, me está retando, creo que la señorita Silverstone será un grano en el culo por un tiempo —No creo que el acoso sea permitido en la universidad, señorita Silverstone, pero podríamos arreglar ese asunto cuando el curso finalice Respondo dando un guiño, se sonroja al máximo, jaque mate, señorita Silverstone, me aclaro la garganta y camino hacia la pizarra tomando uno de los plumones para comenzar la clase —Entonces veremos a las figuras icónicas de la literatura moderna, por favor saquen sus apuntes, empecemos con esto.    

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