Dos Almas

Los múltiples aplausos se escuchaban alrededor, muchas personas miraban hacia el pequeño escenario encantados, la rutina de aquel bailarín realmente lo merecía, la delicadeza en el movimiento de sus caderas, así como su técnica para tocar su pandereta mientras bailaba lo hacía relucir frente a todos. El joven gitano de rasgos dulces sonrió ante el público, hizo una reverencia y a paso erguido salió del escenario. —Lo hiciste fantástico, aunque no sé por qué me sorprendo.— Baek hyun, su mejor amigo mencionó mientras le ayudaba a secar su sudor. —Gracias.— le sonrió complacido, había practicado aquella rutina por semanas por lo que saber que les gustó le satisfacía.—Yo... —Min seok necesito conversar contigo.—su jefe y dueño de aquel circo dónde había crecido lo llamó a su improvisada oficina. —¿Qué crees que quiera?— el bajo le preguntó a su amigo.— No crees que me bote o ¿sí? —No, claro que no lo hará.— Baek hyun le sonrió.—Aunque...— sintió un nudo en su garganta. —Mañana cumpliré dieciocho y seguramente me echará a la calle como lo hizo con Daesung. —Él le hizo una promesa a tu madre.— apretó su hombro reconfortante.— Todo estará bien. ::::¥:::: Sus pasos pararon al llegar frente a la puerta del lugar dónde se encontraba Jong dae, él iba a tocar pero una voz dentro le invitó a pasar así que con nerviosismo abrió la puerta y pasó.— Toma asiento, Min seok. —Gracias.— Él no lo miraba, él simplemente jugaba con sus dedos. Jong dae estaba revisando unas hojas pero las dejó a un lado para posar su atención en Min seok.— Las personas allá fuera amaron tu acto, felicidades. —Gracias, me esforcé por hacerlo. —Eres tan decidido como tu madre.— El hombre suspiró.— En fin, te llamé aquí para hablar sobre nuestro siguiente destino, he escuchado sobre un pueblo un tanto lejos de dónde nos encontramos pero que sin duda nos dejará buenas ganancias y más porque seremos los primeros en llegar.— Jongdae sonrió.— Es al noroeste, cerca al Tíbet, sé que se quedarán encantados con tu baile, debes dar todo de ti. Min seok abrió enorme los ojos ya que aquello significaba que no lo echaría, estaba tan feliz que se olvidó de lo peligroso que su madre le había contado que eran aquellas tierras.— ¡Me esforzaré! :::¥::: Su camión de carga estaba repleto, ya no cabía literalmente ningún clavo más, los autos en los que iban contaminaban el ambiente por montones por lo que tuvieron que hacer una parada cuando la llanta del vehículo principal se pinchó.—Mierda.— Jongdae estaba molesto.— Está por anochecer, dormiremos aquí.— el lugar estaba desértico, a su alrededor únicamente habían montañas, ya habían viajado por más de tres días por lo que estaban algo acostumbrados al ambiente aunque esta vez era diferente ya que la carretera se había terminado desde hace tiempo y ahora pasaban por tierras áridas y rocosas. Min seok salió del vehículo dónde venía, él miró a su alrededor con la poquísima luz que quedaba del ya casi extinto día, él suspiró cansado antes de sentir su mano ser sujetada.— Ven Minnie, armemos nuestra tienda. —De acuerdo.— ambos empezaron a hacerlo, no les tomó mucho terminar por lo que decidieron ayudar a los demás, la fogata les hizo nuevamente compañía esa noche, todos los artistas del circo se reunieron alrededor para cantar un par de canciones antes de dormir, todos estaban felices por su próxima locación. Luego de un tiempo, el silencio se presentó por lo que uno a uno iban ingresando a sus tiendas a la espera de la llegada de un nuevo día. Minseok se acostó pero sus ojos se demoraron en cerrarse, juraría que alguien pasó por delante de su tienda pero sus ojos se cerraron ganándole a su curiosidad. Silencio... Descontrol... Ya todo se había perdido... Miles de gritos lo despertaron, Min seok vió cómo las siluetas de sus amigos corrían desesperadas, él volteó para despertar a Baek hyun pero el chico no estaba a su lado, sintió su corazón latir demasiado rápido por lo que no dudó en salir a ver qué sucedía, sin embargo, fué rápidamente doblegado en el suelo. —¡¿Qué es lo quieren?!— pudo escuchar el grito de Jongdae. —Han invadido nuestras tierras.— pudo escuchar a lo lejos, su mirada se levantó y lo primero que vio fue a un joven hombre vestido de lo que parecían ser pieles, ¿Pieles? ¿Quién en esta época seguía vistiéndose así ? —El paso es libre para todos.— el que parecía ser el líder de todos, un hombre mayor le ordenó a sus hombres que pararan a Jongdae. —No aquí.— sonrió de lado.— ¿Quiénes son ustedes? —No hemos venido hacerles daño, somos un humilde circo, artistas gitanos que vamos a una presentación al noreste, sentimos mucho haber pasado sin su consentimiento, simplemente no lo sabíamos.— era la primera vez que escuchaba a Jongdae siendo sumiso por lo que Min seok supo que aquellos no eran personas normales o pacíficas. —No hay paso para su destino, el puente que debían cruzar se ha caído.— todos abrieron sus ojos enormemente, aquello no lo sabían.— Nosotros lo hicimos.— todos aquellos que estaban vestidos de la misma forma empezaron a reír. —No... —Dicen que son artistas, ¿Por qué no nos dan una presentación?— el anciano habló. —Si así lo desean podemos hacerlo, nosotros... —Padre, son gente extraña, déjalos ir.— aquel joven que Min seok vió hace unos momentos habló pero el anciano rápidamente lo calló por lo que se fue hacia un costado. —Estoy esperando, pueden empezar.— aquellos tenían armas, los rostros de algunos estaban pintados de rojo y no daban ningún tipo de confianza. Jongdae asintió varias veces.— De acuerdo.— el dueño del circo parecía nervioso.— ¡Baek hyun, ven aquí!— llamó y su amigo de alguna parte salió, él sonrió a pesar de la situación antes de sacar su acordeón y empezar a cantar con aquella hermosa voz que tenía, el chico cantaba hermoso, su voz melodiosa fascinaba a propios y extraños, sin embargo, el líder de aquel clan parecía no estar complacido. —Ellos han hecho lo que les has pedido, deja que se vayan, tienen niños consigo.— el joven volvió hablar con su padre. —¡Silencio, Luhan!— el mayor miró a Jongdae.— ¿Es lo mejor que tienes? —Lo lamento, pienso que es en vano si digo que no, de todas formas no nos dejarán ir.— Mencionó reconociendo su realidad. —Eres inteligente muchacho.— el mayor chasqueó los dedos e inmediatamente empezaron a movilizarlos, Min seok se paró todo sucio y empezó a caminar asustado por lo que sea que les deparara el final de aquel camino.