AMOR ETERNO

*** ELIZA ***  Soy muy feliz.  Despertar con sus besos sobre mi espalda, me hace sentir como en una nube. Es maravilloso.  — Te Amo Eliza! — me dice bajito al oído, mientras sus dedos recorren mi cuerpo desnudo.  — Y yo a tí, con cada átomo de mi ser, Pablo — Le respondo sonriente al darme vuelta hacia él, quedando frente a frente.  Deposita un apasionado beso sobre mis labios, mientras siento sus dedos llegar a mi intimidad. — Mmmm! — se me escapa un gemido sobre su boca y abro un poco mis piernas para darle más espacio a su mano. De inmediato, siento las yemas de sus dedos hacer movimientos circulares sobre mi punto sensible y mis caderas inician un baile involuntario. Sin interrumpir su maniobra, besa mi cuello, continúa con mis senos succionando, chupando y lamiendo desesperadamente cada uno de ellos. Quita su mano y se pone sobre mí, dejando un camino de besos por todo mi abdomen, hasta llegar a mi zona, que está palpitando desesperada por su atención. Pone una mano en cada una de mis piernas, a la vez que lame sus labios. Se acerca lentamente y la punta de su lengua choca con mi empapado clítoris, moviéndose lentamente en todas las direcciones.  — Ahhh! — Se me sale otro gemido mientras me retuerzo arqueando mi cuerpo, lo que hace que él aumente la velocidad de sus movimientos, hasta acabar en el más delicioso orgasmo mañanero.  —Ummm!— gimo antes de terminar con mis piernas temblorosas. Tomo sus manos halándolo para que suba de nuevo a mi altura. — Te necesito en mí — Le digo con la voz agitada agarrando su m*****o suavemente para llevarlo a mi entrada y frotarla lentamente con la punta. Poco a poco, se profundiza hasta perderse en mis entrañas. Ambos comenzamos a menearnos arriba y abajo cada vez más rápido y yo apreto su espalda con mis dedos. — Ahhh!, Ahhh!. — Nuestros gemidos invaden la habitación. Nos giramos quedando yo encima.  Mientras lo beso ardientemente, toma mi cabello en sus manos y sus embestidas son más profundas, debido a la posición en la que estoy — Ay Pablo!. Mmmm!.— gimo en su cuello, a la vez que él acaricia mi espalda. Continuamos con el ritmo por unos minutos. Luego, empiezo a bajar despacio, besando su cuello, sus perfectas pectorales, su abdomen y llego a su erección, la cual acaricio muy delicadamente por unos segundos. — Eli, me estás matando!. — Jadea y yo le sonrío. Me agacho para quedar al nivel de su p**e y empiezo a besar muy despacio cada rincón haciendo camino con mi lengua. — Ay amor, eres grandiosa! — gime mientras sus manos sostienen mi cabello. De una estocada, lo hundo en mi boca como si se tratara de un helado o una paleta. Él me mueve arriba y abajo cada vez más rápido, hasta que llega el anhelado orgasmo. Lo saco y deja caer su néctar en sus piernas. Nuevamente me devuelvo besando su abdomen, sus pectorales, su cuello y llego a su boca, la cual devoro como si no hubiera un mañana.  Sin interrumpir el beso, meneo mis caderas para que nuestros sexos se rocen, por lo que ambos gemimos sobre nuestras bocas, para luego caer rendidos de placer. — Extrañaba tanto estar contigo, no sabes cuánto mi niña — Dice mientras besa mi frente sudorosa.  — Yo también ansiaba ser tuya de nuevo mi amor!. — le respondo regulando la respiración. — Después de todo lo que hemos sufrido, creo que es hora de ser felices — Me dice tomándome la barbilla para que lo mire. Asiento con una sonrisa, mientras él deja un corto beso en mis labios y nos quedamos dormidos de nuevo.   Sí, tuvimos demasiados obstáculos antes de poder estar así juntos, como lo  acaban de Leer. Ésta, es nuestra historia... >>  DIECIOCHO AÑOS ATRÁS...  En ese entonces, tenía 10 años de edad, mis padres Rafael y Amalia, eran los hacendados más importantes de la región, por lo que  siempre vivía entre lujos y comodidades. Al ser la única niña, mi madre, me sobre protegía con bastante recelo. >>    ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿  — Eliza, a desayunar!.— Grita mamá desde el comedor y llego como un rayo devorando todo, en un par de minutos. — Qué es esa forma de comer muchachita?. Te vas a ahogar — Me regaña. — Mami, Es que voy al río, a jugar con mi amiguita Mónica. — Digo nerviosa. — Hiciste tus tareas? — Pregunta sería levantando una ceja.— Claro!. — Le respondo encogiendo mis hombros. — Van sólas? — Me mira frunciendo el ceño. — No, má. La mamá de Mónica nos llevará — Le digo tranquilizándola. — Tu papá y yo tenemos un almuerzo en el club. Así que la empleada estará muy pendiente de tí. Llegas temprano. Ok? — Anuncia mientras besa mi frente y se retira a su habitación para arreglarse. Salgo afanada ya que Mónica y su mamá, me esperan en su auto para ir hasta el río que queda a unos metros de la casa.  Llegamos, bajamos del auto y salimos disparadas mi amiga Mónica y yo hacia la orilla del río, mientras su mamá se sienta más a la sombra para vigilarnos. Nos quitamos los zapatos para meter los pies al agua a la vez que jugueteamos. Estamos corriendo por la orilla del río y de repente cae un balón de fútbol a mis pies. Levanto la mirada y un niño viene hacia mi a toda velocidad. — Por favor niña, no lo dejes ir al río. Atrápalo!. — Pide angustiado. Yo tomo el balón con mis manos y espero que se acerque. — Gracias — Me dice agitado, mientras yo le devuelvo su balón.  Asiento con una leve sonrisa y nos quedamos viéndonos a los ojos. — Yo soy Pablo... Pablo Vega. Y tú? — Me pregunta extendiendo su mano libre.  — E... Eliza Uribe.— Le respondo tímida, dandole mi mano.  No entiendo por qué, pero llamó mi atención por completo.  Nunca lo había visto y por su apariencia, puedo darme cuenta que no era de familia adinerada como yo. — Eres nuevo por aquí?. No te he visto en la escuela! — Pregunto curiosa. — Me mudé hace poco, vivo con mi abuela en un rancho pequeño aquí cerca. — Responde.  — Ah! Que bien!. — Le digo amable.  En ese momento, llega Mónica. — Eli, mamá dice que nos vamos!. — Anuncia tomándome la mano para guiarme hasta el auto.  — Adiós — Me despido — Cuídate Eliza — responde. Mientras camino, miro atrás y veo a ese niño sonreírme estático despidiéndose con su mano.