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Crónicas de una nación

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Crónicas de una nación, narra las acciones de un grupo de militares que intentan restablecer el valor patrio que su nación perdió debido a conflictos pasados que les costaron vidas, territorios y su grandeza como país. Estando en su deber combatir no solo por la restauración de su nación, sino para darle un giro al caos mundial.

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El semblante de una pequeña nación
La historia que comenzare por contarles es una muy lejana a nuestra realidad, pues conserva dentro de sí la particularidad de sus hechos históricos, muy diferentes a los que podemos observar hoy en nuestra sociedad, la cual está llena de errores, triunfos, dificultades y resultados de todo tipo. En un día caluroso del mes de enero del año 1936, un país al norte de Sudamérica bautizado como Venezuela está a punto de presentar días más oscuros de los que pueda quejarse cualquier ciudadano que lo habitara en estos momentos. Las calles de su capital, Caracas, era las de una sociedad con un pie en el pasado y otro en el futuro, aun conservaba los espacios llenos de aspectos coloniales del siglo XIX entre sus casas gigantes de puertas abiertas, calles empedradas y personas de valores muy conservadores, los cuales solo podían recordarnos a los hombres a caballo de aquel siglo, que con su gesta libertadora, llamaron al pueblo a una rebelión sin precedentes contra el imperio español. En otras partes de la capital, mas hacia el centro, se ubicaban los que serian los espacios del mañana, edificios a media construcción, idiomas diferentes como ingles, francés y alemán, en los cuales tenía una gran influencia el capital extranjero y las influencias del gobierno. La cuidad dentro de la ciudad, como algunos llamaban a Caracas, tenia calles ensanchadas donde pasaban los escasos automóviles provenientes de Alemania y Estados Unidos y en medio el paso del tranvía entre las calles que iban por el centro de la ciudad. Era una ciudad en crecimiento que encantaba a arquitectos y a sus ciudadanos. La verdad es que Venezuela tenía su merecido avance como ciudad, el tortuoso pasado de aquellos ciudadanos durante las numerosas guerras civiles que habían afrontado después del periodo de 1830, luego de su separación con la Gran Colombia, y 1899 era de un tono muy devastador para volver a presenciar los estallidos de la guerra entre sus propios compatriotas. Sin embargo el espíritu rebelde heredado por El Libertador Simón Bolívar estaba casi intacto, pues defenderían o arremeterían contra cualquiera que fueran los intereses nacionales, no importa que tan pequeña o grande fuera su adversarios. Tenían el orgullo de haber derrotado al imperio mas grande del mundo durante el siglo pasado y jamás volverían a dejarse invadir por ningún otro. El último alzamiento de civiles y militares ocurrió el 7 de Abril de 1928 cuando estudiantes liderados por Rómulo Betancourt, Jovito Villalba, Rafael Caldera, entre otros, organizaron una rebelión en pleno centro de la ciudad contra el entonces gobernante Juan Vicente Gómez. Sin embargo, no estuvieron solos, debido a que el entonces General de Brigada Eleazar López Contreras con el mando de las guarniciones del centro se rebelo en contra de la dictadura de Gómez para apoyar a los estudiantes de diversas ideologías que protestaban en las diversas calles. Añadido al triunfo de este alzamiento, también ocurrió ese mismo el asalto al puerto de Cumaná comandado por el general Román Delgado Chalbaud, quien con un pequeño ejército de 30 hombres armados provenientes de Europa, tomaron el puerto pero fueron bombardeados por la aviación venezolana, lo cual obligo a un repliegue a las montañas aledañas, para atacar días posteriores, hasta tomar la capital del Estado Sucre. Pero el costo para esta armada fue grande, pues su líder murió aquel día del asalto. Finalizado el ataque por estos diversos sectores del país, se conformo una Junta de Gobierno entre los tres sectores que hicieron caer la tiranía gomecista, lo que conformo una democracia luego de que cada uno de los sectores se decidieran por la vida política y no a seguir los pasos del camino armado que tanto había hecho daño a la nación. Entonces surgieron tres partidos importantes para el país. El primero fue Acción Democrática (AD), un partido de tendencia socialdemócrata y social conservadora, liderado por Rómulo Betancourt y otros hombres de alta sociedad que se decidieron a una vida lejos del Marxismo que habían predicado durante tanto tiempo, esto genero una disputa mucho mayor entre sus compañeros de armas debido a que genero dos subdivisiones importantes, los mas alineados al comunismo decidieron fundar el Partido Socialista de Venezuela (PSV) a la cabeza de Juan Bautista Fuenmayor y otro grupo mas radical que decidió dejar de un lado la política y dedicarse a la insurrección militar y destruir el orden establecido. En tercer lugar, el partido Unidad Republicana Democratica (URD) fue conformado por una parte de los militares de tendencia conservadora y nacionalistas de derecha como eran el General Isaías Medina Angarita, Eleazar López Contreras y otros intelectuales y militares que participaron en el asalto del crucero al puerto de Cumaná. Las primeras elecciones en Julio de 1929 dieron como ganador indiscutible al partido URD con su candidato López Contreras, quien impulso el orden constitucional y ejecutivo a través de reformas a nivel judicial, ejecutivo, armamentístico y social. Donde se arreglo una constitución que diera un nuevo presidente cada 5 años y que solo pudiera ser reelegido para un segundo mandato. En 1933 para una fecha similar ganaba el partido AD, quien impulso una reforma petrolera que dio alianzas significativas en finanzas con el Imperio Alemán quienes heredaron el mercado internacional luego de ganar la Weltkrieg (Gran Guerra) y otras menores, pero igual de influyentes, como Estados Unidos quien tenía pozos directamente administrados en las costas venezolanas, a diferencia de Alemania que poseía una influencia abierta en el poder militar de la nación. Lamentablemente las cosas comenzaron una decadencia a nivel institucional, debido a las múltiples quejas de senadores y representantes del Congreso nacional, contrarios a AD, y denuncias de corrupción en los sectores más altos del ejecutivo nacional, incluyendo a personas allegadas al mismo presidente Betancourt, comenzaron a distenderse el sector que tanto había apoyado la democracia, generando facciones que comenzaron una desunión en todos los ámbitos de la sociedad. El culto a la personalidad comenzó a resurgir entre los más fanáticos, lo que ocasiono disturbios, quema de negocios, asaltos a mano armada a tiendas y transeúntes, protestas, entre otros. Comenzaba una división política desde lo más profundo, donde tomaban parte los radicales de izquierda, con el apoyo de potencias socialistas y sindicalistas, para comenzar el inicio de otra revolución. Entre tantos disturbios, en la ciudad de Maracay, Estado Aragua, se encontraba uno de los luchadores más famosos quien había ostentado la presidencia, ahora como senador vitalicio y Jefe del Estado Mayor, con los que podía contar la República. El General López Contreras se encontraba esa misma tarde en el Ministerio de Marina y Guerra, ubicado a unas pocas calle después de la plaza Bolívar, allí tenía una oficina cuando buscaba una zona muy distinta de lo que figuraba la ruidosa capital venezolana. La oficina, transformada en despacho de lo que anteriormente fue el Banco Agrícola, era lo suficientemente amplia que albergaba una de las partes más amplias de aquel suntuoso edificio, el cual figuraba la imponencia que pretendió las ordenes de Gómez, quien sería su constructor ideólogo. La frente de Eleazar sudaba más que ningún otro día de aquel mes, era sumamente caluroso poder estar allí únicamente firmando órdenes, papeles y demás asuntos respectivos al aburrido sitio de despacho al que estaba acostumbrado en los tiempos de paz de la República. Justo en ese momento tocan a su puerta. la República. Justo en ese momento tocan a su puerta. ¿Quién es? Soy yo señor, Margarita, su secretaria. ¿Puedo pasar? Por supuesto señora Margarita… Lo siento –dice en forma apresurada manifestada por su caminar y su voz fatigada- esto le llego esta mañana general, es una carta firmada desde España, pero no trae quien la envía. No se preocupe –dice tomando la carta con su mano derecha- gracias por entregarla lo más pronto posible. De nada. Al cerrar tras de sí la puerta del despacho, una vez que dejaron de oírse los tacones de la secretaria Margarita, Contreras se dispuso a tomar el abrecartas para poder saber el contenido de la carta, finalmente abierta, el papel amarillento con una caligrafía muy fina se le parecían ya conocidas, al pasar apenas los ojos sobre el papel, ya podía descubrir quien la enviaba. Mas que sorprendido, era espeluznante el terror que le ponía la piel de gallina volver a saber de aquella persona. Se apresuro, una vez terminada de leer la carta, a guardarla entre los folios que ocupaban la mesa color caoba que adornaba su despacho, como si estuviera guardando un misterio del que nadie debía saber, se apresuro a tomar su sombrero de color n***o y salir, no sin antes hacer una llamada desde el teléfono de su oficina a la casa del General Medina Angarita. -Aló. ¿Con el General del Ejército? -Si. Dígame General López, espero esto no sea una llamada de broma -No estoy para bromas en estos momentos Angarita, no me vengas a joder. -Dispénseme General, pensé que su llamada era en amistad. -Nada de eso chico, estamos en problemas graves. Me tengo que ir, vente inmediatamente para Maracay, nos vemos en el Hotel Jardín. Mañana al medio día. -A sus órdenes mi general, allí estaré. El general Medina Angarita era uno de los conformantes del gobierno actual a pesar de ser uno de los conformantes del partido URD, sin embargo estos aspectos eran normales en una sociedad que estaba buscando la integración de los partidos conformantes de la democracia venezolana, contrario a otros elementos de los países vecinos. Medina se tornaba preocupado desde la llamada del general Contreras, debido a que podría ser cualquier tipo de problemas, desde otro alzamiento militar o una invasión de otro país. Sin embargo, en el fondo, pensaba que de lo que iban a conversar en el Hotel era sobre un tema más personal, seguramente político y que por supuesto los involucraba debido a su pequeña conspiración, junto a otros oficiales en el exterior en distintas embajadas, para poder remover del poder a Betancourt antes de que el país pudiera tocar de nuevo el fondo del que tanto les había costado salir en un principio. El famoso Hotel Jardín era uno de los más representativos creados durante la dictadura de Gomez, ostentaba aun durante estos días su imponente arquitectura francesa con composiciones únicas en su interior, iconos de la arquitectura venezolana. El automóvil de López Contreras era reconocible a kilómetros para cualquiera que lo hubiera conocido lo suficiente o verlo pasar por las calles de Caracas, incluso en Maracay la gente podía distinguirlo debido a su carrocería de color n***o, el Chrysler Model 72 mas envidiado por todos los ministros del gabinete, a pesar de haber sido producido en el año 1928. Frente al majestuoso hotel de color crema, variante entre tonalidades fuertes y claras, se estaciona el automóvil del general Angarita, baja cuidadosamente para no ser visto por otros oficiales que pudieran reconocerlo y veloz como el rayo se dirige, dejando a su chofer en el auto, hacia la recepción del hotel. Una hermosa mujer de aproximadamente unos 33 años, caucásica y ojos de color avellana le recibe con una amplia sonrisa. -Buenas tardes señorita. ¿Podría decirme en que habitación se hospeda el general Contreras? -Por supuesto señor. Habitación 303, tercer piso a mano derecha. ¿Desea que lo anuncie? -No se preocupe, ya sabe que estoy por venir. Medina, un hombre robusto de calvicie pronunciada y mirada afable, se dirige por un pasillo largo, solitario, pintado de un color blanco luna hasta las escaleras que lo llevan al tercer piso, al encontrarse en la puerta de la habitación 303, suspira y toca ligeramente el vidrio que adornaba la puerta de color marrón, casi n***o. En el fondo, un sonido de pasos es la primera presencia que retumba en la silenciosa habitación, cada vez mas cerca, se detienen y giran la manecilla de la puerta, al abrir con un leve rechinido, se asoma el rostro delgado de Contreras quien le pregunta. -¿Viniste solo? -Hola, muy buenos días viejo amigo, creo que es lo que se debería decir cuando se anuncia un invitado en la puerta –Dice de forma sarcástica- -Claro. Como sea, pasa. No creo que sea necesario tanto protocolo para atender a un viejo amigo –Sonríe levemente- La reunión entre Eleazar y Medina se prolongo no menos de una hora y media, las palabras jugaban al son de dos viejos amigos que por el trabajo no se reunían sino para hablar de eventualidades militares que describían desde los nuevos ascensos, hasta las críticas de colegas que no daban abasto con las malas estrategias tomadas para dirigir una nación tan indomable a pesar de lo pequeña que representaba ante los nuevos y viejos imperios del mundo. La conversación iba sin ningún tipo de tensión hasta que Contreras tomo partido para explicar algo que le había llegado desde el exterior, fechada de 1935, le entrega en las manos a su amigo la carta que recibió el día anterior. Como si de una pequeña orden se tratase, Medina tomo la carta hasta sorprenderse por su contenido veras, oportuno y tácito. Mas que sorprendido, la carta parecía darle un pavor, similar al que sintió Contreras cuando la leyó por primera vez, lo que no lograba decirle a su colega mientras le observaba, era que dicha carta la había leído una y otra vez durante la noche, sin poder dormir. Solo pudieron ser interrumpidas sus reminiscencias, casi fantásticas, por la voz gruesa de Medina. -Carajo. A este tipo no solo le decían el Benemérito, sino que además deberían decirle “el adivino”. –Dice en tono sarcástico, mientras re casca la mejilla derecha- -Si, como pudiste notar parece un reporte de una persona que vive el día a día en el país. Sin embargo hay algo que no me cuadra en lo más mínimo, y es precisamente el hecho de que hay una influencia de la Internacional Socialista en Venezuela donde financia directamente a grupos radicales en el país. -No, no se equivoca. Lo que no sabes es que precisamente por ordenes del Ministro del Interior, se te fue ocultada información de un cargamento con armas y municiones en frontera con Colombia, dirigidas directamente a una instalación abandonada en Falcón del PSV, que supuestamente utilizan las guerrillas urbanas para pasarlas por barco a Caracas. -Maldita sea…-Dice, intentando contener la irritación con respiración entrecortada- ¿Por qué se me oculto la información? -Tienes demasiada influencia sobre el congreso. Por eso estas aquí en Maracay. -¡¿Qué?! -Tranquilo. No te preocupes por esa pendejada. ¿Qué vamos a hacer si esto es cierto? -Primero, déjame hablar con el resto de los militares, llamar a algunos senadores miembros del partido y ver como solucionamos esto. Tu, vete de nuevo a Caracas para verificar la información. Esta vaina debe acabarse antes de que comience. Al finalizar la reunión, ambos amigos se despidieron para tomar respectivamente sus rumbos. Sin embargo Contreras se quedo ojeando la carta, sin leerla, pensativo en que si su acción de 1928 fue la más acertada para el país y que realmente su traición no solamente fue hacia un amigo que tuvo un mal manejo con Gran Bretaña en la disputa por la zona en reclamación de Guayana Esequiba, sino contra el mejor sistema que podía contener los males de nuestra sociedad. La carta no tenía un mayor contenido a los que muchos ya sabían. El problema de la carta era el hecho de que fue escrita unos meses antes de morir el general Gómez, escrito por su puño y letra, relataba los acontecimientos actuales como si él estuviera viviéndolos. Vaticinaba para Venezuela su desintegración debido a tres enemigos externos fundamentales: El reino de Canadá, La Federación del Caribe y el comunismo internacional donde formaban parte Italia, Francia y la isla de Inglaterra, con la excepción de Irlanda. Pero además, describía el enemigo interno del desconocimiento venezolano sobre su propia autodestrucción mediada por los partidos y la ambición que devoraba a cada uno debido a que no sentían sino un aprecio hacia ellos mismos, contrario a los militares que poseían un sentimiento nacionalista, porque reflejaban en la patria a su propia madre. Contreras pensaba que esto valía mas como una coincidencia a una especie de vaticinio como lo comentaba Medina, pero ciertamente asumía que los riesgos dentro de los mismos partidos existían, mas allá de la corrupción, sino en la forma de gobierno que ejercían, donde se aceptaba todo tipo de cuestiones que desangraban lo poco que se había construido. Debido a estos pensamientos, decidió esa misma tarde llamar a varios de los oficiales que ocupaban embajadas en el mundo, para tener apoyo en el momento de que pasara algo que no pudieran remediar. Sus amigos en las embajadas eran escasos, pero lo suficientemente estratégicos debido a que ocupaban sus cargos en lugares del mundo importantes, como Alemania, El imperio Otomano, Estados Unidos, Irlanda y España. Mientras tanto las cosas en Caracas eran mucho más álgidas, se habían vuelto a detener en los días siguientes otros cargamentos provenientes de Colombia con armas, granadas y municiones dirigidas a grupos insurrectos que buscaban la disolución del gobierno actual, sin embargo, la inteligencia era muy escaza y sus informes solo reseñaban hechos, jamás buscaban apresar a los culpables, debido al poco personal con el que contaba la institución del ejercito para semejante campaña. El presidente Betancourt daba discursos en la radio de cómo se atrapaban constantemente a delincuentes que azotaban a la república, pero el descontento popular amenazaba con una adhesión de personas que antes apoyaban su gestión. El Nacional, un medio leído por todos, reseñaba el caos que comenzaba a fraguarse en medio del descontento social y como Caracas se convertía en una especie de cambo de batalla donde la policía no solo trataba con los delincuentes, sino además con compatriotas que rechazaban los mismos vandalismos del propio gobierno, en los que quedaban impunes ministros en los cuales habían pruebas suficientes para encerrarlos largos años en las prisiones que ellos mismos edificaron.

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