Varita mágica. Que la suerte me ha tocado con una varita mágica.>> Muerdo la cara interna de mi borde inferior y reprimo insultos hacia la conclusión ridícula e incoherente, que escuché de la morena. Simplemente callo y me repito cuánto necesito sus abrazos., sus consejos, y sobre todo oír. Poner especial atención a lo que en primera instancia y cuestión de horas atrás aborrecí, para llevar a cabo de la mejor manera posible tal encuentro. —Por favor. —Musito avergonzada., —No continúes. —¡Ya se me olvidaba que hablo con mi mejor amiga la monja Charlotte! —Refunfuña ese matiz suyo, dónde no distingo el límite establecido entre la ironía y la diversión. —¡Te estaré esperando! ¡Gracias a Dios bendito Carlo accedió a mandar a mis padres lejos un par de semanas! —Le noto enmudecer