AMOR ETERNO

CAPÍTULO 2

Llega el Lunes y vuelvo a mis clases. La mañana transcurre muy normal.

Al finalizar, caminamos con Mónica, hacia la salida para esperar a nuestras madres.

— Mira, Eli. Es el niño del río — Dice ella golpeándome suavemente con sus codos.

Volteo a ver y efectivamente es Pablo.

Por mi edad, obviamente no tenía ningún interés particular en él, por lo que me dió igual saber que ahí estaba. >>

Tomo la mano de Mónica y seguimos caminando.

De repente, un grito nos hace detenernos.

— Eliza, espérame. —

Me giro y lo veo correr hacia mí.

— Hola — Lo saludo muy tranquila.

— Cómo te va? — Me pregunta agitado.

— Bien. Qué haces acá?. — Le Pregunto curiosa.

— Mi abuela me está matriculado. Voy a estudiar aquí — Me relata.

— Genial!. — Le respondo y en ese instante escucho la bocina del carro de mamá.

Sin despedirme, salgo corriendo hacia ella.

— Quién es ese niño, Eliza?. — Me pregunta en tono seco y con el ceño fruncido.

— Es un niño de la escuela. — Le respondo sin darle importancia al tema.

Avanzamos rumbo a casa.

Al día siguiente, llegamos al salón y entra la profesora.

— Niños, hay un nuevo compañero que se integra al curso a partir de hoy. Por favor sean amables con él y háganlo sentir como en casa. Anda Pablito, toma asiento. — Finaliza señalando el pupitre que está a mi lado, mientras lo veo acercarse.

Sinceramente, pensé que iba a estar en otro curso, ya que es un año mayor. Por eso mi sorpresa al saber que íbamos a estudiar juntos. >>

Toma asiento a mi lado y la profesora inicia la clase.

Los días empiezan a pasar y cada vez nos hacemos más amigos.

Jugamos en los descansos, nos ayudamos con las cosas del estudio, e incluso me defiende de algunos niños que me "acosan".

Llega el fin de semana y quedamos con Mónica y con Pablo, para ir al río, ésta vez sólo los tres.

Mamá piensa que estudiaremos para un examen, y no sabe que él estará.

Llegamos muy tranquilos jugueteando y tomando el sol.

De un momento a otro, Mónica se siente un poco indispuesta, por lo que tiene que irse a su casa.

Pablo y yo seguimos jugando y un rato después me acompaña a casa.

— Me divertí muchísimo Pablo, Gracias por acompañarme!. — le digo al estar en la entrada de la casa.

— Yo también disfruté mucho este rato Eli — Me responde mientras toma mi mano y yo le sonrío ruborizada.

En ese momento sale mamá.

— Eliza, adentro. YA!. — Grita halándome hacia la casa.

— Y tú. Mucho cuidado con lo que haces "Mocoso". — Amenaza a Pablo tirándole la puerta en la cara.

Llorando, me dirijo a mi habitación y ella va tras de mí.

— No quiero enterarme que te sigues juntando con ese "Muerto de hambre". Tú eres de clase y no puedes rebajarte.— Me vuelve a gritar dando la vuelta para irse.

— No lo trates así, es mi amigo. — Le respondo gritando entre sollozos.

Ella se devuelve y estrella su mano contra una de mis mejillas.

— A mí no me alzas la voz niñita malcriada. Soy tu mamá y debes obedecerme. — Anuncia furiosa y se va.

Sigo llorando hasta quedarme dormida.

Van pasando más días, semanas, meses y yo sigo a escondidas mi amistad con Pablo.

No quiero dejar de ser su amiga sólo porque mamá lo vé debajo de su nivel.

Se llega mi cumpleaños número 11 y como es costumbre, en casa me harían una celebración con la familia y amigos de la alta sociedad de la región.

Me da mucha tristeza no poder invitarlo. Quería compartir también con él, lo que no me permite estar del todo feliz.

Mónica, mi mejor amiga, sabe toda la situación y me apoya en mi amistad con Pablo. Al igual que yo, piensa que es injusto discriminarlo sólo por su condición económica.

Pasa la tarde y se van llendo los invitados.

Mónica se despide de mí y se va caminando a su casa que es cerca.

Un par de minutos después, se devuelve corriendo.

— Eli, ven conmigo. — Dice afanada, tomando mi mano.

En ese momento, sale mamá.

— A dónde van?. — Pregunta seca.

— Doña Amalia, es que quería que Eli juegue conmigo un rato. — Dice mi amiga apretandome la mano.

— Está bien, pero sólo un par de horas Eliza. — Dice y yo asiento, mientras Mónica me arrastra rápido.

— A dónde vamos?. — Le Pregunto sabiendo que le había mentido a mamá.

— No seas ansiosa. Ya verás. — Responde risueña.

Corremos unos metros y logro ver a Pablo, quien viene rápido hacia nosotras.

Lo abrazo tan fuerte, que casi lo dejo sin aire.

— Eliza, te veo en dos horas!. — Anuncia Mónica mientras se retira.

Ambos asentimos.

— Feliz Cumpleaños, Mi querida Eli. — Me dice él, entregándome unas pequeñas flores y una caja con chocolates.

— Gracias!. — Le respondo dándole por primera vez, un beso en la mejilla.

Lo veo sonrojarse mientras me deja ver una leve sonrisa en sus labios.

Toma mi mano y me lleva hacia un árbol que está cerca al río.

— Sabes que te quiero mucho. Verdad?.— pregunta y yo asiento.

— Me gustaría hacer una promesa aquí donde nos conocimos: Que nunca nos vamos a separar y en unos años, cuando estemos más grandes, serás mi novia y al ser adultos, nos casaremos. Quieres?. — Pregunta tomándome las manos.

— Tu prometes que me esperas y yo prometo esperarte hasta que tengamos la edad suficiente de ser novios. — Completo y él asiente.

Saca unas pequeñas tijeras y talla en el árbol una "E" y una "P" encerradas dentro de un corazón.

— Ésta es nuestra promesa eterna, niña linda. — Dice dándome un inocente beso en la boca.

Doy gracias a Dios que está un poco oscuro y no se nota el rubor en mi cara.

Transcurren tres años y ya estamos dejando de ser niños.

Acabo de cumplir 14 y él tiene 15.

Seguimos estudiando juntos, a pesar de que mamá ha hecho lo imposible para pedir que lo saquen del colegio, debido a que no pertenece a nuestro "círculo".

Hemos discutido bastante por eso, con el argumento de que él tiene derecho a estudiar y ella no es nadie para quitárselo.

Pablo me trata tan lindo, yo cada vez lo quiero más y se ha vuelto muy importante para mí.

Mónica nos acaba de invitar para su fiesta de Quince años, que promete estar buenísima.

No sé cómo haré con mamá que no me deja salir y si se entera que él también estará, seguro me mata. Lo detesta.