CAPÍTULO 07 | Vampiresa |

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Dando pisotones llego a la oficina que está ocupando, justo a un lado de la de su padre. Golpeteo su puerta, pero por las paredes de vidrio puedo verle concentrado en su computador. ─Pasa ─anuncia por lo bajo. Entro, lanzándoles las cosas en el escritorio, sobresaltándolo. Coloco mis manos en la cadera, entornándole mi mirada. ─Ahí están tus cosas ─menciono la obviedad. Él me da una sonrisa, levantándose de su silla, para interrumpir la distancia que nos separaba dándome seguridad. Su mano se alza a mi cabello y me aparto efusivamente. Para mostrarme en sus dedos, un pétalo de rosa roja. ─Creo que no te fue tan bien ─comenta lo obvio. ─¿Sabes?, eres tan patán que mandas a tu asistente a terminar con tus conquistas ─digo arrugando la nariz con molestia. Magnus borra su sonrisa para mirar más a detalle mi rostro. Observo cómo traga con dificultad para dejar salir un carraspeo. ─Y si me permites, iré a comer ─declaro, haciendo ademán de salir. ─Se te olvida algo ─dice, me giro, vislumbrado cómo sostiene la caja de la ropa interior. Arrugo mi entrecejo desconcertada. ─No haré otro mandado, hazlo tú ─gruño, por su descaro. ─No es para un mandado, es tuyo ─acota. Entregándome la caja, la tomo en mis manos el objeto que quizás valga como tres sueldos míos. Él vuelve a su silla, para dejar sus ojos de nuevo en el computador. ─¿Acaso crees que es normal regalarle lencería a tu asistente? A recursos humanos le puede encantar esto ─menciono, haciendo que sus ojos oscuros me vean con imponencia. ─Yo no lo compré, fuiste tú… así que si decides dejarlo, me estás regalando tu ropa interior ¿Eso sí sería encantador para recursos humanos? “¡Intentando coquetear con el jefe!” Saldría hasta en los obituarios ─explica con una sonrisa intacta. Doy un pisotón con ganas de agarrarle del cuello y apretar fuerte. ─Satanás ─farfullo, tomando la caja para salir del lugar con la caja de precio absurdo. Magnus me observa jocoso, elevando su ceja inquisidora. ─¿Quieres que te muestre mi tridente? ─Inquiere, siendo la última pregunta para huir de su vista. Dejo la caja debajo de mi escritorio, tratando de controlar mi respiración acelerada. Sostengo el asa de mi cartera, para buscar algo de comer lo más pronto posible, pensando que quizás el champán ya se me subió, sabiendo que nunca pensé enfrentarlo de esa manera. Aprieto mis labios de la vergüenza. Paso por la pequeña cafetería del edificio, leyendo los mensajes de Logan, que me sacan una carcajada tonta y un ronquido. Es el único que puede hacerme reír tan bien. Pienso, bloqueando la pantalla para tomar el bowl de ensalada y el jugo de zanahoria con naranja, al parecer en esta ciudad escasean las calorías, mientras mejor tengas el abdomen, serás la tentación pero con un humor de mierda porque ¿Quién se llena con esto y queda feliz? Me pregunto mirando el pedido en la pequeña mesa alta que me deja ver a las personas pasar con sus trajes y moviendo sus maletines ejecutivos, taciturnos de la sociedad. O algo por el estilo, niego con mi cabeza, concentrándome en la comida. Para pensar realizar una cita con la clínica que se encarga del aplicativo. Esbozo una sonrisa, al imaginarme mi vientre abultado con un pequeño bebé creciendo. Dejo salir un suspiro esperanzador. ─Que solitaria eres ─habla el diablo. Llamando mi atención. ─Aléjate, no he pedido agua bendita con mi almuerzo ─murmuro, mirándole con odio. Encontrándome con su maldito y hermoso rostro, vislumbrando cómo su piel morena brilla a la perfección. ─La conejita come lechuga y jugo de zanahoria, era de esperarse ─menciona, sentándose en la silla al frente de mí. Termino de masticar dándole una mirada molesta. ─¿Quién te invitó a sentarte? ─Cuestiono, observando a los lados. ─¡Creo que nadie! ─agrego efusiva. ─Calma, solo quiero conocer a mi nueva compañera de trabajo ─dice, entornando los ojos en mí con una sonrisa estremecedora. ¡Dioses del Olimpo! Tomo otra porción de ensalada, para mascarla con molestia pero sintiendo mis mejillas arder mientras que él se queda callado, mirándome. ─¿Te doy una foto para que la enmarques o qué? ─Pregunto jocosa frunciendo mi nariz. Él deja salir una carcajada sutil. Pareciendo más atractivo de lo normal ¡No, concéntrate, Virginia! Se levanta de repente, dándome una mirada antes de irse, se da la vuelta, caminando en sentido contrario con las manos en los bolsillos de su pantalón, puedo ver su espalda ancha marcarse en su traje n***o, pasan los segundos y sin darme cuenta estoy mordiendo mi labio. Me doy unos golpecitos en la cabeza, tratando de caer en la tierra. Todavía no logro entender su obsesión con hacerme sentir incomoda. ¿Acaso fue mi hermosa torpeza? Pienso con jocosidad tomando otro gran bocado verde de ensalada. Súbitamente mi celular comienza a sonar en una llamada con nombre y apellido: Logan Vallejo. ─¿Qué se te ofrece? ─Contesto con una sonrisa. ─No me has respondido si vas a irte disfrazada de vampira, es para comprar dos pares de colmillos y más sangre falsa ─dice, en medio de lo que parece el plato de grabación por las voces del fondo. Tomo un sorbo de jugo. ─Vampiresa Gini ─murmuro sopesando la idea. ─¿Crees que tengo personalidad para una buena vampiresa? ─Inquiero escuchando cómo resopla mi mejor amigo. ─Es un disfraz, Gini… no es que realmente vayas a hacerte vampira ─responde masticando algo. Mientras da unas indicaciones. ─La verdad quisiera ser algo más original, ahora tendré una nueva vida ¿Recuerdas? Voy a ser madre ─murmuro por lo bajo. ─Puedes ser una vampiresa mamacita ─ronronea, haciéndome rodar los ojos. ─En tus sueños, Logan. ─¿Húmedos? ─Ew ─digo con el gesto de mi nariz. Escucho una carcajada de su parte. ─Raquel irá de novia muerta o algo así, si es que no se disfraza de Nazi… es muy extraña esa chica ─menciona haciéndome reír al recordar las anteriores fiestas de Halloween. ─Gini…─agrega, llamando mi atención por el tono de su voz. ─¿Sí? Escucho cómo carraspea al otro lado de la línea. ─Nada, solo… coméntame qué decides ─dice rápidamente ─. Te quiero, elfo ─agrega. ─Te quiero, hasta que muera ─murmuro, colgando la llamada. Suspiro, bloqueando la pantalla del celular. Para culminar mi aburrido almuerzo saludable. Ordeno los documentos que me pidió satanás para firmar, dejándome más trabajo, la mayoría ya se fueron a sus casas, apagando las luces de sus cubículos. Tomo el asa de mi cartera junto a la carpeta, sujeto mi abrigo a mi cintura con un nudo. Para caminar hasta mi último encargo del día. Golpeteo la puerta con mi puño, sin poder recibir respuesta alguna. Lo intento de nuevo, pero la respuesta es la misma. Arrugo mi entrecejo desconcertada, le doy un vistazo a la pantalla de mi celular para observar que ya es tarde y anocheció. Decido tomar la perilla y empujar la puerta con delicadeza, cuando la termino de abrir me encuentro con una escena… ¿tierna, fascinante? Me pregunto, observando a Magnus dormido en su escritorio, aplastando su mejilla y pareciendo igual de guapo. Termino de entrar para hacer espacio y dejar los documentos en el escritorio. Mi mano pareciera que tuviera vida propia, porque se está acercando a su rostro adormitado. La alejo rápidamente cuando se mueve. Maldigo en mis adentros, decido irme lo más pronto posible. Al girarme, escucho cómo suelta un quejido que me sobresalta. ─¿Te vas tan rápido? ─Pregunta adormitado, aprieto mis ojos. ¡Atrapadaa! Exclama mi interior. Volteo a mirarle, bostezando.  ─Lo siento… no quería despertarte, he dejado los documentos en… ─Que eficiente eres, Virginia ─murmura, arrugando su entrecejo Deja su espalda en la silla, restregándose la cara. ─¿Te sientes… bien? ─Inquiero por su aspecto cansado. ─No te concierte, solo haz tu trabajo ─suelta tajante, dándome a entender todo. ─Claro, que tonta soy, es mejor no preocuparme en lo más mínimo por ti, a menos que no pases mi cheque de p**o… del resto puedes irte a la mierda ─farfullo, encarándole mi mirada, cansada de su comportamiento conmigo. Dejo fluir un bufido, saliendo de la oficina, aprieto perilla en mi espalda para tomar más aliento. Me inclino en mi escritorio, tomando la caja de la discordia. Es mejor alejarla de esta oficina antes de que alguien más la vea.  Raquel mira sorprendida el conjunto de lencería, sin poder creer que está sosteniendo uno. Mientras que como unas palomitas y escucho la serie televisiva de fondo. ─Siempre quise una así, pero mi madre ni loca me lo compraría y ahorrar para esto, me tomaría mucho tiempo ─murmura, abrazando la prenda. ─Tu jefe tiene problemas mentales ─agrega, dejándolo en la caja.  ─Si quieres te lo quedas, no quiero verlo… solo me recuerda a la rubia eufórica lanzándome el ramo de rosas ¡He sido atacada! ─Exclamo dramatizando. Raquel se carcajea, tomando mi celular. ─¿Ya has decidido cuál de los candidatos será el elegido? ─Cuestiona, sobre el aplicativo. 
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