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El mimo

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intro-logo
Blurb

Tuve que ir al estúpido campamento que organizó la universidad, pero me arrepentí enseguida cuando el autobús donde íbamos chocó contra un camión. No sé si hubiera sido mejor haber muerto, porque desde ese día comencé a vivir en una pesadilla... cuando conocí al MIMO.

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Prólogo
     > **** Al llegar a la universidad descubrí que ya todos habían guardado su equipaje en el camión y estaban montándose en el autobús. Genial, al menos llegué a tiempo. Me bajé rápidamente del auto, despidiendo de mi madre lanzándole un beso fugaz al aire antes de salir corriendo hacia el camión para entregar mi maleta, y solo cuando estuve en la fila para montarme en uno de los autobuses amarillos fue que pude relajarme y soltar un suspiro tranquilizador. Lo peor de ir a un campamento al que no querías ir, era sin duda no poder llegar. Había tenido que venir porque necesitaba un crédito extra en una materia; Matemáticas, para ser exacta, soy un desastre en esa materia y si no venía a este campamento, entonces tendría que repetir todo un año en la universidad. Puta vida. Divagué un poco mi mirada mientras avanzábamos en la fila, hasta que me centré en una muchacha derrapando en una bicicleta por la entrada de la universidad, cuando se acercó, los frenos hicieron que el caucho de atrás se levantara, sin embargo ella no se cayó, derrumbó la bicicleta a un lado y tiró su enorme bolso al pecho del profesor Donovan -quién guardaba los equipajes- para colocarse detrás de mí en la fila, él le gritó algo que no entendí, y ella ni siquiera le prestó atención. Vaya, de verdad esa chica era más desastrosa que yo. La miré de reojo; era una chica totalmente desarreglada, tenía el cabello rubio hecho un nido de aves, y su ropa era de un estampado de estrellas horroroso. Al parecer existían chicas más desaliñadas que yo, toda una novedad. -La mañana se hace muy corta -comentó la muchacha desaliñada, se limpió el sudor y luego me extendió esa mano para presentarse, no tuve más remedio que aceptarla-. Soy Dudy, en realidad me llamo Dangela, pero me gusta más Dudy, llámame Dudy. Tenía los ojos verdes y su piel era realmente blanca como si jamás hubiera tomado sol, esta muchacha nunca pasaba desapercibida con su excéntrico vestuario, me vendría bien hacer una amiga, no conocía a ninguno de estos muchachos a mi alrededor que irían al campamento -probablemente esperando tambien un crédito extra-, o los de concejo estudiantil -eran los únicos estudiantes que venían por gusto y gana-, por lo menos Dudy era un inicio. -Soy Cassie -solté nuestras manos al sentirla incómodamente pegajosa de su sudor y la limpié disimuladamente con el reverso de mi pantalón. Uhg. Ni siquiera tenía antibacterial o algo así, ahora viajaría con su sudor en mi mano. -¿Diminutivo de Cassandra o...? -alzó una ceja, negué con la cabeza a su pregunta. -Cassie -dije-. Solo Cassie. -Bien, Solocassie -bromeó Dudy-, yo pertenezco al concejo estudiantil, estudio literatura. ¿Pertenecía al consejo estudiantil?, vaya, yo me había hecho un prototipo en mi cabeza de que todos los que conformaban el consejo eran personas imponentes, elegantes, metódicas... no desaliñados o extraños como ella. -Ah -murmuré-, yo estoy por ingeniería. -Una mujer ingeniera, me gusta -me dio un golpe juguetón en el brazo, sin embargo lo sentí realmente fuerte por lo que tuve que sobarme mi hombro. Subímos al autobús, estaba casi totalmente lleno, y era mucho decir porque era un autobús muy grande, solamente sobraban dos puestos así que nos sentamos juntas. Saqué el teléfono de mi bolsillo para ver la hora, pero descubrí que se le había desconfigurado. Lo que faltaba, ahora no sabía la hora. Volví a guardar mi teléfono en mi bolsillo y miré a Dudy. -¿Qué hora es? -pregunté, ella se movió en el asiento incómodamente buscando en sus bolsillos y luego se sentó derrotada soltando un suspiro. -Oh -expresó de repente y soltó una carcajada-. Yo no tengo celular. Bien, este chica definitivamente no era normal. Me voltee hacia los asientos de atrás, y mis ojos se encontraron con los ojos azules de un chico jodidamente atractivo, era pelirrojo y las pecas llenaban su rostro, me quedé tan impactada de la impresión que mi cerebro olvidó por un momento lo que iba a decir. Reacciona estúpida. Aclaré mi garganta forzando a hablar y decir: -Perdona, ¿tienes la hora? El muchacho estiró un poco sus labios en una sonrisa y miró el reloj de su muñeca, seguidamente alzó una ceja y me miró. -Ocho en punto -respondió, su voz era profunda-, puedes volver a respirar. La chica que estaba a su lado soltó una risa ridícula, ¿tal vez su novia?, bueno, eso me merecía por dejarme llevar por chicos físicamente lindos pero mentalmente imbéciles. -Como sea, idiota -murmuré dándome otra vez la vuelta en mi asiento para cruzarme de brazos, personas como él bajaban el ánimo y hasta el autoestima, de seguro se buscaba chicas lindas, operadas, con todo lo que no era yo. Basta, él se lo pierde. Tenía que quererme, tenía que valorarme, no volvería a ser la misma chica s*****a que odiaba el mundo. Aunque sí era sincera, yo no era la gran bomba sexy o la fantasía de cualquier hombre, solo tenía algo de pechos y una cintura ligeramente estrecha, creo que era lo único que me gustaba de mí, de resto era una chica normal que probablemente no te detendrías a verla dos veces si pasaba por tu lado. Comencé a hablar con Dudy para poder distraer mi mente, aunque no sé si era ideas mías, pero sentía la mirada de él taladrarme la cabeza, me rehusaba a voltear. Imbécil pelirrojo sexy. Al cabo de unas cinco horas de tanto hablar y comer unas cuantas cosas, Dudy dejó que su cabeza reposara en mi hombro y mi cabeza reposó en el vidrio, en cada hueco de la carretera hacía que me golpeara, así que coloqué mi mano entre el vidrio y mi cabeza y fue cuando pude por fin dormir. O al menos hacer el intento porque realmente dudaba que alguien pudiera dormir en un autobús repleto de gente hablando y gritando. El chillido de los cauchos me hizo sobresaltarme, y en ese justo momento cuando abrí los ojos vi que venía un enorme camión directo a estrellarse contra nosotros, me congelé en el asiento, y solo pude murmurar un: -No por favor... Pero mi voz se perdió en los gritos de los demás, cuando el autobús intentó esquivarlo, perdiendo el control, el camión impactó con la parte de atrás rompiendo completamente todos los vidrios del lateral del autobús donde yo me encontraba, cubrí mi rostro con mis brazos, dimos vueltas descontroladas en la carretera y sin poder frenar, nos fuimos directo por el acantilado, cayendo al vacío.

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